sábado, 1 de abril de 2017

«Fahrenheit 451», de Ray Bradbury





BRADBURY, Ray, Fahrenheit 451, Barcelona, Debolsillo, 2014; 180 páginas. [Fahrenheit 451, 1953]. Traducción de Ángel Crespo.

            Novela muy recomendable en Enseñanzas Medias y otras épocas de formación. Su autor, el estadounidense Ray Bradbury (1920-2012), escribió otros muchos libros, entre ellos Crónicas marcianas, uno de aquellos que uno leía allá en los setenta con devoción y poca luz, de esos que te pasaban en los parques junto con Siddhartha y los libritos de Gibran Khalil Gibran.
            Su protagonista, que lleva un nombre alusivo al origen de las cosas, Montag, es una persona en cuyos hombros sitúa el autor la carga, la responsabilidad, de reiniciar la sociedad, conducida hasta entonces por caminos que sólo pueden llevar al fracaso y la autodestrucción. Publicada en 1953, contiene de manera asombrosa un perfecto adelanto de todo lo que ya se venía encima de la población de los países desarrollados, el uso de la televisión, en general de la imagen acompañada de sonido, para crear ciudadanos dóciles y manejables. La población de las grandes ciudades iba a ser incapaz de sustraerse a los estímulos visuales situados en sus principales lugares de reunión; pensemos, por ejemplo, en Times Square o en cualquiera de las plazas centrales de las grandes ciudades europeas u orientales. Bradbury pensaba en una sociedad donde ya no se leía, es más, donde la posesión de libros era un delito gravísimo. La sociedad viviría idiotizada por la contemplación de grandes pantallas incluso en las casas, precisamente esas pantallas planas que ocupan toda una pared del salón. Hoy día, para colmo, llevamos las pantallas en el bolsillo, de manera que nos siguen a todos lados. Se trata de no dar tiempo a pensar.

            La novela contiene un canto a la fraternidad, a la vida en el campo —Thoreau es uno de los autores más citados— y, sobre todo, a la lectura como único medio de crear personas libres, solidarias y respetuosas. Entre los autores cuyos libros viven en la memoria de los proscritos, los habitantes del campo, se encuentra don José Ortega y Gasset; su obra debió tener mucha más resonancia internacional de la que el español de hoy imagina.
           En cuanto a los pasajes que me han resultado más interesantes, he seleccionado las palabras del capitán Beatty referidas a los libros (págs. 67 y ss.), el discurso de Faber sobre las necesidades intelectuales de las personas (págs. 96 y ss.) y aquellas relativas a la necesidad de conocer y recordar la historia, estas últimas de Granger (pág. 178).
    

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