domingo, 18 de junio de 2017

«El conformista», de Alberto Moravia





MORAVIA, Alberto, El conformista, Buenos Aires, Losada, 1956 (2ª ed.; la 1ª es de 1952); 302 págs. Traducción de Alberto Luis Bixio [Il conformista, 1951].

            Otra de las novelas de Moravia que gustará a las personas amantes del conocimiento de la historia europea del siglo XX, en este caso de sucesos acontecidos entre los años 1920 y mediados de la década de los cuarenta. También gustará a aquellas interesadas en los problemas éticos, en las reflexiones que pueden (y deben) hacerse en torno a las razones que nos llevan a actuar de una manera y no de otra. Como en otras obras suyas, el autor estudia el comportamiento de personajes atormentados, en el caso de Marcelo por haber sido hijo de unos padres con graves problemas sicológicos. El protagonista, Marcelo Clerici, golpeado por experiencias traumáticas durante la infancia, intenta por todos los medios no verse distinto a los demás, a los que lo rodeaban en sus círculos sociales, lo cual podía ser un peligro si pertenecías a la clase burguesa de la Italia fascista.

            La novela está estructurada de la siguiente manera:

Prólogo (Roma, 1920. Marcelo tiene unos trece años);

[Elipsis narrativa de diecisiete años]

Primera Parte (Roma, 1937).

Segunda parte (París, 1937).

[Elipsis narrativa de unos seis años].

Epílogo (Roma, verano de 1943).

            La voz narrativa es la tercera persona y su punto de vista el de Marcelo, siempre Marcelo, al que, a pesar de su militancia, llegamos a ver como una víctima de las atrocidades de la vida. La protagonista femenina principal, Giulia, se nos hace simpática desde el principio, y llegamos a quererla de verdad cuando conocemos su historia. La novela está aderezada de insinuaciones y escenas eróticas más o menos explicitas, algunas de ellas de índole gay y lésbico, siempre tratadas con una delicadeza y una inteligencia que aún hoy día sorprenderán a algunos.
Ya conocen la negativa opinión que tenía Moravia de la familia, que nunca se escoge, y también de la devoción que guardó siempre a Dostoyevski, a quien aseguraba haber leído con once años. Esta novela, como «Los indiferentes», parece un producto lógico de esas influencias y esas ideas.

            En cuanto a la edición y la traducción, deben ser las primeras que se hicieron en castellano. Por supuesto se editó fuera de España. 

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