Estatua del general O'Higgins en Buenos Aires
Juan Eduardo Zúñiga, Misterios de las noches y los días, Barcelona, Galaxia Gutenberg,
2013.
Juan
Eduardo Zúñiga (Madrid, 1919) dejó en este libro, publicado en 1992, una
colección de relatos para la anhelante posteridad. Todos los que leen,
afortunadamente muchos más de los que a menudo pensamos, están deseando
encontrar libros que ayuden a mantener vivo en su interior el fuego que se
encendió la primera vez que disfrutaron con una ficción. Leyendo los relatos de
Misterios de las noches y los días
ese fuego se reaviva y vuelve a iluminar el imaginario de aquellos cuentos.
Aunque no aparece escrito al principio de estos relatos de Zúñiga, el «érase
una vez» de nuestra infancia resuena en ellos y nos alegra el espíritu.
Misterios de las noches y los días es
una colección de cuarenta relatos cuya acción transcurre en lugares y tiempos
no especificados, aunque muchos de ellos, por alusiones al nivel de desarrollo
técnico o a actividades como los duelos de honor, pueden situarse en el siglo
XIX. En un número considerable tienen un peso importante las diferencias
sociales y en todos está muy presente el amor. El amor a la mujer, al hombre,
al hermano, a los hijos, a los padres. En muchos el amor consigue triunfar
sobre la muerte, gracias siempre a la portentosa imaginación de Zúñiga, que
huye de la realidad en todos los relatos a partir de un giro hacia la fantasía
y, en ocasiones, el terror. Creo que están muy patentes en estos relatos las
influencias del imaginario romántico, quizá a través de los autores modernistas
(palacios, estatuas, princesas, joyas), y de los cuentos de Poe, muy claro, en
mi opinión, en el titulado El reloj.
Las estatuas tienen un protagonismo especial en varios relatos, las estatuas,
esos seres inanimados que pueblan parques y jardines y muy pocos imaginan en
movimiento y con sentimientos. Otra de las constantes en algunos de los cuentos
es la venganza. Otra la insatisfacción sexual de la mujer en el matrimonio, la
casada insatisfecha, dejando este tema relatos de fino erotismo, como El quiosco y La camisa. Otro relato que destaca sobre los demás es La madre, una ficción centrada en la
manera en que una mujer de condición humilde se venga del ejército, que se ha
llevado a la guerra a su único hijo. Algunos son de un romanticismo
enternecedor, como El secreto o La prisionera y todos, absolutamente
todos, producto de una desbordante y delicada imaginación.
En
cuanto a la forma, los relatos son cortos, de apenas unas páginas, de títulos
muy simples, ajenos, como el lenguaje en el que están escritos, muy sencillo, a
la retórica mal entendida, a la ampulosidad, que tanto daño hacen a la
comunicación fluida. La prosa es muy rítmica, agradable al oído.
Desde esta humilde página, y
aunque sé que la posibilidad de que lea este artículo es una entre un billón,
felicito al señor Zúñiga por su cumpleaños número cien y le deseo que cumpla
muchos más. Gracias por sus obras.
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