El autor sobre la treintena
(magicasruinas.com.ar)
Ricardo Piglia, Respiración artificial, Barcelona, Debolsillo, 2017.
Novela
publicada en Argentina en 1980. Cuenta los intentos de acercamiento de un joven
novelista a un tío suyo escritor, personaje misterioso, escurridizo y de mala
reputación. Este, a su vez, investiga desde hace años la vida de otro familiar,
un personaje de la época del dictador Rosas, Enrique Ossorio, ficticio, por
supuesto.
La
novela está dividida en dos partes. La primera, más novelesca según lo que
entendemos como novela —un género que no veo fácil de definir—, relata
episodios de la vida de los tres personajes citados. En ella se hacen profundas
observaciones sobre la radical importancia de la historia y la necesidad de
tenerla presente para entender nuestra existencia. Se leen infinidad de frases
antológicas sobre ella, la pasión, la búsqueda de la verdad y la escritura como
elementos inseparables. En la segunda parte el centro de la acción se traslada
de Buenos Aires a Concordia, donde se supone que el muchacho va a poder
encontrarse con su tío. Aquí la técnica narrativa cambia. Si en la primera los
cambios de punto de vista entre los tres personajes mencionados eran
constantes, en la segunda predominan dos: los del sobrino (Renzi) y de un
emigrado polaco de vida y personalidad realmente apabullantes (Tardewski), un
hombre que ha buscado el fracaso casi desde que tiene uso de razón, que estaba
llamado a hacer grandes cosas en el
mundo académico pero ha preferido siempre, de manera inconsciente al principio
—luego tiene su epifanía particular—, renunciar a ese futuro prometedor para
ser solo él. Esta segunda parte resulta interesantísima para el amante de la
literatura y de la filosofía por el número de observaciones que atesora sobre
autores muy conocidos. De manera dialogada, al estilo de los antiguos maestros,
los dos personajes exponen sus teorías sobre la historia de la literatura
argentina (Hernández, Sarmiento, Lugones, Arlt, Borges, Bioy, etc.) y sobre la
evolución de la filosofía occidental en el siglo XX. Aquí resultan llamativos los
ataques que realiza a Ortega y Gasset y a García Morente, a los que no ve como
ejemplos de nada —los llama asnos—, y
el relato que hace en las páginas finales del encuentro, ficticio, por
supuesto, más que encuentro convivencia, que hubo en Praga en 1910 entre un
desconocido Adolf Hitler, que había huido de Austria para evitar su entrada en
el ejército, y un joven Frank Kafka, que se sentirá impresionadísimo por la
brutalidad de las teorías supremacistas del primero y, visionario, expondrá en
sus libros la impotencia que le aguarda a la persona de principios
humanitarios. Toda esa historia está relatada con tal verosimilitud que uno
puede creer seriamente todo lo que está leyendo. La segunda parte contiene
pasajes dialogados en los que la sintaxis, de puntuación obsesiva, medida al
milímetro, llega a ser realmente llamativa por el uso de las comas, con un
gusto especial por el juego rítmico. Contiene también un relato interpolado,
interpolado a su vez en otro, de gran ternura y ejemplaridad de la bajeza a la
que son capaces de llegar los escritorzuelos. Tardewski cuenta el relato que a
un tal Marconi, una especie de héroe literario local de Concordia, poeta
resabiado, le contó una mujer aspirante a escritora. Durante unas páginas oímos
(leemos) un relato contenido en un relato contenido en un relato. Es
maravilloso, un juego de muñecas rusas. Cuestiones técnicas aparte, esta peculiar
construcción narrativa tiene como fin explicar cómo el tal Marconi, solo por
envidia y miedo a perder su lugar preeminente entre los literatos locales,
arruina la prometedora carrera literaria de la mujer, poseedora de un talento
literario extraordinario pero muy insegura, dependiente de la opinión ajena.
Son unas páginas antológicas. Y, por desgracia, realistas.
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