EÇA
DE QUEIRÓS, José Maria, El primo Basílio.
Episodio doméstico, Valencia, Editorial PRE-TEXTOS, 2005 (1ª ed); 527 págs.
[O Primo Basílio, 1878]. Traducción,
prólogo y notas de Jorge Gimeno.
Tras la lectura de esta novela, con la que he disfrutado de
lo lindo, me ha quedado un poso de melancolía e indignación, estados de ánimo
perfectamente compatibles. Aquellos versos de Sor Juana Inés de la Cruz tan
conocidos —“Hombres necios que acusáis / a la mujer sin razón / sin ver que
sois la ocasión / de lo mismo que culpáis”—, reaparecen de manera subterránea
en El primo Basílio, que podría
considerarse como una larga explicación de los mismos, una especie de versión
en prosa de aquel poema inmortal, la historia de la seducción de una casada joven
e inexperta que, una vez usada, queda arrojada en el suelo, a merced de todos,
despreciada hasta por ella misma. Hacía muchas novelas que no seguía con tanto
interés las peripecias del protagonista, en este caso una mujer inocente hasta
decir basta, habitante de una Lisboa sucia, atrasada y muy machista, en la que
la mujer es una especie de menor de edad de por vida, incapaz de llevar una
vida medianamente aceptable, equilibrada y digna si no está tutelada por un
hombre. Eça de Queirós realiza un artístico alegato en defensa de la mujer
frente al hombre insensible, depredador sexual, pues, como escribía Sor Juana,
ahora en palabras de Sebastião dirigidas a Luisa, la protagonista, “No hay malas mujeres, querida amiga, sino
malos hombres…”. (Pág. 440). La novela, además, es mucho más que esto. Presenta
un fresco de la sociedad de Lisboa más completo que el descrito en Los Maia porque en ella tienen cabida, y
más protagonismo, las clases populares, los desheredados, los sirvientes, de
manera que el lector vive, con el corazón encogido, el día a día de todos los
habitantes de la casa: desde las sirvientas, que malviven en tórridas y gélidas
buhardillas atestadas de chinches, hasta los propietarios, que habitan el
primer piso rodeados de lujos.
(escritoresanorte.pt)
En cuanto a técnicas narrativas, el tipo de narrador es
omnisciente en tercera persona, clásico, y el tratamiento del tiempo lineal.
Destacan, como en todas las novelas que voy leyendo de Eça de Querós, las
descripciones de paisajes, habitaciones de viviendas o texturas de tejidos acariciados por la luz, muy simples y acertadas,
pues quedan perfectamente representados con dos o tres pinceladas certeras. El
final, por cierto, muy parecido al de Los
Maia: un diálogo entre dos amigos.
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