BRADBURY,
Ray, Fahrenheit 451, Barcelona,
Debolsillo, 2014; 180 páginas. [Fahrenheit
451, 1953]. Traducción de Ángel Crespo.
Novela muy recomendable en Enseñanzas Medias y otras épocas de formación. Su autor, el
estadounidense Ray Bradbury (1920-2012), escribió otros muchos libros, entre
ellos Crónicas marcianas, uno de
aquellos que uno leía allá en los setenta con devoción y poca luz, de esos que
te pasaban en los parques junto con Siddhartha
y los libritos de Gibran Khalil Gibran.
Su protagonista, que lleva un nombre
alusivo al origen de las cosas, Montag, es una persona en cuyos hombros sitúa el
autor la carga, la responsabilidad, de reiniciar la sociedad, conducida hasta
entonces por caminos que sólo pueden llevar al fracaso y la autodestrucción.
Publicada en 1953, contiene de manera asombrosa un perfecto adelanto de todo lo
que ya se venía encima de la población de los países desarrollados, el uso de
la televisión, en general de la imagen acompañada de sonido, para crear
ciudadanos dóciles y manejables. La población de las grandes ciudades iba a ser incapaz de sustraerse a los estímulos
visuales situados en sus principales lugares de reunión; pensemos, por ejemplo, en Times Square o en cualquiera de las plazas centrales de las grandes ciudades
europeas u orientales. Bradbury pensaba en una
sociedad donde ya no se leía, es más, donde la posesión de libros era un delito
gravísimo. La sociedad viviría idiotizada por la contemplación de grandes
pantallas incluso en las casas, precisamente esas pantallas planas que ocupan
toda una pared del salón. Hoy día, para colmo, llevamos las pantallas en el bolsillo, de manera que nos siguen a todos lados. Se trata de no dar tiempo a pensar.
La novela contiene un canto a la
fraternidad, a la vida en el campo —Thoreau es uno de los autores más citados—
y, sobre todo, a la lectura como único medio de crear personas libres, solidarias
y respetuosas. Entre los autores cuyos libros viven en la memoria de los
proscritos, los habitantes del campo, se encuentra don José Ortega y Gasset; su
obra debió tener mucha más resonancia internacional de la que el español de hoy imagina.
En cuanto a los pasajes que me han resultado más interesantes, he seleccionado las palabras del capitán Beatty referidas a los libros (págs. 67 y ss.), el discurso de Faber sobre las necesidades intelectuales de las personas (págs. 96 y ss.) y aquellas relativas a la necesidad de conocer y recordar la historia, estas últimas de Granger (pág. 178).
En cuanto a los pasajes que me han resultado más interesantes, he seleccionado las palabras del capitán Beatty referidas a los libros (págs. 67 y ss.), el discurso de Faber sobre las necesidades intelectuales de las personas (págs. 96 y ss.) y aquellas relativas a la necesidad de conocer y recordar la historia, estas últimas de Granger (pág. 178).
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