La ciudad de Bayona
La biografía de un personaje tan atractivo ha sido en el pasado tema de al menos un libro aunque, en honor a la
verdad, su memoria, como la de otros muchos protagonistas de la movida Historia
de España del siglo XIX, duerme aún en archivos y bibliotecas a la espera de
alguien que dedique su tiempo a recuperarla. Sólo se conoce un libro
dedicado de forma monográfica a su figura. Su autor fue Manuel Pando y
Fernández-Pinedo, marqués de Miraflores, hombre de prosa excelente y autor,
entre otras interesantes publicaciones, de la titulada Biografía del Excmo. Sr. D. Pedro Téllez Girón, Príncipe de Anglona, Marqués
de Javalquinto, Teniente General de los Ejércitos Nacionales y Vicepresidente
del Senado. Se trata de un libro en 4º de 47 páginas que vio la luz en
Madrid en las prensas de José Rodríguez el mismo año de la muerte de Anglona,
1851; puede consultarse en la Biblioteca
Nacional , donde existen tres ejemplares y un servicio de
reprografía que, en su día, hizo posible que la obra llegara a mis manos. He
mencionado este libro porque es casi la única información de que dispongo para
intentar averiguar cómo vivió Anglona el periodo de tiempo comprendido entre
1814 y 1820, etapa del reinado de Fernando VII que los historiadores conocen como
el “Sexenio Absolutista” y que, en lo relativo a la vida de nuestro
protagonista —tío de Mariano “el despilfarrador” y padre del XIII duque de Osuna—
se inicia con el artículo que usted está leyendo. Miraflores era amigo íntimo
de Anglona y escribió el libro justo después de la muerte de éste,
circunstancias que le otorgan un alto grado de seguridad en los datos pero
también le restan objetividad e imparcialidad, pues no recuerdo haber
encontrado en su lectura un solo adjetivo negativo referido a nuestro
protagonista, por lo que la obra puede calificarse de casi hagiográfica. Anglona
tenía muchas y buenas cualidades —valentía, vitalidad, generosidad,
inteligencia y creatividad— pero dudo mucho que se pueda decir de él que fuera
un santo.
El artículo anterior de esta serie finalizaba
con la llegada a España de Fernando VII y con la derogación de la Constitución de
Cádiz, decisión del nuevo rey que produjo una gran decepción entre las personas
de ideología liberal. Este hecho tuvo lugar a primeros del mes de mayo de 1814
y fue la primera de una serie de decisiones muy polémicas y con toda seguridad
contrarias al progreso del país, como la reinstauración del tribunal de la Inquisición o la
detención de personajes que se habían señalado como liberales o afrancesados,
la mayoría de los cuales no eran sino españoles cultos y bien intencionados que
creían en el cambio y no en la vuelta a formulas de gobierno ya caducas. Según
la obra de Miraflores ya mencionada, de una extrema lucidez en algunos de sus
juicios, esta decisión del nuevo rey crea una gran división entre los
españoles, la misma que producirán las Guerras Carlistas —que no fueron sino
guerras civiles— y acabará desencadenando la Guerra Civil del siglo XX. Como
vemos, este autor poseía, además de una prosa excelente, una extraordinaria
visión de futuro. No habla de una guerra civil a gran escala, pero sí escribe
lo siguiente:
«Dividióse aquella España, modelo admirable de unidad en defensa de su Rey y de su independencia, y dividióse para no volver jamás á [sic] estar unida: hablen los acontecimientos posteriores» (pág. 35).
El estado de ánimo de Anglona en aquellos días no debía ser muy bueno. En honor a la verdad, había luchado por la independencia de su país sin apenas descanso desde julio de 1808 hasta el 18 de abril de 1814, día en el que se firma el armisticio definitivo en Bayona, y había asistido impotente a la pérdida de todas las posesiones y rentas de la familia de sus padres, los duques de Osuna, y aun de los de la familia de su mujer, los marqueses de
(Continuará).
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