CABALLERO, Ernesto, Auto; Sentido del deber; Naces consumes
mueres, Madrid, Cátedra, 2014; 324 págs. Edición de Fernando Doménech Rico.
Teatro. Por razones que no vienen al
caso, he leído mucho más teatro del que he podido contemplar en directo. Por
eso, jamás me atrevería a hacer de crítico de representaciones teatrales. Sin
embargo, aquí estoy, escribiendo sobre teatro. En realidad sólo comparto mis notas de lectura.
Hoy lo hago sobre una edición de
tres obras escritas por Ernesto Caballero (Madrid, 1958), actual director del
Centro Dramático Nacional. Todas, se supone a la vista de la introducción del
señor Doménech, están directamente inspiradas, o muy relacionadas, o quizá
tocadas por el espíritu, de don Pedro Calderón de la Barca. Ciertamente, esa
inspiración, homenaje más o menos explícito a Calderón, está muy presente en Sentido del deber y en Naces consumes mueres, pero no tanto en Auto. Paso a dejar mis impresiones sobre
cada una de ellas.
Auto. Estrenada en el Teatro Alfil de
Madrid en 1992. De las tres es la que más me ha gustado, en especial por su
economía expresiva y lo ingenioso del argumento. Se trata de una conversación
que mantienen cuatro personas, un hombre y tres mujeres, que se hallan en una »sala
de espera», sin especificar la naturaleza ni el aspecto de esta. Las
acotaciones, como las características del decorado que se pueda deducir de
ellas, son extraordinariamente escasas y minimalistas. Se reducen a las
imprescindibles para que el lector sepa, cuando es pertinente, a quién se
dirigen unas palabras, un gesto. Nada más. Los personajes son LA ESPOSA, EL
MARIDO, LA AUTOESTOPISTA y LA CUÑADA.
En cuanto a la estructura, sólo existe un acto, como en los
autos sacramentales, y todos los diálogos van referidos a un hecho violento que
ocurrió en un momento del pasado de cronología vaga pero reciente, un accidente
de tráfico. Poco a poco, y gracias a intervenciones muy cortas, agiles, el
lector va descubriendo qué pasó el día del accidente, cómo pudo ocurrir este y
las consecuencias que tuvo, extremo este que sólo se desvela en la última línea
y da un sentido nuevo a todo el texto. Son evidentes las críticas al hábito del
consumo en sí mismo, más evidentes quizá que en Naces consumes mueres, y más sutiles las dirigidas a la televisión
como un modelo de conducta zafio y embrutecedor.
Sentido del deber. (Estrenada en la Sala Ítaca de
Madrid en 2005). Se trata de una adaptación, versión o reescritura —no sé cómo
llamarlo—, de El médico de su honra, de Calderón. La acción trascurre en un
cuartel de la Guardia Civil. Los nombres de los personajes, MENCÍA, JACINTA,
ENRÍQUEZ, GUTIÉRREZ y SARGENTO REYES están, casi todos, tomados de la obra
calderoniana, al igual que las líneas principales del argumento. Se da la
circunstancia de que en su estreno en Madrid la obra fue representada sólo por
mujeres, quizá para eliminar de la escena algo de la brutalidad masculina, tan
presente en el drama.
En esta obra las acotaciones tienen mucha importancia y están
escritas bajo la atenta mirada de don Ramón del Valle-Inclán, por lo que la
obra es una descendiente directa de dos padres insignes.
Naces consumes mueres. (Estrenada en el Teatro Calderón de
Valladolid en 2012). Los personajes son cuatro mujeres jóvenes, KARINA, JULIA,
PAULA y SANDRA. Forman parte de la llamada «generación mejor preparada de la
historia de España», la que más estudios y menos oportunidades laborales tiene
debido a la crisis económica iniciada en 2007. Obra inspirada directamente en
la calderoniana El gran mercado del mundo,
el autor sitúa a las jóvenes como candidatas a interpretar los papeles de dicha
obra aunque, como en Auto, al final
se hace evidente una circunstancia que ha sido sólo sugerida y transforma la
interpretación de todo el texto. Naces
consumes mueres contiene intercalados pasajes de la obra de Calderón, que
debió entender como muy pocos autores el funcionamiento del mundo, y un pasaje
memorable sobre la explicación filológica de la palabra ‘culpa’ en alemán, Schuld, procedente del verbo schulden, que significa tener deudas
(parlamento de JULIA en la página 257). En general, debo decir que Naces consumes mueres contiene
demasiados parlamentos alusivos a las causas de la crisis económica, es quizá
demasiado seria. La situación por la que atraviesan esos jóvenes, desde luego,
es seria, pero uno no espera encontrar en una obra de teatro observaciones y
análisis propios de sesudos tratados de economía. Y que me perdone don Ernesto
Caballero.
En cuanto a su estructura, se trata
de una sola y larga escena, que imagino requiere un gran esfuerzo actoral, como
el mismísimo combate contra la crisis.
Por último, desaconsejar la lectura
seguida de las tres obras, precisamente lo que yo he hecho. Nadie sale de una
función en un teatro y se va a otro inmediatamente para asistir a otra distinta,
aunque sea del mismo autor y se suponga del mismo espíritu. Si hubiera leído las obras por separado tendría de ellas un juicio más
certero.
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