Coímbra, 2015. Foto: V. Espuny
La
paleta está salpicada de explosiones de color primero independientes, luego ligadas. La familia de los rosas se deja cortejar por los salmón, los albero,
los grises, los rojo teja. El blanco de los marcos de las ventanas esparce
estabilidad por una composición inquieta. Líneas rectas, cubos, sugieren una
agrupación de cuerpos geométricos próximos y bien avenidos. Desde una ventana, una
joven de ojos brillantes mira el Mondego encantado. Y sueña. En la Quinta das
Lágrimas, del otro lado del río, una sombra cruel asesina a Inés de Castro.
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