viernes, 18 de noviembre de 2016

"La educación del estoico", de Fernando Pessoa




PESSOA, Fernando, La educación del estoico. (Único manuscrito del Barón de Teive), Sevilla, Ediciones de la Isla de Sistolá, 2016; 97 páginas. Traducción de Manuel Moya. Prólogo de Julio Moya.


            Unos días he pasado con este librito. Unos días, digo bien, a pesar de tener menos de cien páginas, debido a su densidad, a la profundidad de las reflexiones que contiene. Se trata de la confesión que realiza, justo antes de suicidarse, Álvaro Coelho de Athayde, decimocuarto barón de Teive, un individuo hiperestésico, con graves problemas de adaptación a la vida en sociedad, el Edipo mal resuelto y una vasta cultura anglófila, muy cercano, por tanto, al mismo Fernando Pessoa (1888-1935), creador del heterónimo. La edición contiene, además, otros textos del prolífico escritor portugués considerados complementarios. La educación del estoico, como resultado de su intención y su punto de vista, está escrito en primera persona, casi el único posible, si no el único, para un texto de esta naturaleza. Si les digo que me lo he pasado bien leyéndolo les mentiría porque prefiero otro tipo de caracteres, más sanguíneos y expansivos, más vitalistas, pero es indudable que merece la pena leerlo por las reflexiones que atesora. Les dejo aquí algunas de ellas.

            “Tengo todas las condiciones para ser feliz, salvo la felicidad”. (Pág. 31).

            “El conflicto que nos quema el alma lo expuso Antero [de Quental] más que cualquier otro poeta, porque tenía la misma altura de sentimiento y de inteligencia. Es el conflicto entre la necesidad emotiva de creer y la imposibilidad intelectual de creer”. (Pág. 35).

            “Siendo el pensamiento poderoso, como lo es, nada puede contra la rebeldía de la emoción. No podemos no sentir, como podemos no andar”. (Pág. 39).

            “He podido comprobar que la avaricia y el espíritu de venganza, tal vez por ser dos formas de la mezquindad, mantienen parentesco de sangre”. (Pág.47).

            “Muchos sufren tragedias —todos, si entre ellas contamos las ocasionales. Pero lo que a cada cual le compete, como hombre, es no hablar desde su tragedia; lo que a cada cual le compete como artista, es ser hombre y silenciar la tragedia, escribiendo y contando otras cosas, o sacar de ella, con firmeza y grandeza, una lección universal”. (Pág. 55).

            “Alcancé, creo, la plenitud del uso de la razón. Y es por eso que me voy a matar”. (Pág. 58).


Fernando Pessoa
(paginasdeespuma.com)


            Para terminar, llamar la atención sobre el desprecio que los sucesivos planes de educación de los gobiernos y los centros docentes españoles, salvo raras y honrosas excepciones, parecen sentir hacia la literatura portuguesa, rica en autores y obras determinantes. Un servidor, y después de pasar por enseñanzas básicas, medias y superiores, ha tenido que descubrirlos por sí mismo, lo mismo que, me imagino, le habrá ocurrido al resto de los lectores. Ya es hora de dejar de dar la espalda a ese país hermano y apasionante. Conseguirlo está en nuestra mano.

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