César Vallejo en 1929. (Biblioteca Nacional del Perú)
Roberto Bolaño, Monsieur Pain, Barcelona, Debolsillo, 2017.
Novela
homenaje al movimiento surrealista francés y a la siempre necesaria figura de
César Vallejo. Especialistas como Abraham Prudencio Sánchez realizaron en su
día el análisis de la obra. A ellos remito al interesado en profundizar en el
texto.
Roberto
Bolaño (Santiago de Chile, 1953 – Barcelona, 2003) fue un gran descubrimiento
para mí. Lo conocí tarde, cuando sus novelas eran ya de lectura obligada para los
que pretenden estar a la última en todo lo bueno que se publica. Existe una neofilia, no
sé si es la palabra adecuada --impulso contrario al otro extremo, el misoneísmo--, que
nos obliga a estar al día de todo lo que se está haciendo o está recién hecho y
a pensar que por el simple hecho de ser nuevo ya es bueno. A poco que uno se
para a pensarlo se da cuenta de lo absurdo de este planteamiento. Esta
reflexión ha permitido que durante largos periodos
de mi vida haya estado completamente desconectado de las novedades editoriales.
Hubo épocas, lo reconozco, en que seguía con pasión a ciertos autores y leía todo lo que publicaban. García
Márquez, Muñoz Molina, José Saramago y Juan Goytisolo fueron algunos de ellos.
De eso hace unos treinta años. Pues desde entonces, ya ven si ha pasado tiempo,
no había vuelto a sentir la misma atracción por ningún autor. Lo primero que
leí de Bolaño fue Los detectives salvajes
(1998). De todo lo suyo que he leído hasta ahora es la obra con la que más he
disfrutado y la que logró que me enamorara de su estilo —muy sencillo pero
perfectamente exacto en la elección de las palabras— de por vida. Disfruté con
ella, entre otras razones, por recordarme mis años universitarios y las movidas
alrededor de aquellas revistas literarias de tan pobre presentación y tanta
autenticidad en los contenidos. Luego he leído otros de manera desordenada y
compulsiva, como los he ido encontrando en las librerías, por casualidad: Llamadas telefónicas (1997) —son
cuentos—, La pista de hielo (1993), El
Tercer Reich (2010), La novela Nazi
en América (1996) y 2666 (2004).
Como verán por las fechas, algunas de sus obras parecen póstumas y debieron
salir sin las correcciones que Bolaño hubiera hecho en ellas de seguir con
vida. Todas son admirables productos de unas extraordinarias capacidades de
fabulación y de producción, de una fertilidad textual fuera de lo común. Vamos,
que Bolaño vivió y escribió con una intensidad y una pasión al alcance de muy
pocas personas.
Monsieur
Pain (1999) fue publicada por primera vez en 1984 con el título
de La senda de los elefantes y, según
creo —así lo afirma Bolaño en su «Nota preliminar»—, la obra de 1999 es una
simple reedición de aquella de 1984. Conociendo su amor por la escritura cuesta
trabajo creer que Bolaño no hiciera cambios pero ya no podemos preguntarle. Su
acción transcurre en París durante la segunda semana de abril de 1938 y describe
los intentos que realiza Pierre Pain, acupuntor y seguidor del mesmerismo, de
cumplir la voluntad de una mujer. Esta le ruega que intente salvar la vida de
un paciente pobre y poeta llamado Vallejo. Vallejo sigue muriendo, como en el
poema Masa —lo destaca Abraham
Prodencio Sánchez—, durante toda la novela:
«Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!".
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo».
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!".
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo».
Monsieur Pain resulta un homenaje
literario al surrealismo por las mismas situaciones y visiones que vive y sufre
el protagonista, a menudo víctima de pesadillas o circunstancias reales que
parecen soñadas. También contiene alusiones a la Guerra Civil española, en
aquellos tiempos ya definitivamente decantada hacia el bando vencedor, y a la
larga noche de inhumanidad que se cernía sobre toda Europa, presente en muchas novelas de Bolaño.
Muy recomendable.
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