jueves, 26 de enero de 2017

"Los huevos fatídicos", de Mijaíl Bulgákov




BULGÁKOV, Mijaíl, Los huevos fatídicos, Editorial Nevsky Prospects, 2016 (1ª ed.); 154 páginas. Traducción de Marta Sánchez-Nieves.

            Novela corta, demasiado —la acabas en un rato, y luego la echas de menos—, de lectura muy amena. Fue escrita con el gran sentido del humor que tenía Bulgákov, condenado a estar toda su vida en un país al que amaba profundamente y del que, a pesar de ello —y debido al panorama político-social de la rusa estalinista—, quiso salir sin conseguirlo, muriendo en él sin haber cumplido los cincuenta años. Como señal de su fortaleza, (casi todas) las novelas que escribió te hacen sonreír, ver la realidad con otros ojos, a veces con el ramalazo de lúcida demencia propio de los grandes creadores. No podemos saber cómo hubiera sido su carrera literaria fuera de la URSS, si su genio se hubiese visto avivado de la misma manera, pero sí sabemos que llevó una vida desgraciada, aislado en aquel régimen provinciano y corto de miras, una persona como él, que estaba encaminado a brillar en los foros culturales más importantes. En cierto sentido, sin embargo, tuvo más suerte que otros autores, como Victor Kibalchich (Victor Serge) o Alexandr Solzhenitsyn, pues no fue enviado a  ningún gulag, aunque ellos, al menos, pudieron salir de la URSS, y el segundo, incluso, recibir un Nobel.
            Aunque pueda parecer imposible, Los huevos fatídicos (1924), novela futurista y luminosa, aunque pesimista, fue escrita en el mismo periodo de tiempo que La guardia blanca, obra esta última realista, oscura, a veces muy desagradable por describir fielmente las atrocidades de las que son capaces los hombres durante las guerras. En Los huevos fatídicos el protagonista es un científico que ve cómo el estado se adueña del gran descubrimiento que ha efectuado y hace un uso catastrófico de él, todo contado con un gran sentido del humor y dejando caer continuamente críticas a la situación del país. El protagonista, el profesor de zoología Vladímir Ipátievich Pérsikov, es un personaje del que nos enamoramos desde el primer momento, un hombre de ciencia, despistado y clarividente, que intenta luchar contra la inepcia de los gobernantes. Esta novela debe tener muchos puntos de contacto, similitudes, con Corazón de perro (1925), novela de Bulgákov que espero leer pronto.

            Los huevos fatídicos posee un narrador en tercera persona y omnisciente, clásico. El desarrollo de la acción es lineal. A veces se intercalan capítulos, o largos pasajes, que podríamos llamar situacionales o panorámicos. En ellos se describe el estado de la ciudad, la región o el país sin tener en cuenta la presencia o no de personajes del relato. Tal es el caso por ejemplo del capítulo sexto, titulado “Moscú en junio de 1928”. Por necesidades de la trama, la acción transcurre en verano.   

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