Fotografía de Miguel Urech realizada en 1948
Se
trata de una colección de cuentos publicada originalmente en 1987. Consta de
veinte relatos en los que la voz narrativa cambia a menudo de persona entre la
primera y la tercera, aunque parecen más cálidos y poseedores de un mayor poder
de comunicación aquellos escritos en primera. El marco cronológico de los
argumentos abarca desde la infancia de García Hortelano (1928-1992), en plena
Guerra Civil, hasta su madurez, ya en la Transición. El lugar de la acción es
casi siempre Madrid, un Madrid a menudo de calles pavimentadas con adoquines y
cruzadas por brillantes raíles de tranvía. Ellas fueron el escenario de gran
parte de la vida de García Hortelano y a esa ciudad dedica muchas de sus
mejores páginas.
A
Madrid y a su amigos. García Hortelano debió ser
una persona muy apegada a ellos, al menos en su infancia y su primera juventud.
En muchas de sus historias aparecen grupos de amigos, pandillas más o menos
conformadas, cuyos miembros están unidos por fuertes lazos afectivos o simples
atracciones eróticas. Desde su primera novela, Nuevas amistades (1959), parece ser una constante. En los relatos
de Mucho cuento, algunos
descacharrantes, encontramos textos muy relacionados con el relato Riánsares y el fascista, casi continuaciones de este, en los que vuelven a
aparecer Tano, o la misma Riánsares, y en la que el niño protagonista-narrador
relata cómo vivió algunas épocas de la guerra y la posguerra, mediatizadas por
una familia en la que predominaba el elemento masculino y soltero que, digamos,
lo malició de por vida en el trato con el alcohol y las mujeres. Esos relatos
son principalmente Gigantes de la música
y Carne de chocolate. Ellos van
seguidos por otros dos que pueden considerarse también unidos, El cielo palurdo o mística y ascética y Detrás del monumento. Están centrados en
los años de adolescencia pasados en un colegio de escolapios. Son francamente
divertidos. La serie de la infancia culmina con La capital del mundo, el tributo a una persona que pasó de ser un
completo desconocido a jugar un importante papel como salvador de su vida y
cicerone de un Madrid que dejó de existir hace mucho tiempo. Creo que este
último será del agrado de las personas que amen el Madrid actual y se dediquen
a buscar en él huellas de la ciudad que fue, abarcable y comprensible, y dejó
de ser hace tiempo.
Después
de una primera parte bastante uniforme, aparece una sección de cuentos de
difícil clasificación y de lectura menos novelesca, como Cuestiones flabelíferas, muy divertido, y los tres que componen Los diablos rojos contra los ángeles blancos:
Mutis, Nostalgia y Elasticidad.
Estos tres, más intelectuales, merecen (y necesitan) una relectura por parte de
lectores poco avisados.
Luego,
por fin, aparece la sección —cuando hablo de ‘secciones’ estoy aplicando
divisiones mías— de juventud y madurez. En ella García Hortelano centra sus
esfuerzos en hacernos llegar cómo viven la sexualidad miembros de pandillas de
amigos más o menos mayores, necesitados de adaptación a las nuevas formas
amatorias, más libres. Uno de ellos, Forma
de mujer, guarda una curiosa coincidencia argumental con su monumental
novela El gran momento de Mary Tribune (1972), pues en ambos desempeña un importante papel como elemento
desestabilizador de una pandilla la aparición de una mujer de características
extraordinarias. Me ha parecido de una gran sensibilidad, atenta a la
resolución de traumas emocionales, el cuento Extravíos. Por último, destacar el titulado El crimen, que relata la forma en la que dos parejas de amantes
viven los meses anteriores y posteriores a la muerte de Franco. Los personajes
de Hortelano experimentan el cambio con esperanza.
(Leído en Juan García Hortelano, Mucho cuento, Barcelona, Ediciones B,
2000).
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