domingo, 28 de septiembre de 2014

El aguililla muerta




Mis pies andaban felices
por en medio del sendero;
los montes me regalaban
con su aroma y su silencio.

La tarde, mansa, caía
en el otoño del cielo;
el sol pintaba tranquilo
mil y un colores de fuego.

Al pasar junto a una encina
mis pasos se detuvieron,
mis ojos quedaron fijos,
mis manos con desconsuelo:

tirada junto al camino,
ya metida en un barbecho,
un aguililla yacía
con un disparo en el pecho.

¿Qué daño hacía este ave,
a quién hería su vuelo,
su vuelo ágil y altivo,
su vuelo alto y sereno?

La noche llegaba lenta
al negro invierno del cielo;
las estrellas no salían:
estaban todas de duelo.

sábado, 20 de septiembre de 2014

A un poeta chileno que recaló en Osuna




Fue en Salta donde te encontré,
en Salta. Acá vivías.

Mi pueblo de sillar y viento,
mi pueblito dormido por los siglos,
se perdió en la distancia
mientras yo andaba el ancho mar nocturno
y la llanura de gigantes;
fueron miles de kilómetros, Pablo,
hasta encontrar tu residencia en Salta,
al pie de las montañas,
de tu altiva cordillera.

Te perdí, Pablo, amigo,
en mi adolescencia incompleta, lejos del Mar,
una tarde lluviosa del enero europeo.
Como buen nómada,
habías cambiado de residencia.
Ya no estabas en la primera;
tampoco en la segunda;
te encontré, al fin, en la tercera:
"venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños."

Fue en Salta, Pablo,
donde una plaza verde de palmeras
se puebla a diario de madres, palomas y niños,
de niños de betún y pegamento,
hijos de la montaña andina, el cóndor y la nieve.

Fue en Salta, Pablo, en Salta,
en una librería polvorienta,
cerquita de tu altiva cordillera.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Palabras de amor





Ámame calladamente:
Tus silencios son ardientes.

Ámame sin prisa alguna,
arrullada por la Luna.

Ámame de azul y oro,
como, en sueños, yo Te adoro.

Ámame entre Tus brazos;
con los míos yo Te abrazo.

Ámame con alegría;
aún está lejano el día.

Ámame en los manantiales
con los besos que Tú sabes.

Ámame cerca del río;
bañará Tu amor y el mío.

Ámame con boca ardiente,
la que quema, la que siente.

Ámame desde Tus ojos;
dime que no soy Tu antojo.

Ámame sobre las olas,
en la barca de la aurora.

Ámame mirando al Mar;
así te quiero yo aMar.

sábado, 6 de septiembre de 2014

A la tierra, dale el agua




A la tierra, dale el agua;
a Tus labios, la sonrisa;
a la boca, la palabra;
a mi cuerpo, Tus caricias.

A Tu música, armonía;
al pïano, la pasión;
a la noche, dale el día;
a la Luna, dale el Sol.

A las nubes, dale el cielo;
a las flores, humedad;
a Su oído, un "Te quiero";
a los hombres, humildad.

A la tarde, mil colores;
a la mano, la guitarra;
a Tu cuerpo, sus olores;
a la tiza, la pizarra.

A la vela, dale el viento;
a Tu piel, dale la sal;
al marino, dale el puerto;
a la costa, dale el Mar.

A los árboles, las hojas;
al caminante, el viaje;
a mi cintura, Tus olas;
a la paleta, el paisaje.

Al sable, dale la vaina;
a los viejos, mocedad;
al fusil, negro barranco;
a Tu alma, libertad.

Al ciego, su blanca mano;
a la paloma, la fuente;
a la hermana, el buen hermano;
al alma, lo que se siente.

A los niños, dales vida;
a la infancia, humanidad;
al muchacho, una salida;
a los mozos, voluntad.

A la mujer, sus entrañas;
a la madre, dale el hijo;
al pan fresco, la mañana;
a los pechos, ese niño.

Al corazón, dale oído;
al poeta, soledad;
a la vida, los caminos;
al que llega, Tu amistad.

A los ojos, lo más bello;
a los cuerpos, mil caricias;
a los labios, muchos besos;
a Tus manos, las dos mías.