jueves, 25 de abril de 2019

La huida


Bruselas, 2014. 

La atmósfera era pesada. Del norte de África llegaba un tórrido ábrego nocturno. Por la ventana, abierta a una calle políglota frecuentada por gozosos exiliados, entraba el alegre quejido de un acordeón vocinglero. Había querido huir de ti, diablo de ojos de gema, pero me seguiste persistiendo en nuestro nomadismo suicida. Y entonces sentí que solo podría vivir si era contigo, que solo viviría si era sin ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario