miércoles, 26 de julio de 2017

Skyrunners





Extraño fenómeno el de los skyrunners. Son personas vestidas con ropa deportiva, y poseídas por un desprecio absoluto hacia la salud de sus rodillas, que corren por los senderos de montaña. Son los mismos senderos que han recorrido desde antiguo individuos mesurados, que se trasladaban con la premura justa. Sólo cuando la ocasión lo requería —el mensaje muy urgente, el aviso al médico, la guerrilla—, se corría por un sendero. Ahora se corre por gusto. Y yo, gran amante de la montaña y los senderos —senderos solitarios, callados—, los veo pasar incrédulo.  
¿Qué mueve a los skyrunners? Será el deseo de vivir de prisa, de llegar pronto a los lugares, de tener ya en la mano lo que desean. O quizá, más bien, les mueva el deseo de hacer lo mismo que los demás, de identificarse con un grupo, de seguir los dictados de las modas deportivas creadas por individuos que explotan el potencial económico del sport. ¿Sienten la montaña? No sé. No lo creo. No disfrutan de los paisajes, ni de la naturaleza intocada. No detienen su paso para contemplar esa flor rara o el brillo distinto del sol en los lagos de agua azulada. Van pendientes solo de correr más de lo que lo hicieron en la ocasión anterior, de batir un récord, de llegar los primeros.
Pueden ir solos o en grupo, y en en ese caso van alineados. Corren mirando sus relojes, que les indican cuántos pasos llevan, los metros recorridos, el ritmo cardiaco y no sé cuántas cosas más. Corren serios, concentrados, intentando sortear las rocas puntiagudas, algunos con la cara desencajada, dando claras muestras de estar sufriendo. Cuando me los encuentro, me da la impresión de que en cualquier momento se van a romper o van a caer desvanecidos y no voy a poder hacer nada por ayudarles, allí, en mitad de la nada. Me angustia verlos, lo reconozco.        
La montaña no pertenece a nadie, de acuerdo, pero, por favor, que pase pronto esta moda, a ver si así vuelven la tranquilidad, el silencio y, sobre todo, la lentitud, madre de la belleza. No hay prisa por llegar: la meta es el camino. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario