miércoles, 27 de enero de 2016

Presentación virtual de «Camino a Puerto Hermoso»






                Aquí me tienen de nuevo, disfrutando de la soledad de mi habitación y entregado al desafío de la página en blanco, que más que desafío a mí me gusta ver como invitación. Y eso, precisamente, invitarles, es lo que estoy haciendo ahora. Les estoy invitando a la presentación de una novela.
                Vayan pasando, por favor. Eso, con tranquilidad, que hay sitio para todos. No sean tímidos, ocupen la primera fila, que el presentador no muerde ni va a ponerles en un aprieto. Perfecto, muy bien. Así. Cuidado con ese señor, que no ve bien. Gracias. Vamos a esperar unos minutos, los de cortesía, como suele decirse, esos dedicados a las personas que se están retrasando en contra de su voluntad. Se trata de encontrar el equilibrio exacto entre el derecho de los que aún no han llegado y el derecho de los que ya están aquí sentados, pues, según las costumbres del lugar, la misma incorrección supondría empezar con puntualidad como retrasar el inicio más de diez minutos. Para amenizar la espera, les dejo con Yerko Fuenzalida Lorca, conocido intérprete de kora, que hoy nos va a deleitar con la interpretación de un tema en la lira tartesia de quince cuerdas, instrumento reconstruido a partir de su representación en una estela funeraria de tres mil años de antigüedad encontrada en Luna (Zaragoza).
                Gracias, Yerko, por tu interpretación y por ser poseedor de esa fina sensibilidad, tan necesaria y, a veces, tan rara de encontrar.
                   Veo que ya está la sala llena, que están ocupados todos sus treinta asientos. Comenzamos.
                Hay autores que no son partidarios de la celebración de presentaciones de sus libros. Concentran todo su interés y sus capacidades en la escritura, y todo lo que les distraiga de ella, todo lo que se lo impida, lo ven como algo negativo, una especie de desperdicio de su tiempo. Los hay también, por supuesto, que se sienten seguros escribiendo pero no hablando en público, lo que yo estoy haciendo ahora, y les aseguro que los entiendo perfectamente porque a mí me pasa lo mismo. En cualquier caso, he optado por la postura del autor-partidario-de-las-presentaciones-de-sus-libros y en ello estoy.
                Como les decía en la presentación virtual de El proyecto de Mariano, hace ya unos años, tres para ser exactos, cambié mi actividad de investigación en los archivos, que, aunque les parezca mentira, llevaba aparejada una mayor vida social, por el encerramiento casi perpetuo en mi casa para escribir. Como resultado de ello, en estos tres años han visto la luz tres novelas, cada una de ellas de su padre y de su madre, pero todas, de eso me estoy dando cuenta ahora, poseedoras de graves similitudes. Sí, digo bien: “graves similitudes”. Para mí lo parecido, lo similar, no deja de ser un empobrecimiento, una detención, una especie de derrota ante el desafío que tiene ante sí el autor, dueño de la posibilidad de crear un mundo nuevo, diferente, cada vez que escriba un libro. Será que eso, esa creación continua de algo completamente original, es imposible o, simplemente, y ahí le hemos dado, está sólo al alcance de muy pocas personas. Así que, nada, a madurar y a ser consciente de que uno no es Kafka, ni Sánchez Ferlosio. Cada cual tiene sus capacidades, y las mías son las que son, más cercanas, me parece a mí, a las de Marcial Lafuente Estefanía.
                Después de esta introducción crítica con mi obra, tan necesaria como justa, paso a hablarles de mi nueva novela, titulada Camino a Puerto Hermoso. Prometo ser breve.
                Camino a Puerto Hermoso nació de una costumbre muy necia que tienen algunas familias o, mejor dicho, los miembros de algunas familias: tirar los papeles de los parientes fallecidos. Ignorantes del gran valor que tienen los papeles personales, cada vez mayor por la desaparición de ellos que supone la revolución digital, hay algunas personas que, por desconocimiento de ese valor, o por rencor hacia el fallecido, con el que no se llevaron bien en vida, van y, poco después de su fallecimiento —a veces incluso antes si está en estado terminal y no hay nadie que los reclame—, arrojan a la basura sus cartas, sus diarios, sus reflexiones, la memoria escrita de toda su vida. Ya sé que ustedes no lo harían, sobre todo los que me miran con expresión disgustada, pero los hay. Pues, precisamente, gracias a esa fea costumbre me topé con la historia que cuenta la novela, que estaba relatada, a veces sólo sugerida, en un montoncito de cartas que encontré arrojadas a un contenedor. Como supondrán, las cartas contenían los datos de personas, hechos y lugares reales, en este caso relacionados nada menos que con la Guerra del 36. A la vista de su contenido, ni se me pasó por la cabeza relatar los hechos con los mismos protagonistas, pues no quería tener problemas con nadie. Y ya puestos, pensé también en cambiar los hechos mismos, disfrazarlos desfigurándolos y hacer lo mismo con el lugar y la época, de manera que la ficción pudiera ser aplicable a cualquier guerra de las que ha habido a lo largo de la historia y sigue habiendo en este mismo momento, pues todas poseen unas constantes perfectamente reconocibles, sobre todo las relativas al sufrimiento de la población civil, que padece los daños llamados colaterales, niños, personas indefensas, que se encuentran sin quererlo en medio de una guerra que no es suya y ni siquiera entienden. Animado por esta posibilidad, y contando con la buena base que suponían las cartas, me lancé a construir un relato bélico-pacifista que resultase verosímil y universalizable. Ahí es nada. Si lo he conseguido o no, eso es algo que no está en mi mano decirlo.
Por hoy no les canso más. Gracias por haber venido. ¿Alguien quiere preguntar algo?


martes, 26 de enero de 2016

Memoria fotográfica de Osuna (2)


Programa nº 2 (Noviembre, 2004)
Título: La Plaza de España (II)


PRESENTACIÓN DE ESTE PROGRAMA

(Aparezco en pantalla  sentado y con un fondo de la Biblioteca Pública)

            Muy buenas; aquí me tienen un mes más. En este programa voy a seguir comentando fotografías de la Plaza del Ayuntamiento. Hoy vamos a ver, y a comentar, fotografías tomadas entre 1910 y 1940. Espero que no se cansen de la plaza porque aún hay material, y muy interesante, al menos para otro programa. Comenzamos.

(1ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece en pantalla 1 y poco a poco se irá convirtiendo en 2).


    


            Vamos a empezar con una foto de la misma época de las que comentamos en el programa anterior, de primeros del siglo XX o finales del XIX. Para datarla por arriba tenemos los mismos elementos de los que ya hablamos: la casa contigua al Casino aún sin obrar, lo que indica que la foto es anterior a 1921 o 22 y, sobre todo, la torre de la Colegiata con el aspecto que tuvo desde una fecha que aún no está muy clara hasta el 18 de noviembre de 1918, día en el que se derrumba. Para datarla por abajo tenemos muy pocos elementos en los que apoyarnos. Uno de ellos puede ser el tamaño de los árboles, mayor que el que tienen en las fotos anteriores a la caída de la espadaña de San Francisco que, como ya sabemos, ocurrió el 10 de enero de 1906. Esta foto, por lo tanto, debe ser posterior, de 1910 más o menos, y podemos fecharla con un margen de unos ocho años.

Quizá lo que más llame la atención de la imagen es esa especie de kiosco que hay en la esquina de la plaza.

(Aparece el siguiente detalle).



La primera vez que vi la imagen, el kiosco me llamó mucho la atención y hasta hace poco no he encontrado información segura sobre él. Y ha sido leyendo las Actas Capitulares del Ayuntamiento. En ellas, exactamente en la correspondiente a la sesión del 14 de mayo de 1931, cuando ya se habían celebrado las elecciones que hicieron posible la llegada de la Segunda República y gobernaba el municipio una comisión gestora con Francisco Cáceres Nieto como alcalde interino, se acuerda, y cito literalmente, “que desaparezca, por razón de ornato, quedando al mismo tiempo expedita la vía pública y haciendo posible el adoquinado de la superficie que ocupa, el aguaducho existente en el ángulo Nordeste de la Plaza de la Constitución”. [Fin de cita]. Para entender la palabra aguaducho he tenido que consultar el diccionario, donde se lee que es un “puesto donde se vende agua, y que por lo común tiene un armario para colocar y guardar los vasos”. [Fin de cita]. La verdad es que todo encaja. La esquina de la plaza donde está el aguaducho es la nordeste y en la foto se contempla

(Aparece un detalle)



algo que muy bien puede ser un armario o una especie de aparador. A su lado existe un extraño artefacto o expositor que todavía no he podido identificar

(Aparece un detalle)



y que puede parecer una balanza, razón por la que, hasta encontrar la referencia al aguaducho en las Actas Capitulares, pensaba que esta especie de kiosco servía para albergar una balanza que fuera propiedad del Ayuntamiento y formara parte de los mecanismos que existían para tasar los impuestos de consumos, que eran aquellos que debían pagarse por los artículos que entraban en el pueblo procedentes del exterior. Este impuesto dejó de cobrarse a principios de los años 40 pero yo aún recuerdo una de las casitas que existían en las principales entradas del pueblo para dar cobijo al empleado de consumos, casitas que se llamaban fielatos. La que recuerdo era una que hasta hace pocos años estaba aún en pie casi enfrente de la confluencia de la calle Olivillos con la calle Mancilla. Por lo tanto, y volviendo a nuestro kiosco, ya sabemos que cualquier imagen en la que aparezca el aguaducho tuvo que ser tomada con anterioridad a 1931, año en el que llega la Segunda República y se toma el acuerdo mencionado.

En cuanto al origen del agua que se servía en el establecimiento, según Francisco Ledesma Gámez debía estar en la Fuente Vieja o bien de los sobrantes de la Fuente Nueva, que desde su creación, ocurrida, según Rodríguez Marín, nada menos que en 1529, servían para llevar agua a otras fuentes y pilas para el ganado que había repartidas por la localidad.

(2ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece en pantalla 6  y poco a poco se irá convirtiendo en 7).



            Ahora contemplamos una foto que vamos a poder datar con bastante exactitud gracias a distintos elementos. Como ya sabemos, no puede ser posterior a noviembre de 1918 porque la torre de la Colegiata está aún en pie y se derrumbó en ese mes y año. Fijemos nuestra atención en la farola central.

(Aparece un detalle)



(Aparece un detalle de 10 de Prog.1. Los dos detalles deben aparecer uno al lado del otro
aunque este último debe aparecer unos segundos después. Gracias, Francisco)


Como veíamos en el programa anterior, esta farola existía ya a principios de siglo, con las portadas de San Francisco aún en pie, por lo que podíamos pensar que la foto fue hecha con anterioridad a 1906, pero, como veremos en la última foto del programa, dicha farola, aunque sufriera algunos cambios en la parte superior, estuvo en ese lugar hasta la década de los 40, cuando se colocó en el mismo lugar la estatua de Francisco Rodríguez Marín, escritor ursaonense muy encumbrado en los años 40 y 50 y hoy injustamente olvidado. Observen, si son tan amables, la belleza del acabado de la farola y sobre todo, y a eso vamos ahora,

(Aparece un detalle).
 
    

fíjense en el muchacho que está asomado a esa ventana de un edificio que parece en ruinas. Precisamente, el detalle de que ese edificio, que es el del teatro, esté en ruinas es el que nos va a permitir fechar la foto con un margen de sólo 3 años. Como ustedes saben, el teatro contiguo al Casino se había inaugurado en los últimos años del siglo XIX con el nombre de “Teatro Echegaray” y así siguió llamándose hasta que todo su interior —telones, decorados, vestuarios, bambalinas e, incluso, todas las pertenencias de la cantante Manolita Ruiz, que en esos días actuaba en el local— ardió en un desgraciado incendio ocurrido en la madrugada del 1 de marzo de 1915. El edificio estuvo cerrado y en obras hasta 1919, año en el que fue reinaugurado y a partir del cual se llamó “Teatro Álvarez Quintero”, nombre con el que cerró sus puertas hace unos 20 años. [En la actualidad, año 2016 —cuando adapto estos guiones al formato del blog—, el edificio está a la espera de una rehabilitación que no llega nunca; mientras, y a nuestro pesar, Osuna sigue sin un espacio escénico que merezca ese nombre]. Quizá, en él se representó alguna vez La puebla de las mujeres, una obra que los hermanos Álvarez Quintero ambientan en Osuna.

Como conclusión, y según estos datos, sobre todo el estado ruinoso del teatro, podemos afirmar con bastante seguridad que la foto fue tomada tras la fecha del incendio, 1 de marzo de 1915, y antes de la caída de la torre de la Colegiata, ocurrida el 18 de noviembre de 1918.

En relación a la torre de la Colegiata, y para acabar por el momento con el asunto de su caída y de su reconstrucción inacabada, un tema del que vuelve a hablarse en estos últimos años, tenemos una fotografía

(3ª FOTOGRAFÍA)
(Aparece en pantalla 11).



del proyecto de reconstrucción de dicha torre fechado el 4 de abril de 1919. De la contemplación de este proyecto de alzado podemos deducir cómo sería hoy día la torre si la obra no hubiera quedado paralizada por falta de dinero en 1924, año en el que fallece Luis de Soto, un particular que  generosamente, y de manera desinteresada, financiaba la mayor parte de la obra.
           
Este es el detalle del cupulín,

(Aparece un detalle)



la parte de la torre que no se reconstruyó, tal y como hubiera quedado si hubieran finalizado las obras. Como podremos apreciar en el detalle siguiente, tomado de una fotografía del programa anterior,

(Aparece un detalle de 36 Prog. 1; si es posible,
debe aparecer al lado del detalle del plano. Gracias, Francisco.)




el proyecto consistía en la reconstrucción fiel de la torre, en la recuperación del aspecto que el campanario tenía justo antes de su derrumbamiento. Les recuerdo que en el último número de la revista Apuntes 2 [n. 4, nov. 2004] figura un artículo muy bien documentado de Francisco Manuel Delgado Aboza y Pedro Jaime Moreno de Soto en el que podrán encontrar información de mucho interés sobre la historia de la torre de la Colegiata.

(4ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece en pantalla 14 y poco a poco se irá convirtiendo en 15).


   

            Ahora contemplamos la única de las fotografías de las que, por el momento, dispone la fototeca municipal en la que puede contemplarse la Carrera desde la fachada del Ayuntamiento en la época anterior al adoquinado de la calle, obra que, como ya vimos en el programa anterior, se llevó a cabo en 1923, siendo alcalde Francisco López Rueda. Aunque sea adelantar un poco el contenido de los programas que dedicaremos a nuestra calle principal, vamos a pararnos un poco en ella. Su datación por arriba ya está hecha aunque sea muy aproximada. Fecharla por abajo resulta más problemático. Aunque no se ve nada bien,

(Aparece un detalle)



parece que las portadas de San Francisco ya no están en pie porque lo que se advierte es un muro basto que no corresponde al que veíamos en ese lugar cuando San Francisco estaba en todo su esplendor. De ahí que, con todas las prevenciones, podamos afirmar que la foto fue tomada después de 1906. También apoya esta datación el tamaño de los árboles, muy parecido al de los que se ven en la foto que hemos contemplado en primer lugar. En cuanto a los edificios de la Carrera, han cambiado casi todos.

(Aparece un detalle de 14 que se
convierte en un detalle de 15)



   

            Este es el aspecto que tenían en la época de la fotografía, 1910 aproximadamente, los inmuebles en cuyos solares se construyó en los años 70 el edificio situado en la esquina de la calle Luis de Molina, edificio en cuyos bajos estaban la tienda llamada Los Caminos y un bar conocido como Café de Galerón, que tenía la entrada en el mismo lugar que hoy tiene la suya la Caja Rural.

En este otro detalle,

(Aparece un detalle de 14 que se
convierte en un detalle de 15).

    

contemplamos las fachadas de los inmuebles que luego, también en los años 70, se unificarían en el que hoy conocemos y que alberga en sus bajos la sucursal de un banco y un par de locales comerciales. Según parece, entre el aspecto de la foto antigua y el actual tuvo otro distinto en el que ya estaban unificados todos los inmuebles; contemplaremos parte de la fachada en la última foto del este programa. Los que la conocieron dicen que su interior era espectuacular, con una gran escalera doble que se unía en un rellano y un patio muy espacioso. En los bajos de estas casas,

(Aparece un detalle)



muy cerca de la esquina de la calle Martos, parece que ya existía en la época de la fotografía la farmacia de Manuel Calle, cuya trastienda, o rebotica, era célebre por ser sitio de reunión de algunas de las personas más influyentes de Osuna, entre ellos el mismo Manuel Calle. Según me han contado, se daba la circunstancia de que dicha rebotica tenía una puerta que daba a la Carrera y que, al tener delante un escalón muy alto, era posible sentarse en él, echarse hacia atrás y oír las conversaciones de los que allí se reunían. Por esta razón, para que nadie haciéndose el borracho o el dormido pegara la oreja a la madera y descubriera secretos o estrategias de la política local, la parte baja de la puerta tenía largas puntillas que asomaban hacia la calle y que le quitaban las ganas a cualquiera de hacer de espía. Detalles de la época, que hay que valorar en el su contexto histórico.

Para acabar ya con esta foto, que, como dije antes, veremos con más detenimiento en los programas dedicados a la Carrera, vamos a contemplar un detalle

(Aparece un detalle)



del inmueble que ocupaba el solar donde años después se levantaría el edificio que hoy conocemos como Casa Gaona, situado en la confluencia de la Carrera con la calle Nueva. Como vemos, era una casa muy distinta a la que existe hoy, que parece construida siguiendo la moda que implantó Aníbal González en Sevilla y provincia en la época de la Exposición Universal de 1929. De ahí que podamos suponer que la fachada que contemplamos con dificultad en este detalle existió por lo menos hasta principios de los años 30.
           
De vuelta a la Plaza de España, encontramos que el sitio que en otras fotos antiguas vemos ocupado por un kiosco de bebidas

(Aparece un detalle)



aparece ocupado por una estructura formada por tres palos atados que recuerda la armazón que soporta la tela de una tienda de campaña o también la polea para sacar agua de un pozo, posibilidad esta última bastante aceptable ya que las personas mayores recuerdan la existencia de un pozo en este lugar. El vendedor del kiosco que se ve en fotos como la siguiente, se surtiría de dicho pozo pues Osuna, a pesar de los numerosos proyectos de la época de la Restauración y la República, no tuvo agua corriente hasta los años sesenta: las primeras acometidas de agua, según mis datos, fueron instaladas a partir del mes de julio de 1963, siendo alcalde de Osuna José María Contreras Escribano. 

(5ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece en pantalla 24 y poco a poco se irá convirtiendo en 25).

      


            Aquí tenemos el kiosco del que acabamos de hablar en una foto que debió ser tomada años antes, como parece indicarnos el tamaño de los árboles. Además, vemos claramente

(Aparece un detalle).



los mismos naranjitos con tutores de madera que contemplábamos en el programa anterior en las fotos en las que las portadas de San Francisco estaban aún en pie; es decir, en fotos anteriores a 1906. De esta imagen cabe destacar sobre todo a las personas.

(Aparece un detalle).



            Seguramente, el fotógrafo, ya fuera José Ruiz Romero, Antonio Rodríguez, José Rojas o algún fotógrafo itinerante, colocó a los niños en medio y a los mayores en los extremos buscando una simetría en el grupo propia de la intención de un artista. Llama la atención el vestuario de los dos adultos, todo de color blanco, algo por lo que debemos pensar que la foto fue tomada en verano. De todas formas, lo más interesante de la foto, al menos para mí,

(Aparece un detalle)



es el detalle del hombre que va encima del borrico, transporta cántaros que deben ser de agua y se hace sombra en los ojos, quizá para mirar extrañado al fotógrafo que, desde luego, llevaría un equipo fotográfico muy llamativo y voluminoso. Sólo habiendo conocido a los fotógrafos que había en la feria hasta hace unos años se puede uno hacer una idea de cómo serían las cámaras de entonces, todavía más aparatosas. Parece que el fotógrafo hubiera tenido preparado un encuadre que se hubiera visto alterado con la entrada en campo del hombre con el borrico.

            Por último, y para acabar con esta fotografía, como ya hice en el programa anterior quiero llamarles la atención sobre la belleza del diseño del kiosco,

(Aparece un detalle).



muy acorde con la Osuna de principios de siglo y con la actual pues, afortunadamente para nosotros, y a pesar de algunas intervenciones arquitectónicas desgraciadas de los años 70, vivimos en una población cuyos edificios, en general y en comparación con otras ciudades, han sido muy bien conservados.

(6ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece en pantalla 30 de “Fotos actuales de Osuna” y poco a poco se irá convirtiendo en 31).



Aunque a algunos de los telespectadores les parezca extraño, la plaza ha recibido el nombre de “Plaza de la Constitución”, el mismo que oficialmente tiene ahora, nada menos que desde mediados del siglo XIX. Por eso, las palabras “Plaza de la Constitución” que aparecen escritas al pie son de poca utilidad a la hora de determinar la antigüedad de la foto. Vamos a intentar averiguarlo por otros indicios.

En primer lugar, el encuadre. ¿No les parece extraño que si las portadas de San Francisco estaban aún en pie no las recogiera el fotógrafo, con lo bonitas que eran? De hecho, el margen de la derecha de la fotografía está situado justo donde empezaban las portadas, por lo que podemos deducir, aunque siempre sólo en plan de hipótesis, que la foto fue tomada después del 10 de enero de 1906.

Un componente fundamental en el paisaje urbano actual de nuestra plaza principal es, sin lugar a dudas, la casa situada cerca de su ángulo sudoeste, la última que nos encontramos a nuestra derecha si nos encaminamos hacia la calle Sevilla. Dicha casa fue edificada en el estilo que estaba de moda a principios de los años 30, el que impuso el genio de Aníbal González, diseñador, entre otros edificios y lugares famosos, de la Plaza de España de Sevilla. Los especialistas en historia del arte, como Pedro Jaime Moreno de Soto, lo denominan estilo regionalista. Como ya habrán advertido los telespectadores,

(Aparece un detalle).



dicha casa estaba aún sin construir en el momento de la foto y su solar estaba ocupado por una casa de corte tradicional con un extraño añadido.

En esta otra foto, tomada desde la Colegiata entre 1920 y 1925,

(7ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece en pantalla 31,2).



la casa de estilo regionalista aún no está construida; luego veremos una de la plaza tomada desde el Casino en 1937 en el que sí se la ve ya edificada. Contemplemos un detalle de esta foto que creo que tiene mucho interés.

(Aparece un detalle)



Fíjense, si son tan amables, en la casa del rincón que, como les decía, está aún en su estado antiguo. Y, sobre todo, fíjense en la solución que se le dio al destrozo que causó la caída de la espadaña de San Francisco: se tapió la puerta renacentista, que en realidad era el acceso a la capilla de la Virgen de las Angustias, y en el lugar que ocupaba la del XVIII, la más bonita, que sería la que servía de acceso a la iglesia, se construyeron, seguramente aprovechando los restos de los muros antiguos, dos muretes de considerable altura que bajaban de nivel para acomodarse a la altura de una cancela. También se advierten los claustros, reconvertidos en Plaza de Abastos desde el siglo XIX, y la imponente mole de la iglesia, que estuvo en pie hasta que se derrumbó en los años 40.

            Ahora vamos a volver a la fotografía anterior,

(Aparece en pantalla 31).



que quiero que nos detengamos un momento en la protagonista de la imagen. Creo que el protagonismo o, más bien, el punto central de la foto, lo ocupa una persona, una mujer a la que posiblemente conocía el fotógrafo,

(Aparece un detalle)



o igual no, pero el artista se sintió atraído por lo que representa esta mujer ya de cierta edad, que lleva algo en la mano que será comestible, que está seria, que viste humildemente y que, en mi opinión, simboliza y representa a las mujeres de Osuna que han dado su vida entera por sacar adelante a sus hijos. Su mirada, curiosa e inquisitiva, se nos ha quedado grabada en la memoria.

(8ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece en pantalla 33 y poco a poco se irá convirtiendo en 34).


     

Esta fotografía tampoco podemos fecharla con exactitud. Para fecharla por abajo tenemos la información que nos proporciona la existencia del reloj, el cual fue instalado en 1928 como sabrán los telespectadores que vieron el programa anterior. Fijémonos ahora en la acera del Casino.

(Aparece un detalle)



Si miran el borde de la acera con atención, verán que era mucho más ancha de lo que es ahora y que trazaba una curva justo al lado del arco del edificio del Ayuntamiento. El acuerdo de estrechar y alinear esta acera con el arco para facilitar el tráfico rodado, de cierta importancia ya en esta época, fue tomado el 14 de junio de 1936, siendo alcalde Rafael Aguilar Ruiz. El proyecto y el presupuesto de la obra se aprueban en la sesión del 16 de julio del mismo año pero, dado que la Guerra Civil comenzó en la Península justo dos días después, la obra debió llevarse a cabo más adelante, en algún momento que aún no he podido determinar pero que debió ser en el transcurso de la guerra o en los primeros años de la posguerra, pues en una foto que veremos en el próximo programa de finales de los treinta, o comienzos de los cuarenta, parece que ya está alineada. De todas formas, este dato no es muy fiable pues, según socios del Casino a los que he consultado, la acera ha sido ensanchada y estrechada en varias ocasiones.

Cuando pasen andando por allí, si quieren se fijan en el suelo

(9ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece 36).



y verán la señal del antiguo trazado de la acera en una hilera de adoquines.

En cuanto a los coches que aparecen en la foto,

(Aparece un detalle)



el único que medio se puede identificar es el que está en el primer plano y tampoco ayuda mucho a determinar la fecha de la foto. Según personas entendidas, parece un Ford T del año 26 y de fabricación española. Como curiosidad diremos que los Ford, los primeros automóviles fabricados en cadena y dirigidos a un público amplio, eran mucho más baratos que los coches europeos, como el Hispano Suiza, vehículo este último que sólo poseían personas con mucho dinero. El de la imagen tenía veintiún caballos y llegaba a alcanzar los setenta kilómetros por hora, una barbaridad para las carreteras de entonces.

Por lo tanto, y teniendo en cuenta sólo la información que aportan la existencia del reloj, el ancho de la acera del Casino y la amplitud de la fachada del Ayuntamiento, que ya aparece con el largo que hoy conocemos en la foto antes citada de finales de los treinta o principios de los cuarenta, sólo podemos asegurar que la fotografía fue tomada en el periodo comprendido entre 1928 y 1940 y poco.

(Aparece un detalle)



            No era fácil la vida en la Osuna de aquella época y tampoco lo fue en los años siguientes. Era tanta la necesidad y la falta de trabajo que los alcaldes de la República, en unos casos impotentes ante el terrible paro obrero que existía y en otros aliados con la clase patronal, se veían obligados a repartir vales de pan entre las personas que, pidiendo trabajo, se congregaban en la Plaza. Así se recoge en las Actas Capitulares en algunas sesiones, como las celebradas en los días 16 de octubre del 1931, 11 y 23 de marzo del 1932, 4 de mayo del mismo año, etc. etc. El alcalde que más tiempo gobernó Osuna en esta época fue Manuel Rodríguez García, un hombre que había sido empresario del “Teatro Echegaray” y ahora poseía una carpintería en el número 11 de la calle del Cristo, rotulada con el nombre del Ministro de Trabajo, Francisco Largo Caballero, desde el 17 de junio de 1931.
Durante la República Osuna se modernizó en muchos sentidos. Aunque hoy día nos parezca que son cosas que han existido siempre, entre 1931 y 1936 se instalan por primera vez buzones de correos, se obliga a las farmacias a especificar en el exterior cuál es la que está de guardia, se crea una sala de maternidad en el hospital, se colocan carteles de zona escolar en los sitios adecuados para que los conductores tengan cuidado con los niños; hay un intento de soterrar la línea eléctrica que pasa junto a la Colegiata; etc. etc. Por último, y como curiosidad, mencionaré que el 29 de diciembre de 1934, a propuesta del concejal Rodríguez Barraquero, se acuerda, y cito literalmente, "la instalación de unas luces en el Sepulcro de los Duques de Osuna, teniendo en cuenta los numerosos turistas que visitan dicho lugar". [Fin de cita].
 
(10ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece en pantalla 39).



Esta fotografía nos introduce ya de lleno en otro periodo histórico, el de la dictadura de Francisco Franco. La fotografía, según unas palabras que tiene escritas por detrás, fue tomada desde una de las ventanas del piso superior del Casino el día 1 de octubre de 1937, primer aniversario del nombramiento de Franco como Jefe del Estado, fecha que se convirtió en fiesta nacional con el nombre de “Día del Caudillo” y se siguió celebrando hasta los años 70. En la fecha de la foto nuestro país estaba dividido en dos zonas, una que abarcaba Andalucía occidental, todo el oeste y casi todo el norte, y estaba controlada por los militares que habían dado el golpe de estado, y otra gobernada por el gobierno legal de Madrid, que había sido fruto de unas elecciones libres, y que comprendía toda la costa levantina, casi toda la provincia de Jaén, el norte de Córdoba y gran parte de la región manchega. Osuna había pasado a manos de los militares sublevados en los días siguientes al 18 de julio del 36.  

(Aparece un detalle).



El público que se contempla en la plaza está formado en su gran mayoría por hombres, algunos de los cuales sostienen algo que parece una pancarta. Es muy posible que la fecha se celebrara con alguna ceremonia religiosa porque todo el mundo está mirando hacia la puerta de la iglesia de la Concepción, que parece estar abierta.

(Aparece un detalle).



También parece que el marco de la imagen que hay a la derecha de la entrada está adornado para la ocasión.
           
Desde el punto de vista arquitectónico llama la atención el cambio que ha habido en la casa del rincón de la plaza,

(Aparece un detalle).


que ya ha sido reformada siguiendo las líneas del estilo llamado regionalista que, como dije antes, tuvo como uno de sus máximos exponentes a Aníbal González. Otros arquitectos de la época, y que practicaban este estilo, son Aurelio Gómez Millán y Juan Talavera y Heredia. Según los especialistas, la fachada de esta casa recuerda los trabajos de este último.

(11ª FOTOGRAFÍA)

(Aparece en pantalla la imagen 43).



            Vamos a acabar el programa de hoy con una fotografía algo posterior que nos va a servir para volver sobre el tema de San Francisco, recuperar la casa de Manuel Calle hoy perdida y, por qué no, para que nos quede un buen sabor de boca, pues la época de la guerra, aunque debe ser estudiada por ser una parte fundamental de nuestra historia reciente, es muy triste y sombría.

            Aquí tenemos tres amigos vestidos de domingo y pensando que la vida es bella, como se titula la celebre película de Roberto Benigni. Seguro que luego irían a pelar la pava o a intentar hablar en la Carrera con la mujer que les gustaba. Aparte de los tres hombres, lo primero que llama la atención en la foto es la solución que se le dio a la entrada de San Francisco

(Aparece un detalle)



tras la caída de la espadaña, que, como ya sabemos, tuvo como resultado la pérdida para la posteridad de las joyas artísticas que eran las portadas. Esta foto, aunque sólo de manera parcial, nos ofrece una visión más cercana de uno de los muros que rodeaba la cancela situada donde, hasta 1906, estuvo la portada de estilo barroco americano, aquella que los telespectadores pudieron ver en el programa anterior. Como vemos en el detalle, parece que los naranjitos tuvieron que replantarse, seguramente por la falta de riego dada la escasez de agua que el pueblo sufría.
 
            En este otro detalle

(Aparece un detalle).



vemos, aunque también parcialmente, parte de la fachada de la casa de Manuel Calle, el farmacéutico del que ya hemos hablado. Esta fachada, que es distinta de la que veíamos en una foto anterior de este mismo programa, ya existía en la época de la República según he podido comprobar en una foto que me ha llegado fuera de plazo para la redacción del presente guión, razón por la que la veremos en el próximo programa aunque esto suponga retroceder un poco en el tiempo.

            En cuanto a la datación de esta fotografía, tenemos un elemento que nos va a ayudar a fecharla con bastante exactitud: la farola. Como vemos,

(Aparece un detalle)



los muchachos tienen todos un pie apoyado en el pedestal que sostenía la farola central de la plaza, la única que estaba instalada sobre una base. La farola desapareció del centro de la plaza antes de octubre de 1943, cuando se inauguró oficialmente en el mismo lugar el busto de Rodríguez Marín, “la mitad de un hombre”, como decían los niños al verlo. Ese fue el año en el que falleció el “Bachiller de Osuna”, seudónimo que usaba don Francisco, a la edad de 88 años. Dado también que los hombres jóvenes de la foto han sido reconocidos por personas mayores que sabían el año del nacimiento de al menos uno de ellos, podemos decir que la foto fue tomada alrededor de 1940, a pesar de que otras personas piensan que tiene que ser posterior por la moda de los pantalones acampanados, aunque ya sabemos que las modas son como los péndulos en movimiento, que van y vienen, y que lo que hoy está pasado de moda mañana volverá a llevarse.

DESPEDIDA

(Aparezco  solo, sentado y con un fondo de la Biblioteca Pública )

            Eso es todo por hoy. Espero que les haya gustado el programa. El próximo mes les espero con nuevas fotografías y sus comentarios. Les recuerdo que tienen a su disposición el correo electrónico memoriadeosuna@yahoo.es, al que pueden mandar fotos, cartas, testimonios o lo que quieran. También les recuerdo que, si quieren colaborar de alguna forma con el programa, pueden encontrarme por las mañanas en la Casa de la Cultura, en la calle Sevilla. Muchas gracias por su atención y hasta el próximo programa.


En los Títulos de crédito del final
 debe aparecer lo siguiente


(En una pantalla)

Agradezco su colaboración a todas aquellas personas que han hecho posible este programa con sus fotos o sus comentarios. Han sido tantas que si las cita temo dejarme alguna atrás. Gracias a todas y a todos.


(En otra distinta)

Este programa ha sido posible gracias a la inestimable colaboración de José Manuel Holgado Brenes, miembro fundador de la Real Sociedad de Historia de la Fotografía Española y colaborador de la Fototeca Municipal y de la Fototeca del Arzobispado de Sevilla.



(Y en otra distinta, que debe ser la última)


La mayoría de los datos que se dan en el programa,
sobre todo los pertenecientes a la época anterior a la Segunda República,
proceden de conversaciones mantenidas con el profesor
José Manuel RAMÍREZ OLID
y de la lectura de su libro
OSUNA durante la restauración. 1875-1931.