miércoles, 27 de diciembre de 2017

«Blanco nocturno», de Ricardo Piglia



Ricardo Piglia (1941-2017)
(Fotografía de Mariana Eliano)


PIGLIA, Ricardo, Blanco nocturno, Barcelona, Anagrama, 2010.

            Novela policiaca sobre un asesinato cometido en un núcleo rural de la provincia de Buenos Aires a principios de los años 70. Al contrario de otros relatos del mismo género, el lector no llega a conclusiones firmes sobre los móviles del asesinato y la identidad del asesino. Todo está envuelto, velado, por un desconocimiento más propio de la vida real. En nuestra vida de todos los días sabemos que se determinan culpables porque la sociedad pide que se les señale, y paguen por lo que se dice que han hecho, pero, en el fondo, y salvo en contadas ocasiones, muchos crímenes son atribuidos a la persona equivocada, a menudo para encubrir a individuos poderosos (y peligrosos). Casi nunca conocemos al verdadero culpable. 
            La novela es muy amena, acaparadora, absorbente, de las que sabes que tienes que acabar para poder dormir esa noche. Los diálogos están escritos por un argentino justo en el idioma que hablan los argentinos, con sus peculiaridades léxicas y morfológicas, de manera que uno lee y cree estar oyéndoles hablar. La acción transcurre en la Pampa, ese territorio infinito poblado por personas ferozmente individualistas. El gaucho aparece pero siempre como telón de fondo de lo que ocurre, como una persona que está de paso, un tanto huraña y distanciada. Blanco nocturno, entre otras muchas cosas, es un homenaje al gaucho, a su fortaleza, a su dominio del medio donde vive, tan inhóspito. Y de forma implícita es también un homenaje a la literatura gauchesca. También lo es a las personas emprendedoras. Luca Belladona resulta ser un hombre de gran empuje creativo —«Su obra estaba hecha con la materia de sus sueños» (pág. 293)— y empresarial, pero dotado de una conciencia moral realmente admirable. O no: todo es interpretable. Lo que para unos resulta plausible y hasta digno de encomio, para otros puede ser ridículo, incluso risible. El mismo título de la novela puede sugerir un final de Luca muy distinto del narrado.
            En esta novela son varios los puntos de vista narrativos, pero casi siempre es un hombre el que mira y cuenta. El caso de Sofía Belladona es excepcional. El mundo del gaucho, de la Pampa, la cultura argentina en general, siempre ha sido muy masculina.
En cuanto a técnicas narrativas, existe un desdoblamiento narrativo propio de Faulkner: por un lado el narrador, digamos, primigenio, que nos habla directamente, y por otro lado, señalados por la letra cursiva, los pasajes en los que dialogan Sofía Belladona y el gran Emilio Renzi, celebrados siempre en el mismo lugar y en un tiempo inidentificado pero continuo.
Por último, destacar una curiosa lista de autores muy prolíficos (pág. 201), algunos desconocidos por el gran público español; tomo nota de ellos: Giorgio Bassani, Edith Wharton, Jean Giono, Carson McCullers, Ivy Compton-Burnett y David Goodis. Se pueden abrir campos de lectura.



viernes, 22 de diciembre de 2017

«Con el viento solano», de Ignacio Aldecoa


El autor. (Imagen de menoscuarto.es)


ALDECOA, Ignacio, Con el viento solano, Barcelona, Bibliotex, 2001.

            Ignacio Aldecoa (Vitoria, 1925-Madrid, 1969) fue un escritor de carácter muy vitalista y atraído por los perdedores de la sociedad. No era una persona calculadora, interesada o arribista; todo en él era pasión y esa misma pasión se lo llevó joven.
            Con el viento solano (1956) cuenta la vida de Sebastián Vázquez, joven manchego de familia de tratantes de ganado, entre los días 22 y 28 de julio de un año cualquiera de la década de los cincuenta. La acción transcurre entre Talavera de la Reina, Madrid, Alcalá de Henares y Cogolludo. Es una novela de camino y de descripción de la vida de las personas menos favorecidas en una España muy dolida, que aún se lamía las heridas físicas de la guerra. El lector curioso conocerá el ambiente de aquellas ferias hoy desaparecidas, los tratos de los arrieros, la vida de las pensiones baratas y de las verbenas de pueblo. Con el viento solano es una historia de reconocimiento de los fallos propios y de asunción de responsabilidades. Escrita en un lenguaje muy cuidado, a veces en puro idioma gitano, contiene imágenes que podríamos considerar impresionistas, llamaradas visuales muy encomiables desde el punto de vista artístico, capaces de provocar en el lector verdadero placer estético.
            La vitalidad de unos jóvenes desocupados les lleva a trasnochar y a seguir bebiendo sin medida al amanecer del día siguiente, lo que les conducirá a cometer actos fuera de toda lógica social, de buena convivencia. Hasta aquí es una historia tan antigua como la humanidad, que se repite cada fin de semana de los meses de verano. Uno de ellos comete un error irreparable y decide huir para evitar las graves consecuencias legales de su acto. Durante su huida conoce personas de todo tipo, algunas despreciables, pero otras muchas, como José Cabeda y Roque el faquir, humanas y generosas. Gracias a la soledad y al contacto con estas personas, Sebastián recapacita, recuerda y madura. Y todo esto con el telón de fondo de la España de posguerra, una tierra pobre, desgarrada y, a menudo, bestial.

Con el viento solano es una lectura ideal para todo el que quiera desintoxicarse de tanta lectura comercial e interesada y conocer mejor la tierra que pisa y la sociedad en la que vive. Mirar atrás produce nostalgia, pero una nostalgia, a veces, sanadora y necesaria.

sábado, 16 de diciembre de 2017

«El bello Antonio», de Vitaliano Brancati



(Imagen de lasicilia.es)


BRANCATI, Vitaliano, El bello Antonio, Barcelona, Seix Barral, 1983; 231 págs. Traducción  de Rosa Marcela Pericás [Il bell’Antonio, 1949].

            Novela realista inspirada por preocupaciones sociales, pensamientos existencialistas y un deseo irrefrenable de realizar una sátira del tópico machismo italiano. La acción trascurre en Catania (Sicilia) en los años comprendidos entre 1930 y el verano de 1943, cuando las tropas aliadas ocuparon la isla. Su autor, Vitaliano Brancati (1907-1954), es uno más de los excelentes escritores sicilianos, alguno de los cuales, como un joven Luigi Pirandello en La Esclusa (1901), dejaron también reflejo de ese instinto de prepotencia machista, y sobre todo de un sentimiento trágico del honor mancillado por cuestiones sexuales, de la Sicilia profunda. De la novela de Pirandello existe una traducción en español de Gian Luca Luisi —La excluida—nada menos que de 2011, noventa años después de ser escrita.
            El protagonista de El bello Antonio es Antonio Magnano, un joven cataniense célebre entre sus paisanos por su atractivo físico. Las mujeres, todas sin excepción, suspiran por sus huesos, y los hombres, todos sin faltar uno, lo envidian y querrían ser como él. De su vida sexual se cuentan hazañas ya legendarias. Su padre, un hombre que en su cerrazón y en su conservadurismo recuerda profundamente a Rocco Pentágora, el marido de La Excluida, se siente orgulloso de la extraordinaria virilidad de su hijo y presume de ella ante cualquiera. Sólo cuando el joven Antonio se case se sabrá qué hay de verdad en su leyenda de amante insaciable.

            Como telón de fondo de las vicisitudes de la vida de Antonio, su familia y sus amigos, se encuentra el régimen fascista italiano. El autor, con afán de dejar constancia de todo lo que había vivido en primera persona, ridiculiza el imaginario fascista de las camicie nere, con sus botas lustrosas, su mano alzada y su prepotencia de hombres sin parangón. Un personaje muy importante resulta ser un hermano de la madre de Antonio, que ha pasado varios años en España y viene horrorizado por los asesinatos que están cometiendo los dos bandos de la Guerra Civil (pp. 122 y ss.). Este hombre, ya mayor y con mundo corrido, intenta poner un poco de lógica en la mente de Antonio y acerca el lector a la castigada oposición antifascista. Finalmente, la entrada de las tropas inglesas en Catania acaba con una pesadilla de veinte años de fascismo pero deja una ciudad ultrajada, aún más deshumanizada y muy destruida por los bombardeos, que causan numerosas víctimas civiles. El final de la novela es demoledor.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

«Golpe de luna y otros relatos», de Mercé Rodoreda


Mercé Rodoreda en 1938
(catalaalcata.blogspot.com.es)

RODOREDA, Mercé, Golpe de luna y otros relatos, Madrid, Aguilar, 1995; 79 págs. [Cop de lluna. Carnaval. La sang. De Vint-i-dos contes, 1958]. Traducción de Angelina Gatell Comas.

            Libro de fácil y provechosa lectura. Con él en las manos el lector pasará una tarde amena y reflexionará sobre la España y la Europa que vivieron las personas nacidas en las primeras décadas de siglo. Mercé Rodoreda (1908-1983) tuvo una existencia marcada por la Guerra Civil española y el exilio, experiencias que le proporcionaron una visión de la vida muy distinta de la que tienen personas nacidas e instaladas en países en paz y respetuosos con las libertades individuales. Volvió a España en 1972, después de treinta y tres años en el exilio.
Los tres relatos están muy relacionados con Cataluña, la tierra de Rodoreda.
La acción de Golpe de Luna transcurre en Francia pero su protagonista es un hombre joven llamado Pere Ferrer, de obvia ascendencia levantina. Narrado en tercera persona, cuenta la experiencia que vive el muchacho al ser conducido por un gendarme a una granja, lugar en el que podrá vivir a cambio de su trabajo. En ningún momento se habla de exilio o de refugiados políticos, pero sí de «Grupo de trabajadores» y de «Compañía disciplinaria», por lo que, posiblemente, refleje una realidad de la época. Quizá los refugiados españoles que en 1939 fueron confinados por las autoridades francesas en campos de concentración —no de exterminio, entiéndase—, tuvieron esa salida, más humana, para ir descongestionando los campos. El muchacho es acogido en la granja por su único habitante, «el padre Michel», un anciano miserable y medio loco con el que tendrá que sobrevivir.
El segundo de los relatos, Carnaval, cuenta las horas que pasan juntos una chica y una chico durante una noche de carnaval en la Barcelona de posguerra. Juntos, y disfrazados, atravesarán a pie media ciudad en busca de la casa de la chica. En este caso se trata de un relato de corte social. El narrador repite en tercera persona.
La sangre, el último de los relatos, transcurre también en Barcelona y en la misma época. Narrado en primera persona por una mujer, cuenta cómo fue su experiencia del noviazgo y el matrimonio. Cuestiones tan vitales en la vida como la influencia de la figura paterna y la retirada de la menstruación, la pérdida de parte de la juventud fisiológica, ocupan lugares especiales en la narración. La protagonista es fuerte, independiente y decidida, con indudables rasgos de la propia Rodoreda.