jueves, 25 de junio de 2015

Pedro Téllez-Girón, príncipe de Anglona (15)


Vista parcial de la fachada del palacio de El Capricho, 
Alameda de Osuna (Madrid)


Nuestro relato quedó suspendido en noviembre de 1817, cuando acababa de fallecer, a la edad de treinta y cuatro años, la mayor de las hermanas de Anglona, Josefa Manuela Téllez-Girón y Alonso Pimentel. Había poseído los títulos de marquesa de Marguini y de Camarasa, poblaciones localizadas, respectivamente, en la isla de Cerdeña (Sardegna) y en la actual provincia de Lérida (Lleida). Como dato curioso, el fallecimiento de Josefa Manuela coincidió con las obras de restauración de la fachada de la casa-palacio donde vivía con su marido y sus hijos, sita en el actual número 69 de la Calle Mayor de Madrid y construida en el siglo XVII en estilo herreriano; en cualquier caso, por mucho quebradero de cabeza que suponga una obra en un domicilio particular, no creo que los dos hechos tuvieran relación, aunque, desde luego, llama la atención la edad con la que murió, tan joven. En relación a la Camarasa, y así a vuela pluma, añadiremos que Ángela, una de sus hijas, y Mariano “el Derrochador”, ambos sobrinos de Anglona y primos hermanos, fueron novios hasta que ella cortó la relación al advertir la inmadurez del futuro XII duque de Osuna. Algo más al respecto puede encontrarse en el texto de la conferencia pronunciada por Federico Oliván el 9 de diciembre de 1948 en la Escuela Diplomática de Madrid con el título “El duque de Osuna embajador en Rusia”. Igualmente, podría añadirse que Francisco de Borja Queipo de Llano y Gayoso de los Cobos (1840-1890), VIII conde de Toreno, once veces diputado a Cortes, ministro de Estado, de Fomento, alcalde de Madrid y abogado --hijo del célebre y apasionado conde de Toreno (1786-1843), protagonista de aquellos años cruciales y autor de la Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (Imprenta de Tomás Jordán, 1835-1837)--, era nieto de Josefa Manuela y, por lo tanto, sobrino nieto de Anglona.
Según puede leerse en los artículos de Gutiérrez Núñez ya citados, unos meses después del fallecimiento de Josefa Manuela, el 3 de enero de 1818, una Real Carta ejecutoria de sucesión en el estado de Jabalquinto concede a Anglona todos los derechos sobre el título del marquesado del mismo nombre con la condición de mantener económicamente a su madre, su anterior titular. Ignoro la cantidad que le pasaría pero, en cualquier caso, lo haría gustoso porque hijo y madre siempre se llevaron muy bien. No es este el caso del hijo mayor, Duque desde 1807, el cual, no sabemos si aquejado de un fuerte síndrome de príncipe destronado, se llevó mal con ambos. En la correspondencia privada de la condesa-duquesa de Benavente se advierte una mal disimulada preferencia por Anglona, a quien llamaba cariñosamente Perico, apelativo familiar usado también durante su infancia por los empleados de la Casa aunque anteponiéndole el “don”: don Perico. Puede que en este, como en tantos y tantos casos, los culpables de la rivalidad entre los hermanos fueran los mismos padres, ignorantes del trauma que crean en el hermano por el que muestran menor inclinación. La rivalidad entre estos dos llegó al punto de tener que litigar ante los tribunales para obtener la titularidad del estado de Jabalquinto. En palabras de Gutiérrez Núñez, Anglona
“mantuvo un largo pleito en competencia con su hermano mayor, el X duque de Osuna, el cual obtuvo de D. Vicente García Cavero (Alcalde de la Corte), una primera sentencia favorable, el 6 de mayo de 1817, que fue revocada por el Consejo de Castilla, el 5 de noviembre de dicho año. El 3 de enero de 1818 dictó una Real Carta Ejecutoría que le otorgaba la sucesión en el Estado de Jabalquinto, con la condición, que mantuviera a su madre. A su fallecimiento, en octubre de 1834 obtiene la definitiva posesión civil y natural de dicho Estado y sus agregados, entre ellos una casa-palacio en la calle Segovia, de Madrid.” 
Ya volveremos sobre esta casa-palacio llegado el momento, hoy sede de un conocido restaurante llamado como nuestro protagonista.
                                                               
Los hijos del IX duque de Osuna, por W. Beechey (c. 1799)

Los hermanos fueron retratados al final de su niñez por sir William Beechey (1753-1839), posiblemente durante la estancia de la familia en París en 1799. Según Ezquerra del Bayo en su obra ya citada, los dos niños, marqués de Peñafiel y príncipe de Anglona, vestidos con el uniforme de un centro docente, debieron ser retratados durante un viaje del autor a la capital francesa, pues el pintor, según parece, estuvo toda su vida avecindado en Londres o Norwich y los hijos del Duque no viajaron a Inglaterra durante su infancia. Beechey fue un importante retratista, pintor del reyes y nobles (Jorge III, la reina Victoria, Jorge IV, el duque de Gloucester, el duque de Kent, el duque de Sussex, etc. etc.). A tenor de la consulta de los catálogos de su producción disponibles en internet, este retrato es el único que realizó a personas de nacionalidad no inglesa, hecho que, una vez más, nos confirma la importancia de la familia de Anglona. En cualquier caso, y a pesar de ello, no hemos conseguido localizar una reproducción del retrato a color. A la vista del uniforme de colegio, cabe preguntarse cómo vestirían a los críos para recibir visitas importantes. Anglona, por cierto, es el que sujeta las patas del perro.
(Continuará).

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