Albert Camus (1913-1960)
CAMUS,
Albert, L’étranger, París, Gallimard,
1987.
Novela contada en primera persona por un
narrador-protagonista. Puede considerarse una obra introspectiva, de
autoanálisis, aunque no ahonde en las causas del conflicto. Meursault, ese es
su apellido —su nombre creo que no aparece en ningún momento—, es un hombre
joven que vive en Argel en un momento no especificado aunque puede situarse por algunas referencias en el inicio
de la década de los cuarenta. La palabra étranger
del título siempre ha sido traducida como ‘extranjero’ pero podría haber sido
traducida muy bien como ‘extraño’. Según creo, sólo aparece una vez en el
texto, y lo hace precisamente con ese significado:
«Oui, MM. les jurés apprécieront. Et ils concluront qu’un étranger pouvait proposer du café, mais qu’un fils devait le refuser devant le corps de celle qui lui avait donné le jour». (Pág. 140).
Aunque en esa ocasión el término
alude al empleado del asilo su uso podemos extenderlo al caso del protagonista.
Meursault no sería tanto un extranjero como un extraño, alguien que no ha
querido adaptarse a los usos y costumbres de una sociedad que no entiende y a
una vida de depredación y engaño por la que no quiere luchar. Su personaje
estaría en las antípodas de lo que entendemos por alguien competitivo,
agresivo, tipo de individuo elogiado hoy día en los círculos empresariales y en
la sociedad en general. Meursault es consciente absolutamente de lo que pasa
pero no es asertivo ni intenta imponer su voluntad de ninguna de las maneras
posibles. Todo le da igual. Además, no parece poseer vínculos afectivos con
nada ni con nadie. Golpeado por los terribles acontecimientos que estaban
sucediendo en el panorama internacional —la represión estalinista, la guerra de
España, la Segunda Guerra Mundial, la misma colonización francesa de Argelia—,
Camus crea un personaje inolvidable, en la misma línea de otros indefensos o
desprovistos de iniciativa —como Bartleby o Gregorio Samsa—, seres colocados en
un mundo que no entienden, para el que no están preparados y al que no quieren
pertenecer.
L’étranger posee uno de los primeros párrafos
más efectivos, por impresionantes e informativos, de todos los que recuerdo:
«Aujourd’hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas. J’ai reçu un télégramme de l’asile: “Mère décédée. Enterrement demain. Sentiments distingués”. Cela ne veut rien dire. C’était peut-être hier». (Pág. 9).
Desde el primer momento el protagonista se nos muestra como
alguien al que todo parece resultar indiferente. Nada le altera, a nada se
opone. Cuando un hombre que chulea y maltrata a las mujeres le pide su amistad y
su colaboración, él se la ofrece sin pensarlo. Desde el primer momento todos
sus actos se ven encaminados hacia su propia destrucción, su acabamiento, del
que no parece tener voluntad de huir. Meursault parece una persona absurda,
a veces profundamente autodestructiva, fruto de un espíritu, el de Camus, muy
sensible, terriblemente golpeado por todo lo que veía a su alrededor. En las
páginas finales la novela posee un consistente alegato contra el proselitismo
religioso, contra esa costumbre que tenían los capellanes de las instituciones
penitenciarias, y en general todos los sacerdotes, denominada «salvar almas».
La novela fue publicada en 1942.
Como curiosidad, el gran novelista argentino Ricardo Piglia contaba que se aficionó a la lectura precisamente con este libro. Su
caso no es muy común porque empezó a leer con pasión, se hizo libroadicto, ya
mayorcito. Su historia es más o menos como sigue.
Para enamorar una muchacha presumió de ser lector. La chica
le preguntó qué libro estaba leyendo y él le dijo El extranjero, de Albert Camus, un libro que había visto en un
escaparate y no había leído nunca. Ella le dijo que le gustaría leerlo y él fue
a la librería, lo compró, lo leyó esa noche y se lo prestó a la chica al día
siguiente. A partir de ahí empezó a leer con pasión. No es un libro fácil de
asimilar, pero indiferente no deja a nadie. Eso es seguro.
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