domingo, 11 de noviembre de 2018

Un camión demasiado alto


              En la madrugada del 22 de noviembre de 1968, un camión con exceso de altura produjo la ruina del edificio del Ayuntamiento de Osuna. Las imágenes de aquel suceso aún están grabadas en la memoria de muchos ursaonenses. Pronto se cumplirán cincuenta años.


            Según la información contenida en el legajo 221 del Archivo Municipal de Osuna, a las dos y media de la madrugada del día 22 de noviembre de 1968, un camión frigorífico que circulaba «por la carretera de Sevilla-Málaga-Granada y con dirección a Sevilla […], al llegar al arco existente en el Ayuntamiento salida a Plaza de España enganchó la parte de arriba del camión del último arco viniéndose este abajo».
(Al decir «último arco» se refiere al más cercano a la Plaza de España de los dos, o más arcos, que delimitaban el único espacio en forma de arco disponible entonces. No está de más tener en cuenta la impropiedad semántica de llamar arcos a estos lugares de paso, como hacemos todos. Cuando decimos «el arco del Ayuntamiento» nos estamos refiriendo a uno de los dos espacios que hoy día sirven de paso para vehículos y personas bajo el edificio, cada uno de ellos delimitado por dos arcos y compuesto por tres, pues existe uno central, más ancho. En cualquier caso, con la palabra arco nos entendemos todos, que es lo importante). 
Según se observa en la fotografía, la gran mayoría de las dovelas se vinieron abajo y fue necesario reforzar de manera urgente el arco con puntales de madera, los disponibles entonces. Para intentar impedir también el paso de viandantes, vehículos de dos ruedas y caballerías, en los primeros momentos se colocó una escalera de mano atravesada y en paralelo a la calzada, obstáculo fácil de evitar por los más jóvenes. El arco siguió en pie, aunque, eso sí, sufrió graves desperfectos en su parte central, punto de apoyo de las tensiones de toda esta parte de la fachada. En la imagen se aprecian las columnas y los capiteles en las que se apoyaban las piedras del arco. También se aprecian apuntalados los dos primeros arcos del primer piso.
Aparte del hecho de que una carretera general pasase por la Carrera, lo que más llama la atención es que el camión y su chófer se fueran de rositas y nadie respondiera del daño causado. Al menos no tengo constancia de que así fuese. En su defensa, el chófer —vecino de la Granja de San Ildefonso— pudo argüir la inexistencia de señales que avisasen de la altura máxima permitida. Según puede leerse en las actas de la sesión extraordinaria celebrada por el cabildo municipal el día 27 de noviembre de 1968, el camión, aun con algunos desperfectos, pudo seguir su marcha, mientras el Ayuntamiento tuvo que alquilar un inmueble —rotulado en la actualidad con el número 2 de la Calle San Pedro— al que se trasladó en abril de 1969, y no pudo volver al suyo hasta 1973, cuando finalizaron las largas y costosas obras de reconstrucción. Durante esos años, y según leemos en una carta que lleva fecha de enero de 1971 y que dirige el alcalde de Osuna, Manuel Mazuelos Vela, al Director General de Bellas Artes, Florentino Pérez Embid, el pueblo permanece «dividido en dos sectores prácticamente incomunicados, con la consiguiente incomodidad para el vecindario, con un tráfico desviado que está causando grandes destrozos en otras vías municipales». El problema era evidente. 
            Los planos del proyecto de reforma que se llevaría finalmente a cabo, conservados en el Archivo Municipal, están firmados por el arquitecto gaditano Rafael Manzano Martos, responsable también de la reforma de la Plaza de España contemporánea al accidente y de otras importantes obras llevadas a cabo en Osuna durante estos años, principalmente la consolidación del edificio de la Colegiata. Algunos de los elementos comprendidos en el proyecto, como un murete en el límite del tejado, desaparecieron en la obra ya acabada, decisión que produjo un intercambio de cartas entre el Ayuntamiento y la dirección de Bellas Artes en Madrid, alguna de las cuales, como la citada antes, se conservan en el legajo ya mencionado. En los planos puede observarse  la idea de Manzano del doble arco, esta sí seguida con fidelidad.
La conservación de este edificio histórico ursaonense se debe a Manuel Rodríguez-Buzón Calle, presente en la sesión extraordinaria del 27 de noviembre en calidad de Teniente de Alcalde. Rodríguez-Buzón fue el único miembro de la corporación que se opuso al acuerdo que se quería tomar aquel día de derribar completamente esta parte del edificio para facilitar la comunicación entre la calle Asistente Arjona y la Plaza de España. Consciente de la pérdida patrimonial y artística que aquello hubiera supuesto, pidió el dictamen del Arquitecto Titular de Bellas Artes, en aquel momento, precisamente, Rafael Manzano, al que no se había podido localizar desde el día del accidente. El empeño de Rodríguez-Buzón, que consiguió retrasar unos días la toma de una decisión, fue determinante. Resulta difícil imaginar el aspecto final del edificio si se hubiera derribado definitivamente toda esa parte. Se salvó por la fuerte voluntad de una persona.

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