(Imagen tomada de openlibrary.org)
MARÍAS,
Javier, Mañana en la batalla piensa en mí,
Barcelona, Anagrama, 1994; 367 págs.
Novela escrita en primera persona
desde un único punto de vista, con la salvedad del cambio momentáneo habido en
la persona de Marta Téllez (págs. 39-42), cuando aún está con vida, se entiende;
la escena de su muerte es realmente sobrecogedora. El narrador-protagonista se
llama Víctor Francés Sanz. Se trata de un joven divorciado de posición
económica desahogada a pesar de vivir de lo que escribe. En su caso escribe
guiones para series de televisión y discursos para personajes públicos de primera
fila. La novela está dividida en once capítulos. Como otras novelas de Marías
que he leído, para mi gusto sufre de una hipertrofia reflexiva o intelectual,
como si el autor fuera incapaz de escribir sin dejar plasmadas consideraciones
que quiere, y son, profundas pero contribuyen a una frustrante ralentización de
la acción. Tanto es así que a veces esa inclinación se le va de las manos y
configura a todos los personajes de manera muy parecida intelectualmente,
poniendo en su boca giros e ideas que parecen las mismas de Francés. Tal es el
caso de los largos parlamentos de Only You (capítulo cinco) y Eduardo Dean
Ballesteros (capítulo once). Para mí es inverosímil que personajes tan alejados
social e intelectualmente posean las mismas preocupaciones vitales y léxicos
tan parecidos.
Algún capítulo contiene pasajes antológicos por su comicidad,
sobre todo el número cinco (pág. 129-158). En él se narra la visita de Francés
suplantando a Ruibérriz de Torres, un amigo vividor, a casa del Único, el Llanero,
el Solitario, el Only You, personaje ficticio pero fácilmente reconocible. El
personaje de Juan Téllez, padre de Marta (†), Gloria (†), Luisa y Guillermo,
resulta muy entrañable y quizá sea el más logrado, tratado con más atención. Lo
mismo podría decirse de Eugenio, el hijo de Marta.
La acción de la novela transcurre en
Madrid y Londres hace unos treinta años. El título proviene de Ricardo III, de Shakespeare (acto V, escena III).
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