(Eros y Psique, o Psique revivida por el beso de Eros, de
Antonio Canova. Imagen tomada de musee.louvre.fr)
El 19 de noviembre de 18 19
abría sus puertas el Real Museo de Pintura. Aquel importante logro cultural
había sido fruto de varios hechos anteriores: la formación, gracias a un
proceso de varios siglos, y dentro de la Casa Real, de una de las más
importantes colecciones de arte del mundo; la creación del Museo del Louvre
(1793); el intento de José I de realizar algo parecido en Madrid (1809) y, por
último, la voluntad de una mujer, María Isabel de Braganza, esposa de Fernando
VII desde 1816. María Isabel convenció a su marido para que reuniera la
colección, dispersa por los distintos palacios, y permitiera su contemplación
pública. Además, el Rey dedicaría de su "propio" dinero 24.000 reales mensuales a
la reparación del edificio donde iba a exponerse, muy dañado por guerras y
expolios y necesitado de una inversión de 7.000.000 de reales. (Pedro de Madrazo, Catálogo de los cuadros del Real Museo de Pintura y Escultura de S.M.
(Madrid, 1843; pág. VIII). Desgraciadamente, aquella muchacha joven, sensible y
creativa, la principal responsable de la existencia del Museo del Prado,
denominación que la pinacoteca recibiría con posterioridad, murió de parto dos años después de su matrimonio y no vería abiertas sus puertas.
Para el cargo de director había
resultado elegido un cuñado de Anglona, José Gabriel de Silva-Bazán y
Waldstein, marqués de Santa Cruz, aquel que casara con Joaquina Téllez-Girón
en 1801. El Pronunciamiento de Riego en las Cabezas de San Juan tuvo como
lógica consecuencia el cambio de puestos en la administración, entre ellos el
ocupado por Santa Cruz, cargo para el que fue designado el 9 de abril de 1820
nada menos que nuestro protagonista. Durante su gestión al frente del
Museo (1820-1823), el número de obras expuestas pasó de las 311 iniciales a
512, número que en la actualidad, septiembre de 2015, y según puede leerse en
museodelprado.es, asciende a algo más de 1.300, aunque el número total de obras
propiedad del Museo sea de 21.600 sumados pinturas, escultura, estampas y
dibujos: las limitaciones espaciales y los criterios expositivos actuales,
partidarios de dejar mucho mayor espacio en los muros entre obra y obra, son
los responsables de este estado de cosas. En cualquier caso, a la vista de la forma en que se exponían las obras en los comienzos del museo, creo que no se pueden dejar de aplaudir esos cambios de criterio.
(Imagen del Museo del Prado tomada alrededor
de 1860 por J. Laurent y Cía. www.museodelprado.es)
La apertura del museo fue una decisión ciertamente democratizante y
liberal, poco acorde con una monarquía como la de Fernando VII durante el
Sexenio Absolutista. Hasta entonces, pocas y privilegiadas eran las personas
que habían podido contemplar los cuadros. Algunas, sin embargo, habían llegado
a poseer reproducciones de ellos. Tal era el caso de los Silva-Bazán, Téllez-Girón
y Álvarez de Toledo, como demuestra este documento que hemos localizado en la
sección Documentos del archivo de
Rodríguez Marín del Archivo Municipal de Osuna, exactamente el referenciado
con los números 516-61, y cuya ficha, copiada a la letra, es como sigue: “Oficio
del Conde de Floridablanca al Marqués de Santa Cruz y á los Duques de Osuna y
de Alba autorizando para formar una colección de estampas que representen los
cuadros de la Galería de Palacio = San Lorenzo, 16 de noviembre de 17 89 = Hay algún
otro papel relacionado con dicho particular”.
Sin duda, y razones políticas aparte, la elección para el puesto de Pedro
de Alcántara Téllez-Girón fue acertada por su educación y su sensibilidad artística,
un componente de su personalidad que tendrá gran protagonismo a lo largo de su
vida. En la página 7 de la Biografía del Excmo. Sr. D. Pedro Tellez
Girón, Principe de Anglona (Madrid, 1851) redactada por el Marqués de
Miraflores, obra a la que ya nos hemos referido en diversas ocasiones, en relación
al servicio de armas que Anglona realizó en Italia desde 1801 a 1807, el autor escribe
que fue allí donde se enamoró de las artes, “á las que desde entonces dedicó
toda su afición con el caluroso entusiasmo propio de la juventud y de su alma
fuego”. El mismo autor recoge su estancia en Pisa, Venecia, Roma y su asidua
presencia en talleres de artistas de la talla de Antonio Cánova (1757-1822), el
conocido escultor de Paulina Borghese
o de Eros y Psique. Una vez en el
cargo de director del nuevo Museo, Anglona, en una línea muy propia de un
Grande de España y de un Osuna, dedicó de su bolsillo exactamente la misma
cantidad que el rey Fernando al mantenimiento de la pinacoteca: 24.000 reales
mensuales. (Enciclopedia Espasa, ed.
de 1928; entrada TÉLLEZ GIRÓN Y PIMENTEL, PEDRO DE ALCÁNTARA). Por la parte real, dicho cantidad
provenía del “bolsillo secreto” del monarca.
En cuanto a la documentación que pueda existir en los archivos sobre el
periodo de dirección de Anglona, los
servicios de “Biblioteca, Archivo y Documentación” del Museo del Prado se
encuentran, desde el año 2009, ubicados en el Casón del Buen Retiro, cuya
fachada este mira a la entrada principal del Parque del Retiro, en la calle
Alfonso XII. Los interesados en ampliar los conocimientos sobre la vida de
Anglona deben saber que en dicho archivo se encuentran apenas seis unidades
documentales referidas a él, y sólo una de ellas pertenece a su época de
director. Según parece, el grueso de la documentación del Museo durante la
época inicial se encuentra depositado en el Archivo General de Palacio, en el
Palacio de Oriente mismo, depósito documental que espero poder visitar
dentro de no mucho tiempo. En cuanto a los documentos que he localizado en el
Casón del Buen Retiro —cuyo personal me atendió con gran amabilidad a pesar de
encontrarse sobrecargado de trabajo—, cinco de ellos son cartas provenientes
del legado que realizó la familia Madrazo, muy relacionada de siempre con el
Prado. Dicho legado, según tengo entendido, consiste principalmente en cartas
intercambiadas por Federico de Madrazo y Kuntz, director del Prado entre 1860 y
1868 y prolífico escritor epistolar, con distintos personajes de la época,
entre los cuales se encuentran tanto el Príncipe de Anglona como María del
Rosario Fernández de Santillán y Valdivia, su viuda. Para terminar la entrega
de hoy, paso a copiarles el contenido de la carta remitida a Federico por esta
última, documento que aparece sin fecha pero debe ser datado entre 1851, año
del fallecimiento de Anglona, y 1857, año de la muerte de María del Rosario.
Dicho documento se encuentra en el Archivo del Museo del Prado referenciado con
la signatura AP: 11/Nº Exp. 37.
“Sr Dn Federico Madrazo:
Mui Sr mio: envio á Vm 6 litografias del excelente retrato qe
tubo la complacencia de hacer de mi Marido, Q.E.P.D., y ahora espero me hará Vm
el fabor de admitir esa pequeña memoria qe le he traído de Londres.
Su mui afecta Servidora
Q.B.S.M.
La Psa de Anglona”.
El retrato al que se refiere la princesa
de Anglona había sido realizado en 1850. Espero conseguir alguna vez una buena
fotografía del mismo. Por ahora sólo puedo compartir con el lector la imagen de
una de sus litografías, publicada por Joaquín Ezquerra del Bayo en su obra Retratos de la familia Téllez-Girón. Novenos
duques de Osuna (Madrid,1934; Lám. LI). Quizá habría que buscar en la
documentación conservada en el Museo del Romanticismo de Madrid, donde existen
varios retratos de miembros de la familia Téllez-Girón: los archivos contienen auténticas joyas por descubrir.
(El príncipe de Anglona, Federico de
Madrazo, 1850).
(Continuará).
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