Jack London (biografiasyvidas.com)
Los valientes caminan solos. Alguien
acuñó esta frase hace tiempo y tuvo éxito. La repetimos de manera irreflexiva,
como tantas otras. En verdad puede pensarse que los cobardes suelen ir en grupo,
pero también se mueven en grupos los lobos, y otros muchos animales salvajes, y
no por eso son menos valientes. Se trata solo de una estrategia de supervivencia.
Precisamente
esa necesidad, la de moverse en grupo, al menos en un binomio, es el tema de Encender una hoguera. La edición que he
leído contiene las dos versiones que Jack London (1876-1916) nos dejó. Ambas
están protagonizadas por un hombre joven que se propone llegar a un campamento
de buscadores de oro situado en el área de Klondike, una comarca situada en el
noroeste de Canadá, justo en la frontera con Alaska. Para ello tiene que
recorrer a pie una distancia de treinta millas. Desoyendo los consejos de los
más experimentados, a los que ve como viejos débiles, intenta hacer el camino
solo un mes de enero. La temperatura es de más de sesenta grados bajo cero, dato
que varía algo de una versión a otra pero no deja de ser crucial. La comida, un
bocadillo, la lleva en contacto con su cuerpo para que no se le congele. La
barba, los bigotes, están helados. Cuando escupe, la saliva se solidifica en el
aire. En estas condiciones de frío tiene que seguir el curso de un río helado bordeado
de manantiales. Y tendrá que hacer fuego. En una de las dos versiones, la
segunda, de 1908, la más elaborada y profunda, lo acompaña «un formidable husky
nativo», pero el hombre será incapaz de interpretar las señales que el animal,
más preparado para sobrevivir a temperaturas extremas, le manda.
Lectura
de gran interés para todos aquellos que aman la naturaleza y desean conocer los
peligros que encierra para no caer en ellos. La dosificación del conflicto en
la narración —relatado por un narrador omnisciente crítico con el protagonista—
resulta magistral. Aún tengo frío.
Jack London, Encender una hoguera, Cáceres, Editorial Periférica, 2013. (To Build a Fire, 1902 y 1908). Traducción
y postfacio de Juan Cárdenas.
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