sábado, 20 de abril de 2019

La paradoja de la historia, de Nicola Chiaromonte


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            Nicola Chiaromonte (1905-1972), pensador italiano, fue dueño de una mente privilegiada: crítica, analítica y poseedora de una admirable capacidad de memoria y relación. No sé de dónde fue profesor, si lo fue, ni qué otras obras dejó escritas. Tampoco creo que eso sea ahora importante. Su ideología era profundamente socialista.
            La paradoja de la historia es un ensayo inspirado por una idea bondadosa: intentar alumbrar el camino del hombre, que se mueve en tinieblas. El hombre está falto de fe en una creencia sólida desde el inicio de la Primera Guerra Mundial, desastre que supuso la pérdida de la fe en la Dios —está ya venía de antes— y la pérdida de la fe en el hombre mismo, en su progreso, que había venido a sustituir a la fe anterior. De esa forma se abre paso el nihilismo, la creencia en la no creencia, la desorientación más absoluta. Los medios de comunicación de masas ayudan a la difusión de las «mentiras útiles», necesarias en la retaguardia y en los frentes para mantener una sociedad proyectada hacia la consecución de la victoria. Tras la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, los fascismos y la Segunda Guerra Mundial —el proceso es largo pero el inicio del fin está marcado por el atentado de Sarajevo en el verano de 1914— ya no es posible ningún tipo de credo. El hombre ha sustituido todas las creencias anteriores por una fe ciega en la bondad de la posesión de bienes materiales, en el valor de lo novedoso y en la necesidad del progreso tecnológico, acelerando cada vez más un proceso de autodestrucción ya imparable. Que esto lo escriba alguien en 2019, cuando las señales son visibles hasta para el más necio, resulta esperable. Chiaromonte supo verlo mucho antes.
            El texto resulta muy atractivo y efectivo en su intención comunicativa porque apoya su razonamiento en el análisis y comparación de varias obras ya clásicas de la literatura de los últimos doscientos años. Principalmente se basa en obras de Stendhal, Tolstoi, Martin du Gard, Malraux y Boris Pasternak, autores a los que Chiaromonte admira. Tenía una gran confianza en la utilidad de la ficción como ilustradora de las experiencias individuales, idea que aparece reflejada en la página 9 y en la ilustración que acompaña esta reseña. La paradoja de la historia puede ser considerado una antología de los mejores momentos del pensamiento contemporáneo occidental. Uno nunca volverá a ver la historiografía clásica cómo la veía antes de su lectura. Puede empezar a considerarla, aviso, como algo en realidad vacuo, inexistente por la radical imposibilidad de conocer todos los procesos vitales. La historia de los grandes nombres y las grandes batallas es solo una pequeña muestra de lo acontecido. La historia real, integral, abarcadora, no existe ni existirá nunca: es imposible. Chiaromonte no se refiere a la historia de las personas humildes, anónimas y por tanto imposibles de mencionar, que también, sino a la falsedad inherente al uso de un solo punto de vista en el relato. La paradoja de la historia, tan lúcida, es también profundamente pesimista, al menos ese es el sabor de boca que me ha dejado. No todo ha a ser una comedia.

Nicola Chiaromonte, La paradoja de la historia, Cinco lecturas sobre el progreso: de Stendhal a Pasternak, Barcelona, Acantilado, 2018. Traducción de Eduardo Gil Bera.

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