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William Faulkner, Intruso en el polvo, Barcelona, Planeta, 2000. [Intruder in the dust, 1948]. Traducción
de J. M. Álvarez Flores y Ángela J. Pérez.
Una
vez leída esta novela de Faulkner he procedido a realizar una consulta de otras
páginas, de la obra de otros comentaristas, anotadores, reseñadores, autores de
recensiones, críticos o cómo quiera llamárseles, lo hago a menudo, y he sido
consciente de la bochornosa diferencia que existe entre lo que algunos han
escrito sobre ella y lo que yo pueda escribir. Me refiero en particular al
texto de Javier Avilés incluido en el «El lamento de Portnoy». Todos los
lectores que queden insatisfechos con estas mis pobres palabras deben dirigirse
a él.
Intruso en el polvo es una de las
novelas de Faulkner inspiradas por el amor que sentía hacia la humanidad en
general, y en particular hacia los negros que convivían con los blancos en los
estados sureños de los Estados Unidos. Como demuestra en la dedicatoria de Desciende, Moisés, Faulkner estuvo desde
la infancia en estrecho contacto con ellos y los quiso —era consciente del amor
y la protección que les debía, sobre todo a las mujeres—, de manera que estas
novelas suyas en las que los defiende son, a mi entender, una forma de
devolverles ese amor. Además son
necesarias por simple humanidad.
Lo
que más admiro de la obra de Faulkner es la ligazón que une a la mayoría de sus
novelas. En ellas narra los avatares de varias familias durante dos o tres
generaciones, familias en las que las sangre blanca y negra —en realidad
siempre es roja, todos los sabemos— se ha ido mezclando. Fruto de esa mezcla es
Lucas Beauchamp, el personaje desencadenador de los hechos que se relatan, que
no voy a contarles para no fastidiarles la lectura. Lucas es cabezota, generoso
y señorial. Posee el atractivo de las personas que se sienten orgullosas de sus
raíces. La novela está contada desde el punto de vista de un muchacho de
dieciséis años. La acción trascurre durante una semana de finales de los años
cuarenta en Jefferson, condado de Yoknapatawa, esa territorio ficticio creado
por Faulkner.
En
cuanto al estilo, la lectura resulta a veces complicada, en algunos pasajes
mucho, por la enrevesada sintaxis faulkneriana. Solo es apta para valientes.
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