martes, 3 de enero de 2017

El retrato y la biblioteca ursaonense del obispo Azamor

Nuevos datos sobre el retrato y la biblioteca ursaonense del obispo Azamor[1].



Soledad Rubio, in memoriam

En el mes de junio de 2011 me encontraba inmerso en la lectura de los libros de Actas Capitulares del ayuntamiento de Osuna cuando, en uno de los ejemplares, exactamente en el perteneciente a 1785[2], encontré cosido un documento realmente llamativo. Se trata de una carta, en apariencia autógrafa, firmada por Manuel Azamor y Ramírez, que acababa de ser nombrado, por Carlos III, “Obispo de la S.ta Ygl.a Cated.l de B.s Aires”[3].
            Como lector enamorado del estudio de la rica e inagotable historia ursaonense, aquel hallazgo supuso para mí una agradable sorpresa y, al mismo tiempo, el planteamiento de no pocas incógnitas. Pues… ¿quién fue en concreto este señor, de apellido con resonancias norteafricanas[4], que, según propio testimonio, estaba tan en deuda con Osuna?


Documento cuyo hallazgo dio pie 
al artículo. Foto del autor.

            Aunque nació en Villablanca (Huelva) y pasó en la Península cincuenta y siete de sus sesenta y seis años de vida, su figura ha despertado mucho más interés en Argentina que en España, y es allí donde se ha escrito su biografía. La razón de esta atracción argentina, sobre todo porteña, por la figura de Azamor estriba en una circunstancia que escapó a su voluntad, pues se produjo después de su muerte: el uso de su biblioteca privada como base de la primera Biblioteca Pública laica[5] de Buenos Aires (1812), quizá el primer acto de relevancia cultural de la Argentina independiente; el empleo de sus libros ha llevado a algún autor a considerar a Azamor como fundador de dicha biblioteca (García de Loidy 1972)[6]. La profesora Daisy Rípodas Ardanaz, reputada especialista en el estudio de la vida social y cultural hispanoamericana durante el periodo colonial y aun durante el siglo XIX, ha dedicado varios años al estudio de la vida, la obra y la biblioteca privada de Azamor, circunstancia que nos exime de realizar aquí siquiera un resumen de su biografía, pues éste resulta muy accesible en varias páginas web, todas ellas inspiradas directamente en las obras[7] de la estudiosa argentina.
            Dicho esto, y volviendo a recordar y reconocer la valía de las obras sobre Azamor de la profesora Rípodas, no podemos dejar de indicar que éstas, y dicho sea con el mayor de los respetos, pueden ser mejoradas en lo relativo al estudio de sus años pasados en la Península. Si tomamos el trabajo que contiene su biografía (Rípodas 1982), vemos que de las 100 páginas que dedica a ella de manera específica —las otras 167 están dedicadas a sus escritos, todos inéditos, su testamento, su biblioteca y su ideario—, sólo 42 de ellas versan sobre su periodo peninsular, lo que, teniendo en cuenta, como decíamos más arriba, que cincuenta y siete de los sesenta y seis años de su vida transcurrieron en la metrópoli, supone un desequilibrio en cuanto al contenido que puede ser subsanado por investigadores radicados en la actualidad en España, cercanos, por tanto, a los archivos que resultan de consulta obligada.
            Obviamente, faltan datos, y otros deben ser corregidos. Así debe ser la evolución de las ciencias, pues nunca existirá la obra definitiva sobre tema alguno. El infinito universo de los conocimientos humanos, infinito como la biblioteca imaginada por Borges[8], está en constante evolución, y cada obra servirá de punto de apoyo para obras posteriores. No obstante, en nuestra opinión, las carencias del periodo peninsular de la biografía de Azamor escrita por la profesora Rípodas Ardanaz estriban en una circunstancia que, en ningún caso, puede ser atribuible a ella misma. Nos referimos a hechos como el estado en el que se encontraba el archivo de la antigua Universidad de Osuna[9], donde Azamor fue alumno-colegial, bachiller, licenciado, doctor, consiliario, decano y rector entre los años de 1756 y 1784. A la vista del contenido de nuestra nota 8, si tenemos en cuenta que, para el conocimiento de los años ursaonenses de Azamor, Rípodas se basó en la obra de Rubio Sánchez y en las consultas que don Manuel Rodríguez-Buzón Calle realizó para ella en el Archivo de la Colegiata de Osuna (Rípodas 1982: 9 y 10), archivo que en la actualidad, año 2011, se encuentra en proceso de catalogación, podemos entender que su obra sea mejorable en relación a la etapa ursaonense del biografiado, pues nadie puede consultar documentos inaccesibles.
            Algo parecido podemos decir de los archivos pertenecientes a la localidad onubense de Villablanca. Aún está pendiente la consulta de ellos por algún interesado en la vida de Azamor[10].


Ermita de Nuestra Señora de la Blanca
(Villablanca, Huelva). Foto del autor.

            En cualquier caso, el presente trabajo, debido a las limitaciones de espacio inherentes a cualquier publicación de índole colectiva, sólo aspira a despertar la curiosidad del lector por el conocimiento de la vida y la obra de Azamor, y el interés por un estudio más en profundidad de los “años peninsulares” y, sobre todo, “ursaonenses” de la vida del obispo onubense. No obstante, no vamos a dejar pasar la ocasión de realizar algunas puntualizaciones, anticipos de posibles trabajos futuros.
            Una de las cuestiones en las que hemos hecho progresos reseñables es la datación del retrato de Azamor que reproducen autores como Rodríguez-Buzón (1982: lámina X) y Rípodas (1982: 3), y que la eminente investigadora argentina supone pintado durante la estancia de Azamor en Osuna en el verano de 1786 (Rípodas 1982: 48)[11]. También tiene dudas, lógicas, por otra parte, de un fragmento del contenido de la cartela situada en la parte inferior del retrato, inseguridades que le vienen del hecho de que trabajara con una fotografía del cuadro levemente recortada, lo suficiente para que se perdiera la fecha (1786), que nosotros hemos podido ver con total seguridad[12]. En cuanto al lugar donde se realizó el retrato, podemos afirmar con casi total certeza que no fue Osuna sino Madrid. Y ello por el texto que hemos localizado en un documento del Archivo de la Universidad de Osuna fechado el 25 de marzo de 1786[13], durante el rectorado de José María González Robles, un auténtico benefactor de la institución colegial. Aparte de la donación del retrato de Azamor, hemos encontrado en los Libros de Capillas otras donaciones suyas de objetos artísticos, sobre todo retratos de colegiales[14]. Dado que no hemos localizado referencias anteriores a retratos de colegiales ni en los libros de claustros ni de capillas, parece que la historia de la galería de colegiales ilustres se inicia con la donación de González Robles efectuada el 5 de junio de 1785.


Imagen tomada de Cuadernos 
de los Amigos de los Museos
de Osuna, n. 13 (diciembre, 2011);
pág. 33.


            En cuanto a los libros que formaban la biblioteca privada de Azamor, hoy día custodiada en la “Sala del Tesoro” de la Biblioteca Nacional Argentina, entre ellos se encuentran, con toda seguridad, varios ejemplares provenientes de Osuna, hecho que conocemos gracias a los trabajos de Rípodas Ardanaz (1994: IX a XXVII). Sabemos que cuando Azamor embarca en Cádiz el 16 de octubre de 1787 rumbo a Montevideo “en la fragata Nuestra Señora de la Luz, alias la Menorca” (Rípodas 1982: 53)[15], lleva consigo 976 libros[16]. Para hacernos una idea de qué significaba esa cantidad, podemos tener en cuenta catálogos de bibliotecas de la época. El de la Universidad de Osuna, por ejemplo, realizado por Rubio Sánchez a partir de los inventarios redactados durante el siglo XVIII, arroja una cifra de 225 obras (Rubio 2006: 244 a 253), aunque, desde luego, no sea el de esta institución un caso ejemplar en cuanto al mantenimiento de su librería[17]; incluso hemos encontrado unas palabras del mismo Azamor sobre el asunto: “careciendo esta Universidad de una librería competente para la pública instrucción, y evacuar los puntos, y dificultades que ocurren en las controversias literarias, se hace más difícil el progreso, y aprovechamiento, que es necesario a un estudio general”[18]. Rípodas Ardanaz da como ejemplo de biblioteca privada de la época, aunque no en Buenos Aires, la que era propiedad del gaditano Pedro José Chaves de la Rosa (Rípodas 1982: 92), compañero de estudios y de claustro de Azamor en Osuna, nombrado Obispo de Arequipa en 1787 (Rubio 2006: 317): la suya constaba de 844 títulos, cifra que parece acercarse a la de Azamor si no tenemos en cuenta que va referida a los libros que existían en ella a la muerte del obispo gaditano, cifra que en el caso de Azamor alcanza los 1227 títulos (Rípodas 1994: 112).
            Entre esos 1227 títulos, hemos localizado una veintena larga relacionada con Osuna, bien porque procedieran físicamente de la localidad sevillana, lo que se deduce de las anotaciones manuscritas que conservan, bien porque traten de hechos o personajes relacionados de manera directa con ella. De ellos, diecisiete, los precedidos por un asterisco[19], se encuentran en la actualidad en la “Sala del Tesoro” de la Biblioteca Nacional de Argentina. El número que precede a cada ficha es el que ocupa en el catálogo de Rípodas (1994).  
            En primer lugar, el grupo de libros que llama la atención es aquel en el que, a modo de exlibris, aparecen frases escritas por un joven Azamor orgulloso de sus logros académicos en la Universidad de Osuna. Como verá el lector, si su lectura no resulta fatigosa, todas las frases, redactadas en latín, son muy parecidas (en la nota a pie de página figura el libro donde se encuentra la frase en cuestión): “Dor. Emmanuel Diaz de Azamor in Majori Ursaonensi Collegio purpurea toga decoratus Alumnus”[20]; “Doct. D. Emmanuel de Azamor in Majori Ursaonensi Collegio purpurea clamyde decoratus Alumnus”[21]; “In Majori Ursaonensi Collegio epithogio purpureo decoratus alumnus. Ann. 1760. Azamor”[22]; “D. Emmanuel de Azamor, in Majori Ursaonensi Collegio purpurea toga decoratus alumnus. Anno 1761”[23]; “In Majori Purissimae Conceptionis Ursaonensi Collegio purpurea toga decoratus alumnus. Ann. 1760”[24]; “In Majori Purissimae Conceptionis Ursaonensi Collegio purpurea toga decoratus alumnus. Ann. 1760”[25]; y, por último, “Doct. D. Emmanuel de Azamor in Majori Ursaonensi Collegio purpurea clamyde decoratus alumnus. Ann. 1761”[26]. Azamor indicó la propiedad de los siete libros haciendo alusión a su condición de residente en el Colegio de la Purísima Concepción ursaonense, institución complementaria a la Universidad y, físicamente, anexa a ella, y, gracias a los sintagmas “purpurea toga”, “purpurea clamyde y “epithogio purpureo”, aludiendo a uno de sus futuros logros académicos, el de doctor en derecho civil. Y decimos futuro porque por las fechas que aparecen en la mayoría de las frases, 1760 y 1761, Azamor había obtenido ya el título de doctor en Teología[27], facultad que tenía el blanco como color identificativo, y no obtendría el de doctor en Derecho Civil, distinguido con el color encarnado, hasta años más tarde[28]. En cuanto al apellido Díaz, que aparece en la primera de las frases y fue usado por Azamor, sobre todo, durante sus años mozos[29], era el primer apellido de su madre, Sebastiana Díaz Ramírez; más tarde antepondría el primer apellido del padre, Domingo Lorenzo de Azamor Ramírez, y en segundo lugar usaría Ramírez, presente tanto en la familia paterna como en la materna (Rípodas 1982: 13 a 15).
            El segundo grupo de obras que puede establecerse es aquel que está relacionado con Cristóbal Ubaldo Fernández de Córdova (o Córdoba). Entre los libros de la biblioteca de Azamor existen tres con frases escritas, seguramente, por la mano del mismo Fernández de Córdoba. La primera, “Es del Dr. D. Cristóbal Ubaldo Fernández de Cordova. Abogado de los Reales Consejos, visitador general del Arzobispado de Sevilla, vicario juez eclesiástico de la villa de Osuna, cura propietario de la Iglesia Colegial, catedrático de Prima de Leyes de su Universidad, &a”[30]; la segunda, “Es del Dor. Don Cristóbal Ubaldo Fernández de Córdoba, cura propio de la Insigne Iglesia Colegial de Osuna, y catedrático de Vísperas de Leyes en propiedad de su insigne Universidad y vicario eclesiástico de la Villa[31]; y, la tercera, una simple firma a modo de ex libris: “Dor. Don xpl. Vbaldo Fz. de Cordoua[32]”. Además, entre los libros de Azamor existía uno escrito por el mismo Fernández de Córdoba[33]. Cristóbal Ubaldo Fernández de Córdoba era natural de Olvera (Romero 2009: 76) y, según se deduce de los expedientes de los pleitos en los que intervino, tuvo un carácter realmente combativo[34], circunstancia que, sin duda, influyó en la determinación con la que Azamor, más joven y conocido suyo, intervenía en las causas judiciales, algunas de las cuales, como la de jurisdicción abacial, le dieron fama de excelente jurista[35]. En palabras de Rípodas Ardanaz, Azamor, erigido en defensor de sus derechos como Abad de la Colegiata, “fue capaz de enfrentarse con el poderoso Cabildo Eclesiástico de Sevilla y con su Arzobispo, el cardenal Solís, tan reverenciado que la Audiencia esperó a su muerte para pronunciarse en favor del Abad en una causa que hasta entonces sólo se había animado a dejar dormir, pese a las diligencias del Cardenal para alcanzar una definición” (Rípodas 1982: 26), resultando del proceso una sentencia “importante, no sólo para Azamor sino para el universo osunés” (Rípodas 1982: 27). Como decíamos más arriba, Fernández de Córdoba y Azamor se conocieron, hecho que hemos podido constatar en el Archivo de la Universidad de Osuna, pues coincidieron en los órganos de gobierno de la institución docente[36]. Suponemos que, como fruto de ese conocimiento y, probablemente, amistad, Fernández de Córdoba legó algunos de sus libros a Azamor y, de esa forma, acabaron llegando a Argentina.
            Una explicación similar debemos suponer para otros libros, como aquel que contiene la leyenda “Habet ad usum superioris permissione Fr. Ildephonsus de Morente filius Conº Sti. Dominici ursaonensis. Morente [rubrica]”[37], palabras que, traducidas libremente, vienen a decir que el libro pertenece a un fraile del Convento de Santo Domingo de Osuna, llamado fray Ildefonso Morente, o de Morente. También en este caso hemos podido averiguar algo sobre el anterior propietario. Según todos los indicios, se trataba de “Fray Ildefonso Morente, Prior del Convento de Santo Domingo de esa mi Villa”[38]. Su nombre aparece en algunos claustros, como aquél, ya citado en el caso de Fernández de Córdoba, que supuso la primera asistencia de Azamor a una de sus reuniones[39]. Totalmente integrado en la cúpula universitaria, Morente pronuncia en 1768 el sermón en la Capilla el día de la Inmaculada[40], celebración que en aquella época, y teniendo en cuenta que la Universidad se encontraba bajo su advocación, era la más importante del año y, en ocasiones, se celebraba sin reparar en gastos[41]. Dos años más tarde recibe el nombramiento de catedrático de Sagrada Escritura[42] y toma posesión de la Cátedra de Vísperas de Teología, de forma simultánea a la toma de posesión de Azamor de la Cátedra de Prima de la misma facultad[43]. En 1772 Morente es nombrado Consiliario de Teología para el año siguiente[44].  
            El caso de los libros que contienen las firmas “Dr. Toledo”[45] y “Pedro de Toledo y Herrera”[46] es un poco más complicado. En opinión de Rípodas Ardanaz, la primera puede pertenecer tanto al Dr. Pedro de Toledo y Herrera como al Dr. Pedro Toledo Villegas (Rípodas 1994: 15). Toledo y Herrera era natural de Medina (Cádiz) y estuvo relacionado con la Universidad de Osuna y la Colegiata, ocupando cargos de gran responsabilidad en ambas instituciones, entre la década de los 80 del siglo XVII y el año de su muerte (1743) (Rubio 2006: 327). Toledo Villegas, natural de Marchena (Sevilla), llegó aún más lejos, pues accedió al puesto de Abad de la Colegiata; fue, precisamente, el antecesor de Azamor en el cargo y tomó posesión el 19 de 0ctubre de 1752 (Valderrama s.a.: 184). De las dos personas, ésta es la que nos parece que fuera el anterior propietario del libro por varias razones: por haber coincidido con Azamor en los claustros de la Universidad[47], por ser ya de avanzada edad[48], por haber precedido a Azamor en el cargo de Abad y, por último, por la temática del libro en cuestión, pues Toledo y Herrera era Doctor en Cánones y Toledo Villegas en Teología. Así, resulta totalmente lógico que en el ejemplar del Fuero Real de España (s. l., 1543) aparezca la firma del primero, y no la de Toledo Villegas. En este libro, por cierto, existe otra firma, en este caso de “Hernando Pérez Parejo”, Consiliario de Cánones en la universidad ursaonense en 1627 (Rubio 2006: 361), cargo que también ocuparon Toledo y Herrera (1707-1722) (Rubio 2006: 327) y el mismo Azamor en 1768[49], datos que nos permiten seguir con cierto detalle las peripecias vitales del ejemplar, que hoy día, por fin, descansa, aunque sea a miles de kilómetros de Osuna, el lugar donde fue de más utilidad.
            Del resto de los libros de la que hemos dado en llamar “biblioteca ursaonense” de Azamor, poco más podemos añadir a lo ya escrito por Rípodas Ardanaz. El del célebre humanista romano Lorenzo Valla[50], edición lionesa de mediados del XVI, que lleva en la portada la firma “Ludovicus de Benjumea”, pudo haber pertenecido a un canciller de la universidad ursaonense apellidado Benjumea, que accedió al cargo en 1584 (Rubio 2006: 310)[51].
            Obra muy curiosa, y de interés para el conocimiento de la vida conventual en la Osuna de la primera mitad del XVIII, debe ser la escrita por Torralbo[52], prior del Convento de San Pablo de Córdoba. La hemos encontrado mencionada en la monumental obra de Valdenebro y Cisneros (1900: 294 y 295) sobre la historia de la imprenta en Córdoba pero aún no hemos tenido la oportunidad de leerla.
            Desde el punto de vista material, la obra más valiosa de todas es la escrita por Vorrillong[53], impresa en Venecia antes del 1500 y, por lo tanto, incunable. El ejemplar tiene la particularidad de llevar en dos lugares, en la portada y en el primer folio de texto, la firma “Don Juan Gyrón”, firma que, según Rípodas Ardanaz, perteneció a Juan Téllez Girón, “segundo Conde de Ureña y Señor de Osuna, muerto en 1528” (Rípodas 1994: 111). La investigadora argentina cree que el libro pudo llegar a manos de Azamor como un obsequio de su protector Pedro Zoilo Téllez Girón, VIII duque de Osuna (Rípodas 1994: XXV).


Primera página de Super quattuor libris
Setentiarum, obra de Guillermo
Vorrillong (impresa en Venecia en 1496).
Foto de la Biblioteca Nacional de
Argentina


            Hemos dejado para el final un ejemplar que contiene las leyendas “De la Librería del Colegio Mayor de Osuna” y “Del Colegio Mayor de Osuna”[54]. Con ello no queremos atribuir a Azamor el conocimiento de la ciencia de Caco, Clío nos libre de semejante atrevimiento, sino considerarlo una muestra más del incesante traslado de hombres y conocimientos del Viejo al Nuevo Mundo, de la sangría continúa que para España supuso el mantenimiento de un imperio tan lejano, inabarcable e insostenible. Manuel Azamor y Ramírez, fallecido en Buenos Aires cuando aquel gran imperio estaba a punto de empezar a desaparecer, llevó a tierras americanas una parte importante del alma de la cultura ursaonense. Este trabajo sólo ha pretendido ayudar a recuperarla.      






  

BIBLIOGRAFÍA 

CATÁLOGO COLECTIVO DEL PATRIMONIO BIBLIOGRÁFICO ESPAÑOL. (Consulta realizada en agosto de 2011).

GARCIA DE LOIDY, Ludovico (1972): “Cuándo y por quién fue fundada la Biblioteca Pública de Buenos Aires”, en Investigaciones y Ensayos, (nº 12), Buenos Aires.

KAGAN, Richard (1981): Universidad y Sociedad en la España Moderna, Ed. Tecnos, Madrid.

LEDESMA GÁMEZ, Francisco (2009): Del arca de las tres llaves al fichero digital. Quinientos años del Archivo de Osuna, Diputación de Sevilla, Sevilla.

RÍPODAS ARDANAZ, Daisy (1982): El obispo Azamor y Ramírez. Tradición cristiana y modernidad, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

— (1994): La biblioteca porteña del obispo Azamor y Ramírez: 1788-1796, PRHISCO-CONICET, Buenos Aires.

RODRÍGUEZ-BUZÓN CALLE, Manuel (1982): La Colegiata de Osuna, Diputación de Sevilla, Sevilla.

RODRÍGUEZ PEREYRA, Ricardo (1994): La Biblioteca Nacional argentina, 1901-1993, Buenos Aires.
http://eprints.rclis.org/bitstream/10760/10025/1/LA_BIBLIOTECA_NACIONAL_ARGENTINA%5B1%5D.pdf. (Consulta realizada en agosto de 2011.)

ROMERO TORRES, José Luis (2009): “El escultor Fernando Ortiz, Osuna y las Canteras barrocas”, en Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna, n. 11, Osuna, págs. 73-79.

RUBIO SÁNCHEZ, Mª Soledad (2006): El Colegio-Universidad de Osuna (1548-1824), Biblioteca Amigos de los Museos de Osuna, Osuna.

VALDENEBRO Y CISNEROS, José María de (1900), La imprenta en Córdoba, Sucesores de Rivadeneyra, Madrid.

VALDERRAMA Y VALCÁRCEL (s.a.): Notas que se encuentran al final de la copia del manuscrito de Antonio García de Córdoba depositado en el Monasterio de las Descalzas de Osuna. Hemos consultado el ejemplar fotocopiado existente en la Biblioteca Pública ursaonense.








[1] Este artículo fue publicado por primera vez en Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna (n. 13), Osuna, 2011; págs. 30-35.

[2] A.M.O., Actas Capitulares, sesión del 18-1-1785, sign. 80, f. 25.

[3] He aquí su contenido, transcrito con un lenguaje algo actualizado para facilitar su comprensión; (el original puede leerse en una de las imágenes que ilustra este artículo):
                “Muy señores míos: Los grandes motivos, que me asisten, para reconocer a vuestras señorías, y a ese pueblo, como origen de mis afectos, son tan manifiestos a todos, que no necesitan de prueba. Conozco que soy deudor a esa Villa, donde recibí la instrucción, los grados, y el favor con que principié y he seguido mi carrera; llenándome de honor, sin merito mío, en su Colegio, su Universidad, y su Insigne Iglesia Colegial. Estos beneficios, que exigen una memoria indeleble, inspiran el agradecimiento, y me obligan gustosamente a poner en noticia de vuestras señorías cómo en el despacho del día 20 de diciembre próximo [pasado] se dignó S. M. nombrarme para Obispo de la Santa Iglesia Catedral de Buenos Aires. Lo participo a vuestras señorías para que reconociéndome por uno de sus mayores afectos, mande cuanto sea de su agrado, para ejercicio de mi buena voluntad. La Divina prospere a vuestras señorías en su mayor grandeza. Cádiz, 1 de enero de 1785.
Besa la mano a vuestras señorías / Su más obligado y reconocido servidor y capellán / Manuel de Azamor y Ramírez”

[4] Azamor, que también puede aparecer citada como Acemur, Azammur, Azemmur o Azemmour, es una población de Marruecos situada en la desembocadura del Umm-Er-Rebia, río que se une al Atlántico a unos 75 kilómetros al sudoeste de Casablanca.

[5] Desde 1794 existía en la ciudad una biblioteca pública ubicada en el Convento de la Merced, librería que había tenido su origen en la donación de un seglar y estaba regentada por los mismos mercedarios. (Rípodas 1982: 120 y 121.)

[6] Citado por Rodríguez Pereyra 1994: 16.

[7] Son dos los títulos de Rípodas que resultan de consulta imprescindible para conocer  la vida y la obra de Azamor; ambos, por supuesto, figuran en la bibliografía. Aunque agotados, pueden encontrarse en librerías de viejo.
[8] Nos referimos a su conocido relato La biblioteca de Babel (1941). Como dato curioso, recordaremos que Borges fue director de la Biblioteca Nacional argentina desde 1955 y por un periodo de casi veinte años. Allí, nada más llegar, se dedicó “a conocer los vericuetos, los pasillos, las galerías, los estantes y los centenares de miles de volúmenes.” (Rodríguez Pereyra 1994: 66)

[9] El archivo de la antigua Universidad de Osuna, en adelante A.U.O., no ha empezado a ser efectivamente estudiado, clasificado y, en definitiva, cuidado, hasta las décadas finales del siglo XX. El primero que se ocupó de ello fue el eminente investigador inglés Richard Kagan, que estuvo trabajando con el archivo a finales de los sesenta o principios de los setenta para la redacción de su obra Students and Society in Early Modern Spain, (1974), publicada en español con el título Universidad y Sociedad en la España Moderna (Madrid, 1981). En la época, y a juzgar por sus palabras, el estado del archivo no era muy alentador: “Ninguna de los dos [universidades, Baeza y Osuna,] tiene catálogos y ambas colecciones −amontonadas en las estanterías y por los suelos− exigen por parte del investigador una buena dosis, tanto de músculos como de paciencia” (pág. 310). La siguiente persona en acercarse al archivo con intención de consultarlo y que contribuyó a su conservación fue la profesora Mª Soledad Rubio Sánchez, autora de El Colegio-Universidad de Osuna (1548-1824) (Sevilla, 1976, 1ª ed.; la 2ª, más accesible y por la que citaremos, fue editada en Osuna en 2006). Ella nos cuenta cómo fue encontrado distintos “nidos de documentos” por lo que, finalmente, acaba afirmando que el “material encontrado es bastante superior a lo que esperábamos y a lo que otros investigadores, en búsquedas anteriores, habían visto” (pág. 55). Tuvieron que llegar los años 90 para que el A.U.O. acabase siendo una realidad como tal, con las unidades archivísticas adecuadamente catalogadas y conservadas. A ello contribuyeron dos hechos fundamentales: la remisión, desde Madrid, gracias a un convenio firmado con el C.S.I.C., de documentos pertenecientes, de entre otros archivos ursaonenses, al A.U.O, y el traslado al Archivo Municipal de Osuna (A.M.O.), desde el edificio de la antigua universidad ursaonense, de los restos del A.U.O con los que ya había trabajado Rubio Sánchez. Un interesante relato de todo este proceso puede leerse en la obra de Ledesma Gámez (2009: 83 a 86).

[10] Nos referimos al Archivo Parroquial de la Iglesia de San Sebastián, custodiado en la actualidad (2011) por el párroco don Fermín Texeira Quirós, y al Archivo Municipal de Villablanca, cuyo contenido está disponible en lo relativo a los epígrafes de sus unidades en la web de la Excma. Diputación Provincial de Huelva. Para el conocimiento de la infancia de Azamor, Rípodas se basó en la información De genere, moribus et vita de Azamor conservada en el Archivo de la Catedral de Cádiz, Secretaria de expedientes de limpieza de sangre, año 1783 (Rípodas 1982: 13; n. 1). De ella deduce que su biografiado había nacido el 22 de octubre de 1733. Sin embargo, y hasta que el mencionado Archivo Parroquial pueda ser consultado, algo que esperamos poder hacer en breve, existe una duda razonable sobre este dato, ya que en el interior de la mencionada Iglesia de San Sebastián hemos podido constatar la existencia de una lápida colocada en 1957 en la cual puede leerse: “En esta Sta. Iglesia se bautizó / el Excmo. y Redmo. Sr. D. Manuel / Azamor y Ramírez, Obispo que fue / de Buenos Aires e hijo / natural de esta Villa nacido / el 30 de julio de 1730”

[11] La estancia de Azamor en Osuna, donde pasó varios días a principios de agosto, tuvo lugar exactamente entre la mañana del día 4 y la tarde del día 7 (A.U.O., Libro de Capillas, sign. 274, fols. 14 a 17).

[12] En la actualidad (2011) el retrato se encuentra en proceso de restauración. Agradecemos a doña Beatriz Cuevas, directora del Museo Municipal de Osuna, las facilidades que nos ha dado observarlo con detenimiento.

[13] “Comisión al señor Sarria para que haga retratar al Ilustrísimo señor Azamor. En esta Santa Casa y Colegio Mayor de la Purísma Concepción del conde de Ureña nuestro fundador y señor en 25 días del mes de marzo de 1786. Juntos en la Capilla como lo han de uso y costumbre los señores doctores don José María González Robles, señor Rector, don José Calvo de Vida y don Juan Nepomuceno José del Rayo y González, únicos colegiales de este [Colegio] Mayor residentes, se hizo presente por su Señoría ser conveniente al lustre y esplendor de esta Santa Casa, quedase en ella retrato del Ilustrísimo señor doctor don Manuel Díaz de Azamor y Ramírez, individuo que fue de este colegio y obispo en el día de la Santa Iglesia de Buenos Aires; y hallándose en la actualidad en la Villa y Corte de Madrid, le parecía oportuno se comisionase al doctor don Juan de Sarria y Alderete, colegial igualmente de este mayor, a fin de que lo hiciese sacar original, lo que oído por sus señorías, desde luego convinieron en ello; y en su virtud se acordó despachar dicha comisión y que por el infrascrito secretario de capilla se le comunicase su acuerdo; lo que se ejecutó dirigiéndole carta con esta fecha, y de todo lo cual doy fe.” (A.U.O., Libro de Capillas, capilla del 25-3-1786, sign. 274, fols. 2 y 2 v). 

[14] Entre ellas, seis retratos de colegiales (Diego Avellaneda, Barros de San Millán, Miguel Gómez de Arellano, Pedro Salazar de Mendoza, Antonio de Morga [l. d.] y Fernando de Hojeda [sic]). Con este acto, el donante desea “consagrarles un monumento capaz de eternizar su memoria, debido sin disputa a su mérito, y que acordándonos [de] las virtudes, los trabajos y gloriosos pasos de muchos compañeros que nos han precedido, pueda servirnos al mismo tiempo de estímulo, y encender [sic] a muchos hermanos que han de venir en los más vivos deseos de su imitación.” (A.U.O., Libro de Capillas, capilla del 5-6-1785, sign. 39, fols. 91 v. a 93); o, un año más tarde, “Donación que hace el doctor don José María González Robles de los retratos de los fundadores” Fueron realizados por el pintor gaditano Juan de Herrera. (A.U.O. Libro de Capillas, capilla del 30-5-1786, sign. 274, fols. 7 v. a 9).  Con posterioridad a 2011 ha visto la luz un estudio del conjunto de los retratos de colegiales: La colección de retratos de varones ilustres de la Antigua Universidad de Osuna (Osuna, 2015), obra de José Manuel Moreno Díaz.

[15] Formando parte de su séquito, integrado por catorce personas, y en calidad de Provisor, viajaba el licenciado Juan José Yolis, natural de Osuna, abogado de los Reales Consejos (Archivo General de Indias, CONTRATACIÓN, 5531,N.2,R.29).

[16] Los libros iban distribuidos en 33 cajones marcados con las iniciales M.A.R. Los documentos relativos a este embarque se conservan en el Archivo General de la Nación, sito en Buenos Aires. (Rípodas 1994: X.)

[17] En el A.U.O. hemos localizado varias alusiones al mal estado en el que se encontraba y a lo mal dotada que estaba. “ […] respecto a no haber en este Colegio y Universidad librería competente, se suplicase a Su Majestad en los mismos términos por las librerías de dichos colegios”; se refiere a los de la Compañía de Jesús, recién suprimidos (A.U.O. Libro de Claustros, claustro del 8-5-1867, sign. 212, fols. 330 v y 331). O también, en palabras de José María González Robles, vicerrector, que la librería “estaba sin estantes, rodando los libros, sin poderse usar de ninguno, expuestos a perderse y maltratarse mucho más de lo que estaban, con grave perjuicio de esta casa, así que le parecía necesario proveer de remedio.” (A.U.O., Libro de Capillas, capilla del 21-8-1789, sign. 274, fol. 81 v.)

[18] Pasaje de una representación escrita por Azamor en mayo de 1767 a Carlos III y firmada por el rector, el canciller, y los cinco decanos, Azamor entre ellos en calidad de decano de Leyes.(A.U.O., Libro de Claustros, sign. 212,  fol. 333 v.)

[19] Usamos el mismo símbolo que empleó la profesora Rípodas (1994: XXXI). En general, seguimos fielmente este excelente trabajo de la investigadora argentina.

[20] *228. CASTELL ROS Y MEDRANO, Diego, Tractatus de arbitrio humano lapso a necessitate libero a Deo, per gratiam praevenientem, ad consensum salutarem excitato et adjuto. 2a ed., Cumpluti Regalis, 1707. (Las palabras de Azamor están escritas en la hoja posterior a la portada.) 

[21] *229. CASTELL ROS Y MEDRANO, Diego, Tractatus de lege et gratia sufficienti, Sanctissimo Patri et Domino Nostro Clementi XI dicatus ad explicationem suae constitutionis quae incipit “Unigenitus”, pars prima, Compluti Regalis, 1717. (En este caso, la leyenda manuscrita aparece en la contraportada). 

[22] *500. GALLEGOS, Francisco, Bellum metaphysicum de ente reali in quo… Joannis Duns Scoti vera mens enucleatur, Granatae, 1748. (Las palabras escritas por Azamor se encuentran en la hoja de cortesía). Según Rípodas (1994: XVI), el autor de esta obra fue catedrático de Lógica en la Universidad de Osuna sobre 1720, dato confirmado por Soledad Rubio (2006: 311), que lo cita como “Fray Francisco Gallegos: Catedrático de Lógica en 1718”.    

[23] 524. GONET, Juan Bautista, Clypeus theologiae thomisticae, Antuerpiae, 1744, 5 v. (La leyenda manuscrita aparece en la falsa portada del tomo 1º. Esta obra no se encuentra en la Biblioteca Nacional de Argentina, sino en la Biblioteca de la Facultad de Teología bonaerense). 

[24] *653. LAMY, Bernardo, Apparatus chronologicus et geographicus ad commentarium in harmoniam sive concordiam quatuor evangelistarum, Venetiis, 1735. (La frase se lee en la contraportada).

[25] *654. LAMY, Bernardo, Commentarius in harmoniam sive concordiam quatuor evangelistarum, et apparatus chronologicus ac geographicus, Venetiis, 1735. (La frase también se encuentra en la contraportada).
 
[26] *912. PRÓSPERO DE AQUITANIA, San, Opera omnia, Venetiis, 1744. (En este caso, la leyenda también está en la contraportada).

[27] “Grados de Liz.do y Doctor en Sagrada Teología de Dn Manuel Díaz Azamor, Colegial en el Mayor de esta Universidad, y Natural de Villablanca” (A.U.O., Libro de Grados, ceremonia celebrada el 7-2-1757, sign. 41, fol. 55 v.)

[28] “Grados de L.do y D.r en el Derecho Canonico, y Civil del dho. D.r D.n Manuel Diaz Azamor”.  La facultad de Derecho Canónico se identificaba con el color verde. (A.U.O., Libro de Grados, ceremonia celebrada el 16-3-1765, sign. 58, fols. 112 v. a 113 v.)

[29] En los Libros de Grados aparece como Manuel Díaz Azamor, o de Azamor, en la mayoría de los casos, sobre todo, como ya hemos dicho, en los primeros años. Más adelante aparece mencionado con los apellidos por los que es más conocido; por ejemplo, como “Manuel de Azamor, y Ramires [sic]” (A.U.O., Libro de Grados, ceremonia celebrada el 30-5-1775, sign. 129, fol. 149 v.) En el libro de Soledad Rubio aparece como Manuel Díaz Azamor (Rubio 2006: 310 y 317).

[30] *6. ADRIANI, Adriano, De divinis inspirationibus opusculum, Coloniae Agrippinae, 1601. (La leyenda aparece en la contraportada).  En la portada, junto a la firma “Azamor”, aparece “desvaída” la firma “Cristóbal Fernández de Córdoba” (Rípodas 1994: 3).

[31] *251. CERDA, Juan Luis de la, Adversaria sacra, Lugduni, 1626. (En este caso la frase también aparece en la contraportada). 

[32] *734. MARTA, Jacobo Antonio, Tractatus de jurisdictione per et inter judicem ecclesiasticum et secularem exercenda in omni foro, Moguntiae, 1609. (La firma figura en la portada).

[33] 448. FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, Cristóbal Ubaldo, Apología ética teólogo-jurídica en defensa de la verdad y justicia con que el Dr. Dn. Cristóbal Ubaldo Fernández de Córdoba y el Dr. Dn. Victorino Bellido Fernández de Córdoba… han procedido en una delación que se hizo al Real Consejo de Castilla en cosa perteneciente a dicha Universidad, sobre que se mandó hacer pesquisa, Sevilla, 1764. (Se desconoce el paradero actual de este ejemplar, presente en la lista de aquéllos que Azamor embarcó para América). Según el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español, existe otra edición, también sevillana, pero de 1746, que salió de la Imprenta de la Universidad, en las Siete Revueltas. Este catálogo recoge otras dos obras del mismo autor.

[34] Agradecemos esta información a Francisco Ledesma Gámez, que en la actualidad, y junto a Juan José Iglesias, está preparando un extenso trabajo sobre un pleito relacionado con Cristóbal Ubaldo Fernández de Córdoba.

[35] En la capilla celebrada el 4 de junio de 1782, se lee una carta dirigida al rector y Capilla del Colegio Mayor de la Purísima Concepción de la Universidad de Osuna, remitida por Manuel de Azamor y Ramírez, “Abad Mayor de la Insigne Iglesia Colegial de esta villa y Colegial que fue de este dicho Colegio”, en la que comunica “por razón de tal haber resuelto el Supremo Consejo de Castilla en Sala 1ª de Gobierno a favor de la Dignidad Abacial el recurso pendiente en él con la Jurisdicción Diocesana de Sevilla denegando enteramente las pretensiones de ésta por Decreto del 29 del próximo antecedente mayo; en lo que diligenciada la Capilla, como en que la prosecución de dicho recurso ha dado pruebas sobresalientes de su gran literatura y constancia en los diez años que ha seguido dicho recurso, muestra la complacencia que corresponde al honor que resulta a este establecimiento, y acordó que se manifestara al público con el repique acostumbrado de las campanas, que se anotara en el libro de los progresos felices, y acomodos honoríficos de los Individuos de esta Santa Casa, y que se le escribieran por el Colegio las correspondientes enhorabuenas.” (A.U.O., Libro de Capillas, capilla del 4-6-1782, sign. 39; fols. 66 v. y 67). También encontramos alusiones a este pleito en Rodríguez-Buzón (1982: 20 y 21) y en Rípodas (1982: 23 a 28).

[36] Se puede comprobar en los Libros de Claustros, donde coinciden desde la primera asistencia de Azamor a las reuniones del máximo órgano de gobierno universitario (A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 15-3-1757, sign. 212; fol. 276 v.) En esta serie, Fernández de Córdoba aparece mencionado por última vez en el claustro del 9 de junio de 1762, donde se habla de los doctores que asistieron a sus “honras”; seguramente, aunque no se especifica, a su entierro o funeral (A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 9-6-1762, sign. 212; fol. 296 v.)

[37] *928. RAMÍREZ, Lucas, De triplici scholastico agone specimen in duas partes divisum. Agon triduanus defensorii thomistici; agon biceps defensorii scotistici; agon academicus pro Pileo, Hispali, 1748. S (Esas palabras manuscritas, y a pesar de haber sido borradas, las leyó la profesora Rípodas en la hoja de cortesía con ayuda de técnicas especiales, pues para la elaboración de su trabajo contó con la colaboración de la policía científica. Rípodas 1994: XXIX). 

[38] A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 17-9-1770, sign. 212, fol. 369. Son palabras citadas de un documento ducal.

[39] Este claustro, celebrado el 15-3-1757, también aparece citado por Rubio (2006: 356) como único dato sobre Morente proporcionado para su lista de alumnos de la Universidad de Osuna.

[40] A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 10-11-1768, sign. 212, fol. 353.

[41] Tal fue el caso del año 1763, cuando se acordó que toda la comunidad universitaria, alumnos y docentes, procesionaran a caballo acompañando una imagen de la Purísima siguiendo este recorrido: Universidad, Granada Carrera, Plaza Mayor, vuelta a ésta, Sevilla, Cantillos del Carmen, Cristo, San Pedro, Granada y Universidad. (A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 21-11-1763, sign. 212, fol. 303 v.) 

[42] A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 6-11-1770, sign. 212, fol. 376 v.

[43] “Posesiones de Cathedras, de la de Prima de Theología del S.or S.to Thomás, el S.or D.n Manuel Azamor, Abad de la Ygl.a Coleg.l y Canciller de esta Univer.d, de la de Vísperas de dha. Facultad del  S.or S.to Thomás el P.e D.or fr. Alonso Morente” (A.U.O., Libro de Grados, ceremonia celebrada el 28-11-1770, Sign. 129, fol. 14 v.)

[44] A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 6-8-1772, sign. 120, fol. 8 v.

[45] *133. BENÍTEZ DE LUGO, Cayetano, Vera Christi gratia illuminans, vocans et efficaciter adjuvans infideles, excoetatos et obduratos, juxta mirabilem SS. Augustini et Thomae doctrinam propriis momentis stabilita, atque a Jansenii et Quesnelli erroribus vindicata, Romae, 1733. (La firma, medio borrada, se encuentra en la portada).

[46] *492. FUERO REAL DE ESPAÑA, diligentemente hecho por el noble Rey Don Alonso. Glosado por el egregio doctor Alonso Díaz de Montalvo. Asimismo por un sabio doctor de la Universidad de Salamanca adicionado y concordado con las Siete Partidas y Leyes del Reino, dando a cada ley la adición que convenía, s. l., 1543. (La firma se encuentra al pie de la página donde figura la “Tabla de los Libros y Títulos”. En este libro, además, se encuentra en la portada la firma “Hernando Pérez Parejo”). 

[47] A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 14-2-1758, sign. 212, fol. 279 v.

[48] En 1762 era una persona de “avanzada edad” y lleno de “accidentes” (A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 16-6-1762, sign. 212, fol. 298)

[49] A.U.O., Libro de Claustros, claustro del 5-12-1767, sign. 212, fol. 345 v.

[50] *1162. VALLA, Lorenzo, Elegantiarum latinae linguae libri sex, Lugduni, 1551.

[51] En dicha página, Rubio Sánchez sólo menciona el apellido del canciller, “Benjumea”. En otro lugar (Valderrama s.a.: 182), leemos su nombre completo: “Francisco Ximenez Benjumea”. Era natural de Marchena y, antes de tomar posesión de la dignidad de abad de la Colegiata de Osuna, hecho que tuvo lugar en marzo de 1581, había sido rector del Colegio de la Magdalena de Salamanca. El libro de Valla bien pudo pertenecer a un familiar suyo.

[52] 1146. TORRALBO, Jerónimo, BREVE RESUMEN DE LA VIDA Y VIRTUDES de la venerable madre Sor Rosa de Santa Inés, religiosa de velo negro que fue en el convento de Santa Catalina Martir de religiosas dominicas de la Villa de Ossuna, su patria. Murió la noche del día 15 de diciembre de 1751, Córdoba, 1758.

[53] *1216. VORRILLONG, Guillermo, Super quattuor libris Sententiarum, Venetiis, 1496.

[54] *182. BULAS BREVES E INDULTOS APOSTÓLICOS. Cartas, cédulas y provisiones reales. Con otros papeles importantes al estado eclesiástico de los Reinos de Castilla y León, Madrid, 1635. (Las frases se encuentran en la portada y en la hoja de cortesía, pero habían sido borradas y sólo pudieron ser leídas mediante el uso de técnicas propias de la policía científica. Véase n. 37).

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