Nuevos datos sobre el retrato y la biblioteca ursaonense del
obispo Azamor[1].
Soledad Rubio, in
memoriam
En el mes de junio de 2011 me
encontraba inmerso en la lectura de los libros de Actas Capitulares del ayuntamiento de Osuna cuando, en uno de los
ejemplares, exactamente en el perteneciente a 1785[2],
encontré cosido un documento realmente llamativo. Se trata de una carta, en
apariencia autógrafa, firmada por Manuel Azamor y Ramírez, que acababa de ser
nombrado, por Carlos III, “Obispo de la S.ta
Ygl.a Cated.l de B.s Aires”[3].
Como lector
enamorado del estudio de la rica e inagotable historia ursaonense, aquel
hallazgo supuso para mí una agradable sorpresa y, al mismo tiempo, el
planteamiento de no pocas incógnitas. Pues… ¿quién fue en concreto este señor,
de apellido con resonancias norteafricanas[4],
que, según propio testimonio, estaba tan en deuda con Osuna?
Documento cuyo hallazgo dio pie
al artículo. Foto del autor.
Aunque nació en
Villablanca (Huelva) y pasó en la
Península cincuenta y siete de sus sesenta y seis años de
vida, su figura ha despertado mucho más interés en Argentina que en España, y
es allí donde se ha escrito su biografía. La razón de esta atracción argentina,
sobre todo porteña, por la figura de Azamor estriba en una circunstancia que
escapó a su voluntad, pues se produjo después de su muerte: el uso de su
biblioteca privada como base de la primera Biblioteca Pública laica[5]
de Buenos Aires (1812), quizá el primer acto de relevancia cultural de la Argentina independiente;
el empleo de sus libros ha llevado a algún autor a considerar a Azamor como
fundador de dicha biblioteca (García de Loidy 1972)[6].
La profesora Daisy Rípodas Ardanaz, reputada especialista en el estudio de la
vida social y cultural hispanoamericana durante el periodo colonial y aun
durante el siglo XIX, ha dedicado varios años al estudio de la vida, la obra y
la biblioteca privada de Azamor, circunstancia que nos exime de realizar aquí
siquiera un resumen de su biografía, pues éste resulta muy accesible en varias
páginas web, todas ellas inspiradas directamente en las obras[7]
de la estudiosa argentina.
Dicho esto, y
volviendo a recordar y reconocer la valía de las obras sobre Azamor de la
profesora Rípodas, no podemos dejar de indicar que éstas, y dicho sea con el
mayor de los respetos, pueden ser mejoradas en lo relativo al estudio de sus
años pasados en la
Península. Si tomamos el trabajo que contiene su biografía
(Rípodas 1982), vemos que de las 100 páginas que dedica a ella de manera
específica —las otras 167 están dedicadas a sus escritos, todos inéditos, su
testamento, su biblioteca y su ideario—, sólo 42 de ellas versan sobre su
periodo peninsular, lo que, teniendo en cuenta, como decíamos más arriba, que
cincuenta y siete de los sesenta y seis años de su vida transcurrieron en la
metrópoli, supone un desequilibrio en cuanto al contenido que puede ser
subsanado por investigadores radicados en la actualidad en España, cercanos,
por tanto, a los archivos que resultan de consulta obligada.
Obviamente,
faltan datos, y otros deben ser corregidos. Así debe ser la evolución de las
ciencias, pues nunca existirá la obra definitiva sobre tema alguno. El infinito
universo de los conocimientos humanos, infinito como la biblioteca imaginada
por Borges[8],
está en constante evolución, y cada obra servirá de punto de apoyo para obras
posteriores. No obstante, en nuestra opinión, las carencias del periodo
peninsular de la biografía de Azamor escrita por la profesora Rípodas Ardanaz
estriban en una circunstancia que, en ningún caso, puede ser atribuible a ella
misma. Nos referimos a hechos como el estado en el que se encontraba el archivo
de la antigua Universidad de Osuna[9],
donde Azamor fue alumno-colegial, bachiller, licenciado, doctor, consiliario,
decano y rector entre los años de 1756 y 1784. A la vista del
contenido de nuestra nota 8, si tenemos en cuenta que, para el conocimiento de
los años ursaonenses de Azamor, Rípodas se basó en la obra de Rubio Sánchez y
en las consultas que don Manuel Rodríguez-Buzón Calle realizó para ella en el
Archivo de la Colegiata
de Osuna (Rípodas 1982: 9 y 10), archivo que en la actualidad, año 2011, se
encuentra en proceso de catalogación, podemos entender que su obra sea
mejorable en relación a la etapa ursaonense del biografiado, pues nadie puede
consultar documentos inaccesibles.
Algo parecido
podemos decir de los archivos pertenecientes a la localidad onubense de
Villablanca. Aún está pendiente la consulta de ellos por algún interesado en la
vida de Azamor[10].
Ermita de Nuestra Señora de la Blanca
(Villablanca, Huelva). Foto del autor.
En cualquier
caso, el presente trabajo, debido a las limitaciones de espacio inherentes a
cualquier publicación de índole colectiva, sólo aspira a despertar la
curiosidad del lector por el conocimiento de la vida y la obra de Azamor, y el
interés por un estudio más en profundidad de los “años peninsulares” y, sobre
todo, “ursaonenses” de la vida del obispo onubense. No obstante, no vamos a
dejar pasar la ocasión de realizar algunas puntualizaciones, anticipos de
posibles trabajos futuros.
Una de las
cuestiones en las que hemos hecho progresos reseñables es la datación del
retrato de Azamor que reproducen autores como Rodríguez-Buzón (1982: lámina X)
y Rípodas (1982: 3), y que la eminente investigadora argentina supone pintado
durante la estancia de Azamor en Osuna en el verano de 1786 (Rípodas 1982: 48)[11].
También tiene dudas, lógicas, por otra parte, de un fragmento del contenido de
la cartela situada en la parte inferior del retrato, inseguridades que le
vienen del hecho de que trabajara con una fotografía del cuadro levemente
recortada, lo suficiente para que se perdiera la fecha (1786), que nosotros
hemos podido ver con total seguridad[12].
En cuanto al lugar donde se realizó el retrato, podemos afirmar con casi total
certeza que no fue Osuna sino Madrid. Y ello por el texto que hemos localizado
en un documento del Archivo de la Universidad de Osuna fechado el 25 de marzo de
1786[13],
durante el rectorado de José María González Robles, un auténtico benefactor de
la institución colegial. Aparte de la donación del retrato de Azamor, hemos
encontrado en los Libros de Capillas
otras donaciones suyas de objetos artísticos, sobre todo retratos de colegiales[14].
Dado que no hemos localizado referencias anteriores a retratos de colegiales ni
en los libros de claustros ni de capillas, parece que la historia de la galería
de colegiales ilustres se inicia con la donación de González Robles efectuada
el 5 de junio de 1785.
Imagen tomada de Cuadernos
de los Amigos de los Museos
de Osuna, n. 13 (diciembre, 2011);
pág. 33.
En cuanto a los
libros que formaban la biblioteca privada de Azamor, hoy día custodiada en la
“Sala del Tesoro” de la
Biblioteca Nacional Argentina, entre ellos se encuentran, con
toda seguridad, varios ejemplares provenientes de Osuna, hecho que conocemos
gracias a los trabajos de Rípodas Ardanaz (1994: IX a XXVII). Sabemos que
cuando Azamor embarca en Cádiz el 16 de octubre de 1787 rumbo a Montevideo “en
la fragata Nuestra Señora de la
Luz , alias la
Menorca ” (Rípodas 1982: 53)[15],
lleva consigo 976 libros[16].
Para hacernos una idea de qué significaba esa cantidad, podemos tener en cuenta
catálogos de bibliotecas de la época. El de la Universidad de Osuna,
por ejemplo, realizado por Rubio Sánchez a partir de los inventarios redactados
durante el siglo XVIII, arroja una cifra de 225 obras (Rubio 2006: 244 a 253), aunque, desde
luego, no sea el de esta institución un caso ejemplar en cuanto al
mantenimiento de su librería[17];
incluso hemos encontrado unas palabras del mismo Azamor sobre el asunto: “careciendo
esta Universidad de una librería competente para la pública instrucción, y
evacuar los puntos, y dificultades que ocurren en las controversias literarias,
se hace más difícil el progreso, y aprovechamiento, que es necesario a un
estudio general”[18].
Rípodas Ardanaz da como ejemplo de biblioteca privada de la época, aunque no en
Buenos Aires, la que era propiedad del gaditano Pedro José Chaves de la Rosa (Rípodas 1982: 92),
compañero de estudios y de claustro de Azamor en Osuna, nombrado Obispo de
Arequipa en 1787 (Rubio 2006: 317): la suya constaba de 844 títulos, cifra que
parece acercarse a la de Azamor si no tenemos en cuenta que va referida a los
libros que existían en ella a la muerte del obispo gaditano, cifra que en el
caso de Azamor alcanza los 1227 títulos (Rípodas 1994: 112).
Entre esos 1227
títulos, hemos localizado una veintena larga relacionada con Osuna, bien porque
procedieran físicamente de la localidad sevillana, lo que se deduce de las
anotaciones manuscritas que conservan, bien porque traten de hechos o
personajes relacionados de manera directa con ella. De ellos, diecisiete, los
precedidos por un asterisco[19],
se encuentran en la actualidad en la “Sala del Tesoro” de la Biblioteca Nacional
de Argentina. El número que precede a cada ficha es el que ocupa en el catálogo
de Rípodas (1994).
En primer lugar,
el grupo de libros que llama la atención es aquel en el que, a modo de exlibris,
aparecen frases escritas por un joven Azamor orgulloso de sus logros académicos
en la Universidad
de Osuna. Como verá el lector, si su lectura no resulta fatigosa, todas las
frases, redactadas en latín, son muy parecidas (en la nota a pie de página
figura el libro donde se encuentra la frase en cuestión): “Dor. Emmanuel Diaz
de Azamor in Majori Ursaonensi Collegio purpurea toga decoratus Alumnus”[20];
“Doct. D. Emmanuel de Azamor in Majori Ursaonensi Collegio purpurea clamyde
decoratus Alumnus”[21];
“In Majori Ursaonensi Collegio epithogio purpureo decoratus alumnus. Ann. 1760.
Azamor”[22];
“D. Emmanuel de Azamor, in Majori Ursaonensi Collegio purpurea toga decoratus
alumnus. Anno 1761” [23];
“In Majori Purissimae Conceptionis Ursaonensi Collegio purpurea toga decoratus
alumnus. Ann. 1760” [24]; “In Majori Purissimae Conceptionis Ursaonensi Collegio purpurea
toga decoratus alumnus. Ann. 1760” [25];
y, por último, “Doct. D. Emmanuel de Azamor in Majori Ursaonensi Collegio
purpurea clamyde decoratus alumnus. Ann. 1761” [26].
Azamor indicó la propiedad de los siete libros haciendo alusión a su condición
de residente en el Colegio de la Purísima Concepción ursaonense, institución
complementaria a la
Universidad y, físicamente, anexa a ella, y, gracias a los
sintagmas “purpurea toga”, “purpurea clamyde y “epithogio purpureo”, aludiendo a
uno de sus futuros logros académicos, el de doctor en derecho civil. Y decimos
futuro porque por las fechas que aparecen en la mayoría de las frases, 1760 y
1761, Azamor había obtenido ya el título de doctor en Teología[27],
facultad que tenía el blanco como color identificativo, y no obtendría el de
doctor en Derecho Civil, distinguido con el color encarnado, hasta años más
tarde[28].
En cuanto al apellido Díaz, que aparece en la primera de las frases y fue usado
por Azamor, sobre todo, durante sus años mozos[29],
era el primer apellido de su madre, Sebastiana Díaz Ramírez; más tarde
antepondría el primer apellido del padre, Domingo Lorenzo de Azamor Ramírez, y
en segundo lugar usaría Ramírez, presente tanto en la familia paterna como en
la materna (Rípodas 1982: 13 a
15).
El segundo grupo
de obras que puede establecerse es aquel que está relacionado con Cristóbal
Ubaldo Fernández de Córdova (o Córdoba). Entre los libros de la biblioteca de
Azamor existen tres con frases escritas, seguramente, por la mano del mismo
Fernández de Córdoba. La primera, “Es del Dr. D. Cristóbal Ubaldo Fernández de
Cordova. Abogado de los Reales Consejos, visitador general del Arzobispado de
Sevilla, vicario juez eclesiástico de la villa de Osuna, cura propietario de la Iglesia Colegial , catedrático
de Prima de Leyes de su Universidad, &a”[30];
la segunda, “Es del Dor. Don Cristóbal Ubaldo Fernández de Córdoba, cura propio
de la Insigne Iglesia
Colegial de Osuna, y catedrático de Vísperas de Leyes en propiedad de su
insigne Universidad y vicario eclesiástico de la Villa ”[31];
y, la tercera, una simple firma a modo de ex libris: “Dor. Don xpl.
Vbaldo Fz. de Cordoua[32]”.
Además, entre los libros de Azamor existía uno escrito por el mismo Fernández
de Córdoba[33].
Cristóbal Ubaldo Fernández de Córdoba era natural de Olvera (Romero 2009: 76)
y, según se deduce de los expedientes de los pleitos en los que intervino, tuvo
un carácter realmente combativo[34],
circunstancia que, sin duda, influyó en la determinación con la que Azamor, más
joven y conocido suyo, intervenía en las causas judiciales, algunas de las
cuales, como la de jurisdicción abacial, le dieron fama de excelente jurista[35].
En palabras de Rípodas Ardanaz, Azamor, erigido en defensor de sus derechos
como Abad de la Colegiata ,
“fue capaz de enfrentarse con el poderoso Cabildo Eclesiástico de Sevilla y con
su Arzobispo, el cardenal Solís, tan reverenciado que la Audiencia esperó a su
muerte para pronunciarse en favor del Abad en una causa que hasta entonces sólo
se había animado a dejar dormir, pese a las diligencias del Cardenal para
alcanzar una definición” (Rípodas 1982: 26), resultando del proceso una
sentencia “importante, no sólo para Azamor sino para el universo osunés” (Rípodas
1982: 27). Como decíamos más arriba, Fernández de Córdoba y Azamor se
conocieron, hecho que hemos podido constatar en el Archivo de la Universidad de Osuna, pues
coincidieron en los órganos de gobierno de la institución docente[36].
Suponemos que, como fruto de ese conocimiento y, probablemente, amistad,
Fernández de Córdoba legó algunos de sus libros a Azamor y, de esa forma,
acabaron llegando a Argentina.
Una explicación
similar debemos suponer para otros libros, como aquel que contiene la leyenda
“Habet ad usum superioris permissione Fr. Ildephonsus de Morente filius Conº Sti.
Dominici ursaonensis. Morente [rubrica]”[37],
palabras que, traducidas libremente, vienen a decir que el libro pertenece a un
fraile del Convento de Santo Domingo de Osuna, llamado fray Ildefonso Morente,
o de Morente. También en este caso hemos podido averiguar algo sobre el
anterior propietario. Según todos los indicios, se trataba de “Fray Ildefonso
Morente, Prior del Convento de Santo Domingo de esa mi Villa”[38].
Su nombre aparece en algunos claustros, como aquél, ya citado en el caso de
Fernández de Córdoba, que supuso la primera asistencia de Azamor a una de sus
reuniones[39].
Totalmente integrado en la cúpula universitaria, Morente pronuncia en 1768 el
sermón en la Capilla el día de la Inmaculada[40],
celebración que en aquella época, y teniendo en cuenta que la Universidad se
encontraba bajo su advocación, era la más importante del año y, en ocasiones,
se celebraba sin reparar en gastos[41].
Dos años más tarde recibe el nombramiento de catedrático de Sagrada Escritura[42]
y toma posesión de la Cátedra de Vísperas de Teología, de forma simultánea a la
toma de posesión de Azamor de la Cátedra de Prima de la misma facultad[43].
En 1772 Morente es nombrado Consiliario de Teología para el año siguiente[44].
El caso de los
libros que contienen las firmas “Dr. Toledo”[45]
y “Pedro de Toledo y Herrera”[46]
es un poco más complicado. En opinión de Rípodas Ardanaz, la primera puede
pertenecer tanto al Dr. Pedro de Toledo y Herrera como al Dr. Pedro Toledo
Villegas (Rípodas 1994: 15). Toledo y Herrera era natural de Medina (Cádiz) y
estuvo relacionado con la
Universidad de Osuna y la Colegiata , ocupando
cargos de gran responsabilidad en ambas instituciones, entre la década de los
80 del siglo XVII y el año de su muerte (1743) (Rubio 2006: 327). Toledo
Villegas, natural de Marchena (Sevilla), llegó aún más lejos, pues accedió al
puesto de Abad de la
Colegiata ; fue, precisamente, el antecesor de Azamor en el
cargo y tomó posesión el 19 de 0ctubre de 1752 (Valderrama s.a.: 184). De las
dos personas, ésta es la que nos parece que fuera el anterior propietario del
libro por varias razones: por haber coincidido con Azamor en los claustros de
la Universidad[47],
por ser ya de avanzada edad[48],
por haber precedido a Azamor en el cargo de Abad y, por último, por la temática
del libro en cuestión, pues Toledo y Herrera era Doctor en Cánones y Toledo
Villegas en Teología. Así, resulta totalmente lógico que en el ejemplar del Fuero Real de España (s. l., 1543)
aparezca la firma del primero, y no la de Toledo Villegas. En este libro, por
cierto, existe otra firma, en este caso de “Hernando Pérez Parejo”, Consiliario
de Cánones en la universidad ursaonense en 1627 (Rubio 2006: 361), cargo que
también ocuparon Toledo y Herrera (1707-1722) (Rubio 2006: 327) y el mismo
Azamor en 1768[49],
datos que nos permiten seguir con cierto detalle las peripecias vitales del
ejemplar, que hoy día, por fin, descansa, aunque sea a miles de kilómetros de
Osuna, el lugar donde fue de más utilidad.
Del resto de los
libros de la que hemos dado en llamar “biblioteca ursaonense” de Azamor, poco
más podemos añadir a lo ya escrito por Rípodas Ardanaz. El del célebre
humanista romano Lorenzo Valla[50],
edición lionesa de mediados del XVI, que lleva en la portada la firma
“Ludovicus de Benjumea”, pudo haber pertenecido a un canciller de la
universidad ursaonense apellidado Benjumea, que accedió al cargo en 1584 (Rubio
2006: 310)[51].
Obra muy curiosa,
y de interés para el conocimiento de la vida conventual en la Osuna de la primera mitad
del XVIII, debe ser la escrita por Torralbo[52],
prior del Convento de San Pablo de Córdoba. La hemos encontrado mencionada en
la monumental obra de Valdenebro y Cisneros (1900: 294 y 295) sobre la historia
de la imprenta en Córdoba pero aún no hemos tenido la oportunidad de leerla.
Desde el punto de
vista material, la obra más valiosa de todas es la escrita por Vorrillong[53],
impresa en Venecia antes del 1500 y, por lo tanto, incunable. El ejemplar tiene
la particularidad de llevar en dos lugares, en la portada y en el primer folio
de texto, la firma “Don Juan Gyrón”, firma que, según Rípodas Ardanaz,
perteneció a Juan Téllez Girón, “segundo Conde de Ureña y Señor de Osuna, muerto
en 1528”
(Rípodas 1994: 111). La investigadora argentina cree que el libro pudo llegar a
manos de Azamor como un obsequio de su protector Pedro Zoilo Téllez Girón, VIII
duque de Osuna (Rípodas 1994: XXV).
Primera página de Super quattuor libris
Setentiarum, obra de Guillermo
Vorrillong (impresa en Venecia en 1496).
Foto de la Biblioteca Nacional de
Argentina
Hemos dejado para
el final un ejemplar que contiene las leyendas “De la Librería del Colegio
Mayor de Osuna” y “Del Colegio Mayor de Osuna”[54].
Con ello no queremos atribuir a Azamor el conocimiento de la ciencia de Caco,
Clío nos libre de semejante atrevimiento, sino considerarlo una muestra más del
incesante traslado de hombres y conocimientos del Viejo al Nuevo Mundo, de la
sangría continúa que para España supuso el mantenimiento de un imperio tan
lejano, inabarcable e insostenible. Manuel Azamor y Ramírez, fallecido en
Buenos Aires cuando aquel gran imperio estaba a punto de empezar a desaparecer,
llevó a tierras americanas una parte importante del alma de la cultura
ursaonense. Este trabajo sólo ha pretendido ayudar a recuperarla.
BIBLIOGRAFÍA
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PATRIMONIO BIBLIOGRÁFICO ESPAÑOL. (Consulta realizada en agosto de 2011).
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Biblioteca Amigos de los Museos de Osuna, Osuna.
VALDENEBRO Y CISNEROS, José María de (1900), La imprenta en Córdoba, Sucesores de Rivadeneyra, Madrid.
VALDERRAMA Y VALCÁRCEL (s.a.): Notas que se encuentran al final de
la copia del manuscrito de Antonio García de Córdoba depositado en el Monasterio
de las Descalzas de Osuna. Hemos consultado el ejemplar fotocopiado existente
en la Biblioteca Pública
ursaonense.
[1] Este artículo fue
publicado por primera vez en Cuadernos de
los Amigos de los Museos de Osuna (n. 13), Osuna, 2011; págs. 30-35.
[3] He aquí su contenido, transcrito con un
lenguaje algo actualizado para facilitar su comprensión; (el original puede
leerse en una de las imágenes que ilustra este artículo):
“Muy
señores míos: Los grandes motivos, que me asisten, para reconocer a vuestras
señorías, y a ese pueblo, como origen de mis afectos, son tan manifiestos a todos,
que no necesitan de prueba. Conozco que soy deudor a esa Villa, donde recibí la
instrucción, los grados, y el favor con que principié y he seguido mi carrera;
llenándome de honor, sin merito mío, en su Colegio, su Universidad, y su
Insigne Iglesia Colegial. Estos beneficios, que exigen una memoria indeleble,
inspiran el agradecimiento, y me obligan gustosamente a poner en noticia de
vuestras señorías cómo en el despacho del día 20 de diciembre próximo [pasado]
se dignó S. M. nombrarme para Obispo de la Santa Iglesia Catedral de
Buenos Aires. Lo participo a vuestras señorías para que reconociéndome por uno
de sus mayores afectos, mande cuanto sea de su agrado, para ejercicio de mi
buena voluntad. La Divina
prospere a vuestras señorías en su mayor grandeza. Cádiz, 1 de enero de 1785.
Besa la mano a vuestras señorías / Su más
obligado y reconocido servidor y capellán / Manuel de Azamor y Ramírez”
[4] Azamor, que también
puede aparecer citada como Acemur, Azammur, Azemmur o Azemmour, es una
población de Marruecos situada en la desembocadura del Umm-Er-Rebia, río que se
une al Atlántico a unos 75
kilómetros al sudoeste de Casablanca.
[5] Desde 1794 existía en la ciudad una biblioteca pública ubicada en
el Convento de la Merced ,
librería que había tenido su origen en la donación de un seglar y estaba
regentada por los mismos mercedarios. (Rípodas 1982: 120 y 121.)
[6] Citado por Rodríguez Pereyra 1994: 16.
[7] Son dos los títulos de
Rípodas que resultan de consulta imprescindible para conocer la vida y la obra de Azamor; ambos, por
supuesto, figuran en la bibliografía. Aunque agotados, pueden encontrarse en
librerías de viejo.
[8] Nos referimos a su conocido relato La biblioteca de Babel (1941). Como dato curioso, recordaremos que
Borges fue director de la Biblioteca Nacional argentina desde 1955 y por un
periodo de casi veinte años. Allí, nada más llegar, se dedicó “a conocer los
vericuetos, los pasillos, las galerías, los estantes y los centenares de miles
de volúmenes.” (Rodríguez Pereyra 1994: 66)
[9] El archivo de la
antigua Universidad de Osuna, en adelante A.U.O., no ha empezado a ser
efectivamente estudiado, clasificado y, en definitiva, cuidado, hasta las
décadas finales del siglo XX. El primero que se ocupó de ello fue el eminente
investigador inglés Richard Kagan, que estuvo trabajando con el archivo a
finales de los sesenta o principios de los setenta para la redacción de su obra
Students and Society in Early Modern
Spain, (1974), publicada en español con el título Universidad y Sociedad en la España Moderna (Madrid, 1981). En la época, y
a juzgar por sus palabras, el estado del archivo no era muy alentador: “Ninguna
de los dos [universidades, Baeza y Osuna,] tiene catálogos y ambas colecciones
−amontonadas en las estanterías y por los suelos− exigen por parte del
investigador una buena dosis, tanto de músculos como de paciencia” (pág. 310).
La siguiente persona en acercarse al archivo con intención de consultarlo y que
contribuyó a su conservación fue la profesora Mª Soledad Rubio Sánchez, autora
de El Colegio-Universidad de Osuna
(1548-1824) (Sevilla, 1976, 1ª ed.; la 2ª, más accesible y por la que
citaremos, fue editada en Osuna en 2006). Ella nos cuenta cómo fue encontrado
distintos “nidos de documentos” por lo que, finalmente, acaba afirmando que el
“material encontrado es bastante superior a lo que esperábamos y a lo que otros
investigadores, en búsquedas anteriores, habían visto” (pág. 55). Tuvieron que
llegar los años 90 para que el A.U.O. acabase siendo una realidad como tal, con
las unidades archivísticas adecuadamente catalogadas y conservadas. A ello
contribuyeron dos hechos fundamentales: la remisión, desde Madrid, gracias a un
convenio firmado con el C.S.I.C., de documentos pertenecientes, de entre otros
archivos ursaonenses, al A.U.O, y el traslado al Archivo Municipal de Osuna
(A.M.O.), desde el edificio de la antigua universidad ursaonense, de los restos
del A.U.O con los que ya había trabajado Rubio Sánchez. Un interesante relato
de todo este proceso puede leerse en la obra de Ledesma Gámez (2009: 83 a 86).
[10] Nos referimos al Archivo Parroquial de la Iglesia de San Sebastián,
custodiado en la actualidad (2011) por el párroco don Fermín Texeira Quirós, y
al Archivo Municipal de Villablanca, cuyo contenido está disponible en lo
relativo a los epígrafes de sus unidades en la web de la Excma. Diputación
Provincial de Huelva. Para el conocimiento de la infancia de Azamor, Rípodas se
basó en la información De genere, moribus
et vita de Azamor conservada en el Archivo de la Catedral de Cádiz,
Secretaria de expedientes de limpieza de sangre, año 1783 (Rípodas 1982: 13; n.
1). De ella deduce que su biografiado había nacido el 22 de octubre de 1733.
Sin embargo, y hasta que el mencionado Archivo Parroquial pueda ser consultado,
algo que esperamos poder hacer en breve, existe una duda razonable sobre este
dato, ya que en el interior de la mencionada Iglesia de San Sebastián hemos
podido constatar la existencia de una lápida colocada en 1957 en la cual puede
leerse: “En esta Sta. Iglesia se bautizó / el Excmo. y Redmo. Sr. D. Manuel /
Azamor y Ramírez, Obispo que fue / de Buenos Aires e hijo / natural de esta
Villa nacido / el 30 de julio de 1730” .
[11] La estancia de Azamor en Osuna, donde pasó varios días a
principios de agosto, tuvo lugar exactamente entre la mañana del día 4 y la
tarde del día 7 (A.U.O., Libro de
Capillas, sign. 274, fols. 14
a 17).
[12] En la actualidad (2011) el retrato se encuentra en proceso de
restauración. Agradecemos a doña Beatriz Cuevas, directora del Museo Municipal
de Osuna, las facilidades que nos ha dado observarlo con detenimiento.
[13] “Comisión al señor Sarria para que haga retratar al Ilustrísimo
señor Azamor. En esta Santa Casa y
Colegio Mayor de la
Purísma Concepción del conde de Ureña nuestro fundador y
señor en 25 días del mes de marzo de 1786. Juntos en la Capilla como lo han de uso
y costumbre los señores doctores don José María González Robles, señor Rector,
don José Calvo de Vida y don Juan Nepomuceno José del Rayo y González, únicos
colegiales de este [Colegio] Mayor residentes, se hizo presente por su Señoría
ser conveniente al lustre y esplendor de esta Santa Casa, quedase en ella
retrato del Ilustrísimo señor doctor don Manuel Díaz de Azamor y Ramírez,
individuo que fue de este colegio y obispo en el día de la Santa Iglesia de
Buenos Aires; y hallándose en la actualidad en la Villa y Corte de Madrid, le
parecía oportuno se comisionase al doctor don Juan de Sarria y Alderete,
colegial igualmente de este mayor, a fin de que lo hiciese sacar original, lo
que oído por sus señorías, desde luego convinieron en ello; y en su virtud se
acordó despachar dicha comisión y que por el infrascrito secretario de capilla
se le comunicase su acuerdo; lo que se ejecutó dirigiéndole carta con esta
fecha, y de todo lo cual doy fe.” (A.U.O., Libro
de Capillas, capilla del 25-3-1786, sign. 274, fols. 2 y 2 v).
[14] Entre ellas, seis retratos de colegiales
(Diego Avellaneda, Barros de San Millán, Miguel Gómez de Arellano, Pedro
Salazar de Mendoza, Antonio de Morga [l. d.] y Fernando de Hojeda [sic]). Con
este acto, el donante desea “consagrarles un monumento capaz de eternizar su
memoria, debido sin disputa a su mérito, y que acordándonos [de] las virtudes,
los trabajos y gloriosos pasos de muchos compañeros que nos han precedido, pueda
servirnos al mismo tiempo de estímulo, y encender [sic] a muchos hermanos que
han de venir en los más vivos deseos de su imitación.” (A.U.O., Libro de Capillas, capilla del 5-6-1785, sign. 39, fols. 91 v. a
93); o, un año más tarde, “Donación
que hace el doctor don José María González Robles de los retratos de los
fundadores” Fueron realizados por el pintor gaditano Juan de Herrera. (A.U.O. Libro de Capillas, capilla del
30-5-1786, sign. 274, fols. 7 v. a 9). Con posterioridad a 2011 ha visto la luz un
estudio del conjunto de los retratos de colegiales: La colección de retratos de varones ilustres de la Antigua Universidad
de Osuna (Osuna, 2015), obra de José Manuel Moreno Díaz.
[15] Formando parte de su séquito, integrado por catorce personas, y
en calidad de Provisor, viajaba el licenciado Juan José Yolis, natural de
Osuna, abogado de los Reales Consejos (Archivo General de Indias, CONTRATACIÓN,
5531,N.2,R.29).
[16] Los libros iban distribuidos en 33 cajones marcados con las iniciales
M.A.R. Los documentos relativos a este embarque se conservan en el Archivo
General de la Nación ,
sito en Buenos Aires. (Rípodas 1994: X.)
[17] En el A.U.O. hemos localizado varias
alusiones al mal estado en el que se encontraba y a lo mal dotada que estaba. “
[…] respecto a no haber en este Colegio y Universidad librería competente, se
suplicase a Su Majestad en los mismos términos por las librerías de dichos
colegios”; se refiere a los de la
Compañía de Jesús, recién suprimidos (A.U.O. Libro de Claustros, claustro del
8-5-1867, sign. 212, fols. 330 v y 331). O también, en palabras de José María
González Robles, vicerrector, que la librería “estaba sin estantes, rodando los
libros, sin poderse usar de ninguno, expuestos a perderse y maltratarse mucho
más de lo que estaban, con grave perjuicio de esta casa, así que le parecía
necesario proveer de remedio.” (A.U.O., Libro
de Capillas, capilla del 21-8-1789, sign. 274, fol. 81 v.)
[18] Pasaje de una representación escrita por Azamor en mayo de 1767 a Carlos III y firmada
por el rector, el canciller, y los cinco decanos, Azamor entre ellos en calidad
de decano de Leyes.(A.U.O., Libro de
Claustros, sign. 212, fol. 333 v.)
[19] Usamos el mismo símbolo que empleó la profesora Rípodas (1994:
XXXI). En general, seguimos fielmente este excelente trabajo de la
investigadora argentina.
[20] *228. CASTELL ROS Y MEDRANO, Diego, Tractatus de arbitrio humano lapso a
necessitate libero a Deo, per gratiam praevenientem, ad consensum salutarem
excitato et adjuto. 2a ed., Cumpluti Regalis, 1707. (Las
palabras de Azamor están escritas en la hoja posterior a la portada.)
[21] *229. CASTELL ROS Y MEDRANO, Diego, Tractatus de lege et gratia sufficienti,
Sanctissimo Patri et Domino Nostro Clementi XI dicatus ad explicationem suae constitutionis
quae incipit “Unigenitus”, pars prima, Compluti Regalis, 1717. (En este
caso, la leyenda manuscrita aparece en la contraportada).
[22] *500. GALLEGOS, Francisco, Bellum metaphysicum de ente reali in quo…
Joannis Duns Scoti vera mens enucleatur, Granatae, 1748. (Las palabras
escritas por Azamor se encuentran en la hoja de cortesía). Según Rípodas (1994:
XVI), el autor de esta obra fue catedrático de Lógica en la Universidad de Osuna
sobre 1720, dato confirmado por Soledad Rubio (2006: 311), que lo cita como
“Fray Francisco Gallegos: Catedrático de Lógica en 1718” .
[23] 524. GONET, Juan Bautista, Clypeus theologiae thomisticae,
Antuerpiae, 1744, 5 v. (La leyenda manuscrita aparece en la falsa portada del
tomo 1º. Esta obra no se encuentra en la Biblioteca Nacional
de Argentina, sino en la
Biblioteca de la
Facultad de Teología bonaerense).
[24] *653. LAMY,
Bernardo, Apparatus chronologicus et
geographicus ad commentarium in harmoniam sive concordiam quatuor
evangelistarum, Venetiis, 1735. (La frase se lee en la contraportada).
[25] *654. LAMY,
Bernardo, Commentarius in harmoniam sive
concordiam quatuor evangelistarum, et apparatus chronologicus ac geographicus,
Venetiis, 1735. (La frase
también se encuentra en la contraportada).
[26] *912. PRÓSPERO DE AQUITANIA, San, Opera omnia, Venetiis, 1744. (En este
caso, la leyenda también está en la contraportada).
[27] “Grados de Liz.do y Doctor en Sagrada Teología de Dn
Manuel Díaz Azamor, Colegial en el Mayor de esta Universidad, y Natural de
Villablanca” (A.U.O., Libro de Grados,
ceremonia celebrada el 7-2-1757, sign. 41, fol. 55 v.)
[28] “Grados de L.do y D.r en el Derecho
Canonico, y Civil del dho. D.r D.n Manuel Diaz
Azamor”. La facultad de Derecho Canónico
se identificaba con el color verde. (A.U.O., Libro de Grados, ceremonia celebrada el 16-3-1765, sign. 58, fols.
112 v. a 113 v.)
[29] En los Libros de Grados
aparece como Manuel Díaz Azamor, o de Azamor, en la mayoría de los casos, sobre
todo, como ya hemos dicho, en los primeros años. Más adelante aparece
mencionado con los apellidos por los que es más conocido; por ejemplo, como
“Manuel de Azamor, y Ramires [sic]” (A.U.O., Libro de Grados, ceremonia celebrada el 30-5-1775, sign. 129, fol.
149 v.) En el libro de Soledad Rubio aparece como Manuel Díaz Azamor (Rubio
2006: 310 y 317).
[30] *6. ADRIANI, Adriano, De
divinis inspirationibus opusculum, Coloniae Agrippinae, 1601. (La leyenda
aparece en la contraportada). En la
portada, junto a la firma “Azamor”, aparece “desvaída” la firma “Cristóbal
Fernández de Córdoba” (Rípodas 1994: 3).
[31] *251. CERDA, Juan Luis de la, Adversaria
sacra, Lugduni, 1626. (En este caso la frase también aparece en la
contraportada).
[32] *734. MARTA, Jacobo Antonio, Tractatus
de jurisdictione per et inter judicem ecclesiasticum et secularem exercenda in
omni foro, Moguntiae, 1609. (La firma figura en la portada).
[33] 448. FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, Cristóbal
Ubaldo, Apología ética teólogo-jurídica
en defensa de la verdad y justicia con que el Dr. Dn. Cristóbal Ubaldo
Fernández de Córdoba y el Dr. Dn. Victorino Bellido Fernández de Córdoba… han
procedido en una delación que se hizo al Real Consejo de Castilla en cosa
perteneciente a dicha Universidad, sobre que se mandó hacer pesquisa,
Sevilla, 1764. (Se desconoce el paradero actual de este ejemplar, presente en
la lista de aquéllos que Azamor embarcó para América). Según el Catálogo
Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español, existe otra edición, también
sevillana, pero de 1746, que salió de la Imprenta de la Universidad , en las
Siete Revueltas. Este catálogo recoge otras dos obras del mismo autor.
[34] Agradecemos esta información a Francisco Ledesma Gámez, que en la
actualidad, y junto a Juan José Iglesias, está preparando un extenso trabajo
sobre un pleito relacionado con Cristóbal Ubaldo Fernández de Córdoba.
[35] En la capilla celebrada
el 4 de junio de 1782, se lee una carta dirigida al rector y Capilla del
Colegio Mayor de la
Purísima Concepción de la Universidad de Osuna,
remitida por Manuel de Azamor y Ramírez, “Abad Mayor de la Insigne Iglesia
Colegial de esta villa y Colegial que fue de este dicho Colegio”, en la que
comunica “por razón de tal haber resuelto el Supremo Consejo de Castilla en
Sala 1ª de Gobierno a favor de la Dignidad Abacial el recurso pendiente en él con la Jurisdicción Diocesana
de Sevilla denegando enteramente las pretensiones de ésta por Decreto del 29
del próximo antecedente mayo; en lo que diligenciada la Capilla , como en que la
prosecución de dicho recurso ha dado pruebas sobresalientes de su gran
literatura y constancia en los diez años que ha seguido dicho recurso, muestra
la complacencia que corresponde al honor que resulta a este establecimiento, y
acordó que se manifestara al público con el repique acostumbrado de las
campanas, que se anotara en el libro de los progresos felices, y acomodos
honoríficos de los Individuos de esta Santa Casa, y que se le escribieran por
el Colegio las correspondientes enhorabuenas.” (A.U.O., Libro de Capillas, capilla del 4-6-1782, sign. 39; fols. 66 v. y
67). También encontramos alusiones a este pleito en Rodríguez-Buzón (1982: 20 y
21) y en Rípodas (1982: 23 a
28).
[36] Se puede comprobar en los Libros
de Claustros, donde coinciden desde la primera asistencia de Azamor a las
reuniones del máximo órgano de gobierno universitario (A.U.O., Libro de Claustros, claustro del
15-3-1757, sign. 212; fol. 276 v.) En esta serie, Fernández de Córdoba aparece
mencionado por última vez en el claustro del 9 de junio de 1762, donde se habla
de los doctores que asistieron a sus “honras”; seguramente, aunque no se
especifica, a su entierro o funeral (A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 9-6-1762, sign. 212; fol. 296 v.)
[37] *928. RAMÍREZ, Lucas, De
triplici scholastico agone specimen in duas partes divisum. Agon triduanus
defensorii thomistici; agon biceps defensorii scotistici; agon academicus pro
Pileo, Hispali, 1748. S (Esas palabras manuscritas, y a pesar de haber sido
borradas, las leyó la profesora Rípodas en la hoja de cortesía con ayuda de
técnicas especiales, pues para la elaboración de su trabajo contó con la
colaboración de la policía científica. Rípodas 1994: XXIX).
[38] A.U.O., Libro de Claustros,
claustro del 17-9-1770, sign. 212, fol. 369. Son palabras citadas de un
documento ducal.
[39] Este claustro, celebrado el 15-3-1757, también aparece citado por
Rubio (2006: 356) como único dato sobre Morente proporcionado para su lista de
alumnos de la Universidad
de Osuna.
[40] A.U.O., Libro de Claustros,
claustro del 10-11-1768, sign. 212, fol. 353.
[41] Tal fue el caso del año 1763, cuando se acordó que toda la
comunidad universitaria, alumnos y docentes, procesionaran a caballo
acompañando una imagen de la
Purísima siguiendo este recorrido: Universidad, Granada
Carrera, Plaza Mayor, vuelta a ésta, Sevilla, Cantillos del Carmen, Cristo, San
Pedro, Granada y Universidad. (A.U.O., Libro
de Claustros, claustro del 21-11-1763, sign. 212, fol. 303 v.)
[42] A.U.O., Libro de Claustros,
claustro del 6-11-1770, sign. 212, fol. 376 v.
[43] “Posesiones de Cathedras, de la de Prima
de Theología del S.or S.to Thomás, el S.or D.n
Manuel Azamor, Abad de la
Ygl.a Coleg.l y Canciller de esta
Univer.d, de la de Vísperas de dha. Facultad del S.or S.to Thomás el P.e
D.or fr. Alonso Morente” (A.U.O., Libro de Grados, ceremonia celebrada el 28-11-1770, Sign. 129, fol.
14 v.)
[45] *133. BENÍTEZ DE LUGO, Cayetano, Vera Christi gratia illuminans, vocans et efficaciter adjuvans
infideles, excoetatos et obduratos, juxta mirabilem SS. Augustini et Thomae
doctrinam propriis momentis stabilita, atque a Jansenii et Quesnelli erroribus
vindicata, Romae, 1733. (La firma, medio borrada, se encuentra en la
portada).
[46] *492. FUERO REAL DE ESPAÑA,
diligentemente hecho por el noble Rey Don Alonso. Glosado por el egregio doctor
Alonso Díaz de Montalvo. Asimismo por un sabio doctor de la Universidad de
Salamanca adicionado y concordado con las Siete Partidas y Leyes del Reino,
dando a cada ley la adición que convenía, s. l., 1543. (La firma se
encuentra al pie de la página donde figura la “Tabla de los Libros y Títulos”.
En este libro, además, se encuentra en la portada la firma “Hernando Pérez
Parejo”).
[47] A.U.O., Libro de Claustros,
claustro del 14-2-1758, sign. 212, fol. 279 v.
[48] En 1762 era una persona de “avanzada edad” y lleno de
“accidentes” (A.U.O., Libro de Claustros,
claustro del 16-6-1762, sign. 212, fol. 298)
[49] A.U.O., Libro de Claustros,
claustro del 5-12-1767, sign. 212, fol. 345 v.
[50] *1162. VALLA, Lorenzo, Elegantiarum
latinae linguae libri sex, Lugduni, 1551.
[51] En dicha página, Rubio Sánchez sólo menciona el apellido del
canciller, “Benjumea”. En otro lugar (Valderrama s.a.: 182), leemos su nombre
completo: “Francisco Ximenez Benjumea”. Era natural de Marchena y, antes de
tomar posesión de la dignidad de abad de la Colegiata de Osuna,
hecho que tuvo lugar en marzo de 1581, había sido rector del Colegio de la Magdalena de Salamanca.
El libro de Valla bien pudo pertenecer a un familiar suyo.
[52] 1146. TORRALBO, Jerónimo, BREVE
RESUMEN DE LA VIDA Y VIRTUDES
de la venerable madre Sor Rosa de Santa Inés, religiosa de velo negro que fue
en el convento de Santa Catalina Martir de religiosas dominicas de la Villa de Ossuna, su patria.
Murió la noche del día 15 de diciembre de 1751, Córdoba, 1758.
[53] *1216. VORRILLONG, Guillermo, Super
quattuor libris Sententiarum, Venetiis, 1496.
[54] *182. BULAS BREVES E INDULTOS APOSTÓLICOS. Cartas,
cédulas y provisiones reales. Con otros papeles importantes al estado
eclesiástico de los Reinos de Castilla y León, Madrid, 1635. (Las frases se
encuentran en la portada y en la hoja de cortesía, pero habían sido borradas y
sólo pudieron ser leídas mediante el uso de técnicas propias de la policía
científica. Véase n. 37).
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