domingo, 21 de junio de 2015

Pedro Téllez-Girón, príncipe de Anglona (14)



Fotografía de la antigua Iglesia de la Almudena (1869).



El artículo de hoy comienza con una reflexión: si la condesa-duquesa de Benavente, madre de Francisco de Borja y de Anglona, hubiera podido invertir el orden de sus hijos varones, casi seguro que lo hubiera hecho —a mí, al menos, me gusta pensarlo—, pues de esa forma, el título habría recaído en nuestro protagonista y la gran responsabilidad de ser la cabeza visible de la casa de Osuna no hubiera llegado a manos de su sobrino Mariano, el famoso embajador de Isabel II en San Petersburgo.
La idea anterior es “historia-ficción”, no historia, lo que intentamos hacer aquí. No obstante, si cumplimos con nuestra obligación y somos fieles a ella, no debemos olvidar que el hermano mayor de Anglona, X duque de Osuna, sólo lo fue nominalmente pues, como suele pasar con las mujeres mayores en la sombra, su madre fue la directora responsable, efectiva y real del patrimonio ducal durante los veintisiete años que mediaron entre su viudedad (1807) y su muerte (1834), al inicio del reinado de Isabel II, cuando su primogénito llevaba fallecido catorce años y el ducado de Osuna recaía oficialmente en la persona de su nieto Pedro, hermano mayor de Mariano. Por otro lado, si tenemos en cuenta las distintas descripciones del carácter de esta señora que hemos encontrado y citado hasta ahora —principalmente las de Marichalar y la del estudioso ursaonés Díaz Torrejón—, la condesa-duquesa de Benavente, descendiente de los célebres Borgia, no era tampoco lo que conocemos como una persona amante de la economía doméstica. Mariano, huérfano de padre con sólo seis años, fue educado por ella y, al menos en parte, se la debe considerar responsable directa del gusto enfermizo de su nieto por el derroche y la ostentación. Sin embargo, por ahora podemos estar tranquilos: en 1817 Mariano tiene sólo tres añitos y sus trastadas no tienen mayor trascendencia.
Como ya dijimos, en abril del 17 había nacido Tirso María, el menor y el último de los hijos de Anglona, que fue bautizado en la madrileña iglesia de Santa María de la Almudena, templo que se alzó hasta 1869 en la antigua unión de las calles Bailén y Mayor; la ceremonia tuvo lugar el día 21 del mismo mes. El 11 de noviembre de ese mismo año, tiene lugar un acontecimiento de signo totalmente contrario: fallece Josefa Manuela, la mayor de todos los hijos del IX duque de Osuna. Había nacido el 17 de agosto de 1783 y en Barcelona, exactamente, según puede leerse en las páginas 31 y 32 de la admirable obra de Ezquerra del Bayo mencionada en el artículo anterior,

“en la casa de campo de Vicente Simó, Escribano de la Real Intendencia del Principado de Cataluña […] Hasta el nacimiento de su hermano Francisco de Borja había sido primogénita, muertos otros tres hermanos mayores, de las casas de Benavente, Béjar Arcos y Gandía”. 

La condesa de Yebes, en las páginas 10 y 11 de su obra ya mencionada, afirma que son cuatro los hermanitos fallecidos desde la boda de los padres, que tuvo lugar el 29 de diciembre de 1771, hasta el nacimiento de Josefa Manuela, incluso da sus nombres y sus fechas vitales: José María del Pilar (1775-1776); Ramón María, que vive sólo unos meses; Micaela María del Pilar, fallecida en agosto de 1780, con casi dos años, y Pedro Alcántara Ramón (1778-1782). En aquella época, y como ya sabemos, los índices de mortalidad infantil eran altísimos, como también lo eran las muertes por sobreparto. En 1785, y por cesión de su madre, Josefa Manuela recibe el título de marquesa de Marguini, una pequeña porción del noroeste de la isla de Cerdeña próxima a Monteagudo, Osilo y Anglona, territorios pertenecientes al condado de la Oliva que la condesa-duquesa de Benavente irá cediendo a sus hijos. En 1800, a la vuelta de la estancia de la familia en París que formó parte de la frustrada embajada en Viena de su padre, contrae matrimonio con Joaquín María Galloso de los Cobos, conde de Ribadavia y futuro marqués de Camarasa. Tras la muerte de su suegro, Josefa Manuela Téllez-Girón y Alonso Pimentel pasa a ser conocida en sociedad y mencionada en las publicaciones como marquesa de Camarasa. Según las crónicas, sobre todo los relatos de Lady Holland y Fernández de Córdova, era la menos agraciada de las tres hermanas. Sin embargo, el retrato que acompaña este artículo -publicado por Joaquín Ezquerra del Bayo en la Lámina XX de Retratos de la familia Téllez-Girón, novenos duques de Osuna (1934)- parece desmentirlo, a menos que supongamos una belleza extrordinaria para el resto de ellas.

                                                                 

   

Se trata de una miniatura realizada en 1802, cuando Josefa Manuela tenía diecinueve años, por el francés, nacido en Cádiz, Joseph Bouton. Una vez más, un trabajo realizado para la familia de los IX duques de Osuna, de gustos artísticos más avanzados que los poseídos por la mayoría de sus contemporáneos, sirve de presentación para artistas desconocidos en la corte, incluso entre la familia real, que en muchos casos parece ir a remolque de los gustos de la condesa-duquesa de Benavente, a la que podríamos considerar en el Madrid de la época una especie de Petronio o Brummell en versión femenina, aunque mucho más educado y menos exhibicionista y prepotente, un árbitro de la verdadera elegancia, que reside en la humilde sencillez del que ha conocido todo lo conocible y no presume de ello ni intenta imponer su gusto a nadie, alguien que no se empeña en seguir la moda y, a veces, acaba siendo la moda misma. Así pues, gracias a su introducción en la corte por parte de la madre de Anglona, en 1805, tras realizar una miniatura de la reina María Luisa y su hijo Francisco de Paula paseando por los Jardines de Aranjuez -retrato misteriosamente desaparecido en 1916-, la reina queda tan satisfecha que se encarga de procurar a Bouton el codiciado puesto de pintor de Cámara.
Una vez más, y para mi desesperación, el lector puede comprobar que hemos estado hablando de todo menos del príncipe de Anglona, por lo que creo que a esta serie de artículos habría que cambiarle el título y llamarla Aproximación al conocimiento del contexto social y de las biografías de los integrantes de la familia del IX duque de Osuna, o algo así, aunque ese título parece demasiado largo, chocante, pretencioso y decimonónico. Se admiten propuestas.  
(Continuará). 

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