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TORRENTE BALLESTER, Gonzalo, Fragmentos de Apocalipsis, Barcelona, Destino, 1977; 394 págs.
Novela de gran riqueza verbal y dictada por una poderosa imaginación, como buen novelista gallego que
fue el señor Torrente Ballester. En ello no se distingue de otros autores de la
tierra, como Cela, como Valle, como Cunqueiro, como Fernández Flores, todos considerados prodigios,
dueños de una imaginación inagotable, personificaciones de manantiales
lingüísticos, de los que brotaba inacabable una prosa rica, sonora, muy cuidada.
Da la sensación de que hoy día nadie escribe con tanto cuidado y detenimiento,
pero esto puede ser sólo eso, una apreciación personal, muy personal.
Fragmentos de Apocalipsis está, en
cierta forma, en la línea de La saga/fuga
de J.B. El autor, haciendo uso de su desbordante imaginación y volviendo a
mostrarnos todo su imaginario gallego, pétreo, putañero y catedralicio, nos
sitúa en una ciudad ficticia, Villasanta de la Estrella, en la que viven
personas de lo más heterogéneo: archiveros-bibliotecarios criadores de
gallinas; anarquistas amigos del arzobispo, residentes en la catedral; críticas
literarias de nacionalidad rusa; mujeres malas de toda laya; ciegos sabios y videntes;
etc. etc. Me detengo ahí porque no pretendo desvelar a los posibles lectores
los secretos de la obra, que contiene muchos y sabrosos. En cualquier caso, y para
que sirva de aviso a navegantes, el libro es una metanovela, una novela sobre
la escritura de novelas, y, debido a esa característica, tendrá un atractivo
especial para aquellos lectores que también disfruten escribiendo ficciones. La
novela está llena de observaciones sobre la creación de una trama y sobre la
construcción de personajes, algunos de los cuales resultan tan poderosos y
autónomos que llegan a privar al autor mismo del dominio de la narración; la
obra, por tanto, está muy en la línea de aquella iniciada en el teatro por
Unamuno, o aquel autor siciliano cuyo nombre no recuerdo ahora… Pirandello, en
la que los personajes son mucho más que eso, son seres animados, reales, dueños
de su voluntad, seres autónomos con los que el autor puede tropezarse por la
calle o en la barra del bar y tener que salir por pies. Antes de dejarles —hoy estoy
un poco flojo, será el calor—, no me resisto a copiar algunos nombres de personajes de esta novela,
ya verán:
Cresconio
Valeiras, el Sibilo de Camos
Esclaramunda de
Bendaña
Don Sismundo
El Maestro de
las Pistas que se Bifurcan (un claro homenaje a Borges y a su Ficciones)
etc. etc.
En
definitiva, lectura exigente, sólo recomendada para lectores avanzados y muy
interesados en la creación literaria.
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